El Zarco y el sueño de integración racial contemplados por Altamirano

Ignacio Manuel Altamirano, político y literato, dejó plasmada su visión sobre el naciente México en El Zarco, una novela en la que desmitifica la idea del bandido al estilo Robin Hood y glorifica la labor del trabajador; contempla la consolidación del Estado como eje regulador de la propiedad privada y sueña con la integración racial

Ignacio Manuel Altamirano, político y literato, dejó plasmada su visión sobre el naciente México en El Zarco, una novela en la que desmitifica la idea del bandido al estilo Robin Hood y glorifica la labor del trabajador

RegeneraciónMx.- Ignacio Homobono Serapio. Nació en Tixtla, Guerrero en 1834, y murió en San Remo, Italia en 1893. Polígrafo con enormes aptitudes para desenvolverse en numerosos campos de conocimiento, tuvo siempre una capacidad versátil y dinámica en los distintos trabajos a los que se consagró.

Labor periodística, política y literaria que lo llevaron a traspasar las fronteras de los géneros. La palabra para Altamirano era un arma, una forma de combatir, la manera de hablar del presente, por ello la escritura era el fundamento de su proyecto político.

La Navidad en las montañas, El Zarco y Clemencia son novelas en las que, como telón de fondo, se encuentra la ideología del autor.

EL LIBERALISMO Y EL ZARCO

Mejor conocido como Manuel Ignacio Altamirano su ideología estaba en favor del liberalismo lo cual lo llevó a tomar parte en la Revolución de Ayutla en 1854, en la que un grupo de pensadores se rebeló contra Antonio López de Santa Anna, quien en ese momento se hacía llamar Su Alteza Serenísima.

Poco después de la guerra que culminó con la renuncia a la presidencia de Juan N. Álvarez e Ignacio Comonfort y el inicio de la Guerra de Reforma.

Sería a inicios de 1900 cuando la labor de Altamirano se volcaría a la docencia y en 1901 publicaría El Zarco, una novela en la que dejaría plasmado su proyecto político liberal y en la que hace un minucioso análisis sobre la figura del bandido y desafía la idea romantizada del Robin Hood.    

El Zarco es caracterizado en la novela como una bandido holgazán y vicioso, que junto a una bola de amigos políticos despojan a los pobladores de su riqueza y contribuyen a la degradación de la patria. Altamirano narra un proceso de pacificación en la zonas rurales, que refleja la consolidación de México como nación.

La crítica ha señalado la manera en que Altamirano, como indígena y partidario del liberalismo, construye la alegoría del Zarco con dos ejes: el racial y el político.

“La unión del indígena valiente y trabajador, que permite la integración de lo indígena en la visión nacional. Además, la novela retrata la consolidación política del Estado por medio de la pacificación del campo y el castigo a los sectores conservadores bajo la mano dura del presidente Benito Juárez”, explica la crítica Doris Sommer.

En suma, el Zarco desmitifica la idea romántica del bandido y glorifica el trabajador. Contempla la posibilidad de una Nación en armonía racial y económica dirigida por el gobierno central, contempla la propiedad privada y la división salarial como pilares de dicha sociedad encaminada a la grandeza de la industria azucarera.

En su labor como novelista se contempla así mismo como modelador del proyecto nación y emplea una estrategia abiertamente didáctica. Mariano Azuela diría que su labor en El Zarco es inferior ya que en ella se distorsionan hechos históricos al servicio de los objetivos del personaje, pero en otras perspectivas esta sería la mayor alegoría de Altamirano sobre la sociedad que esperaba construir.