Democratizar el mundo laboral. Los trabajadores y la 4T

Trabajadores, como clase, han sido históricamente sometidos, sin embargo un cambio hecho por trabajadores valientes ha permitido recuperar su autonomía

Regeneración, 25 de octubre del 2019. El control y la represión sobre la clase trabajadora fue una constante por décadas. Hoy es notorio un despertar que José Antonio Almazán González explica en el siguiente artículo.

Por José Antonio Almazán González

Con la reciente reforma a la Ley Federal del Trabajo en materia de libertad y democracia sindical, impulsada por Morena y como parte de los acuerdos derivados del todavía pendiente Tratado comercial México, Estados Unidos y Canadá, la clase trabajadora mexicana ha sido colocada en la palestra de la lucha por el cambio social profundo que está ocurriendo en nuestro país

Con una población aproximada de 129 millones de personas, la clase trabajadora en México es la más numerosa con alrededor de 55 millones.

Éstos están distribuidos en alrededor de 5 millones de micro, pequeñas y medianas empresas, que son las que más trabajadores emplean.

Una clase fragmentada

Pero, paradójicamente, siendo la clase social más numerosa, se encuentra dispersa, fragmentada y subordinada políticamente, carente de una ideología propia.

Con su fuerza de trabajo crea valor, genera riqueza.

Pero en su inmensa mayoría los trabajadores sobreviven con salarios de miseria, sin contratos colectivos de trabajo.

Asimismo, son comunes las pésimas condiciones laborales, desorganizados y presos en las cárceles del corporativismo sindical.

Ese control y sometimiento de la clase obrera en México viene de lejos y tiene que ver con el desenlace de la revolución mexicana 1910-1917.

La cooptación de los ejércitos

En aquel entonces, numéricamente pequeña, apenas en formación, carente de una dirección política propia y con los hermanos Flores Magón en el exilio, fue cooptada desde la formación de los “Batallones Rojos” en 1915.

Se trataba de destacamentos de obreros armados organizados para combatir a sus hermanos de clase, los ejércitos campesinos de Villa y Zapata, a cambio de reconocerles el derecho a la organización sindical.

Reflejadas sus principales demandas en el artículo 123 de la Constitución de 1917, la clase obrera mexicana, en un proceso complejo y contradictorio, terminó aceptando la supremacía del naciente Estado postrevolucionario.

Asimismo, aceptó su control por parte de las centrales obreras de la época, la CROM de Morones en 1918 y posteriormente la CTM de Fidel Velázquez, pero no fueron las únicas.

Control incluso con represión

¡Cuánta razón le asistió a José Revueltas cuando escribió su “Ensayo sobre un proletariado sin cabeza”! https://lideresdeizquierdaprd.files.wordpress.com/2016/06/revueltas-un-proletariado-sin-cabeza.pdf

El control de los trabajadores no sólo se impuso por la vía de concesión de demandas administradas por los gobiernos postrevolucionarios y de su partido de Estado, en sus diferentes versiones: PNR, PRM y PRI.

La represión y el asesinato de dirigentes obreros fue la constante del Estado mexicano y las centrales obreras charras como la CTM, cuando los obreros no aceptaban las migajas otorgadas desde el poder.

Pero, sobre todo, cuando en sus luchas demandaban libertad y democracia sindical.

Hoy, la clase obrera es la más numerosa en México.

Los ingresos de la población

Pero de estos 55 millones de trabajadores, conforme a datos del INEGI de agosto de 2019, cerca de 11 millones (20%) perciben hasta un salario mínimo.

Mientras 17.5 millones (31.8%) ganan entre 1 y 2 salarios mínimos. Casi 10 millones (18.2%) de 2 a 3 salarios mínimos y de 3 a 5 salarios mínimos 4.4 millones (8%).

Más de 5 salarios mínimos 1.8 millones (3.2%). No reciben ingresos 3.2 millones (5.8%). Finalmente 7 millones de trabajadores aparecen como no especificado (12.7%). 1

Un ingreso precario

Diversos estudios, con enfoques, fuentes y metodologías diferentes, dan cuenta que el mundo del trabajo en el que laboran estos 55 millones de trabajadores en México es precario, temporal, con pésimas condiciones de seguridad e higiene y con bajos salarios, como hemos visto.

Conforme a estas mismas investigaciones, la tasa de sindicalización oscila entre un 10 y un 13% y se reconoce como una de las más bajas del mundo, con apenas entre 6 y 7 millones de trabajadores que cuentan con un sindicato.

Al respecto resultan ilustrativos los datos de la OCDE que, en su reporte más reciente sobre el “Futuro del Trabajo”, reconoce que, en el caso de México durante el periodo neoliberal, de 1984 a 2018, la tasa de sindicalización cayó de un 28.5 a un 12 por ciento.

“Mientras que la proporción de empleados cubiertos por acuerdos colectivos bajó de 13.2% (1994) a 12.5% (2016).” 2

Baja tasa de sindicalización

Por supuesto, entre ellos se cuentan los 44 mil trabajadores electricistas que quedaron sin empleo con la extinción de Luz y Fuerza del Centro, decretado por Felipe Calderón.

De esta baja tasa de sindicalización habría que descontar una mayoría que vive en las cárceles del corporativismo sindical, jineteados por los charros sindicales.

Así lo muestran la CTM, la CROC, la CROM, los petroleros, electricistas, ferrocarrileros, etc., y el otrora democrático SME.

Todos ellos se distinguen por contar con líderes-empresarios, que forman parte del consejo de administración de empresas eléctricas trasnacionales.

Sin el triunfo de AMLO y de Morena no habrían sido posibles los cambios democráticos en la Ley Federal del Trabajo.

Un voto hacia el cambio

Pero igualmente sin el voto de millones de trabajadores que, haciendo caso omiso de los llamados y arengas de sus charros, votaron por López Obrador.

Sin ello el cambio social profundo que se ha iniciado no se habría concretado.

En esa dialéctica entre cambio social profundo y la participación de millones de trabajadores para organizarse sindicalmente, rescatar a sus sindicatos de manos de los charros usurpadores, mejorar sus condiciones de trabajo y salario y tomar conciencia de su papel en la producción de la riqueza nacional, se encuentra una de las claves en la lucha en contra de la corrupción, así como para modificar la desigual distribución de la riqueza nacional y el combate a la pobreza.

Desde esta perspectiva, Morena tiene un enorme reto en su proceso de su reorganización interna.

Perspectiva de clase

Al abrirse las puertas de Morena a millones de ciudadanos que votaron por AMLO y por el cambio verdadero, se incorporarán también millones de trabajadores, algunos sindicalizados y la gran mayoría carentes de organización sindical.

La tarea de Morena será organizarlos, no sólo desde una perspectiva ciudadana, o como colonos, campesinos, estudiantes, adultos mayores, sino también desde una perspectiva de clase, como asalariados, para llevar a la práctica y desde sus centros de trabajo, la lucha por la libertad y la democracia sindical y por un cambio social profundo.

Por supuesto, sin repetir las prácticas corporativistas que tanto daño han provocado a la clase trabajadora.

El tambor del alba anuncia ya el despertar de los trabajadores. Las luchas obreras truncadas y derrotadas durante décadas por la represión de los gobiernos postrevolucionarios y su partido de estado, al amparo de los cuales se consolidó el charrismo sindical liderado por la CTM y dirigentes como Romero Deschamps, ha llegado a su fin.

El voto universal, personal, libre, directo y secreto de millones de trabajadores será la herramienta fundamental para avanzar y recuperar su autonomía como clase trabajadora, para organizarse en sindicatos democráticos, rescatar a los que están en manos de los charros y para integrarse plenamente a la lucha por la 4T que encabeza AMLO.