El 15 de septiembre nunca muere

Por Hakobo Morá 

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“¡Vivas a los causantes de la extrema pobreza económica!”

“¡Vivas a los criminales de cuello blanco de un Estado autoritario!”

“¡Vivas a los magnates por clientelismo y mirreynato!”

“¡Vivas a los accionistas mexicanos de las transempresariales canadienses!”

“¡Vivas a los gobiernos que licitan hidroeléctricas y mineras del ‘fracking’!”

“¡Vivas a los congresistas vende y saqueadores de patrias!”

“¡Vivas a los autores intelectuales de las desapariciones extrajudiciales!”

“¡Vivas a los juristas del Ku Klux Klan en el ‘Frente Nacional x la Familia’!”

“¡Vivas a los desmemoriados y a los que dizque habrán de olvidar!”

“¡Vivas a los cauterizadores mediáticos de la herida abierta, en colectiva carcajada, de una Nación que dolosamente se desangra!”

Porque si al “grito de Dolores” no ha muerto la impunidad política, habría de morir entonces, ¿en el escarnio del activista por adscripción al LGBTTTIQ?, ¿en el extermino del normalista rural de Ayotzinapa (¡dos años ya de estos crímenes de lesa humanidad!)?, ¿en el acribillamiento del fotoperiodista veracruzano en Ciudad de México (¡un año ya de su asesinato!)? O ¿en la “ley bala” incrustada en la cabeza del niño de Chalchihuapan (¡dos años ya de su ejecución!)?

Porque si al “grito de Dolores” no muere la indefensión social, morirá terminantemente, ¿con la publicación de la numeralia de la creciente tasa de feminicidios en México?, ¿con la estadística anual de embarazos no deseados en el país?, ¿con el índice de violaciones sexuales a infantes, hombres y mujeres? O ¿con el foco rojo nacional de la trata de blancas?

Porque si al “grito de Dolores” no ha de morir la indefensión económica, moriría quizá, ¿con el encarcelamiento arbitrario del médico de las autodefensas michoacanas (¡legítimas!)?, ¿con la persecución penal del ecologista ante un Estado privatizador en Puebla?, ¿con el desprestigio –por dosis en Tv oligopólica– del maestro de la “escuela jodida de México”? O ¿con la expulsión del “latinoamericano” hacia los EE.UU. obligándolo a encarnar al inmigrante ilegal?

Porque si el “grito de Dolores” no hubiera muerto en la insustancialidad de la fiesta popular del 15 de septiembre, ¿qué no habríamos de celebrar la concreción de la inclusión social?, ¿qué no habríamos de regodearnos de la paz nacionalmente concretada?, ¿qué no habríamos de aplaudir de pie, un minuto tras otro, la prosperidad económica para todos? Y conozco su respuesta: “sí, lo haríamos” –si sumáramos también nuestras causas a la lucha social en manos de unos cuántos: los criminalizados.

Sin embargo, elogiamos tumultuariamente la simulación ultra del Estado mexicano, perpetuamos la no sanción social hacia nuestros “representantes”, quienes cabalgan a lomo de neocolonialismo, ajuareados de neomexicana austeridad del Chanel y Louis Vuitton. Nos enmascaramos colectivamente de ceguera sobre la plaza pública, bajo el ojo sardónico del enriquecimiento ilícito.

Y a grito pelado, cabrones del buen ver de reojo, ¿no nos estamos gestionando, para complacencia del “ogro”, la petición de una pena de muerte generalizada?