En lo alto del cerro Acolhua, asiento prehispánico, pobladores de Ixtacamaxtitlán hicieron una ceremonia para continuar la defensa de su territorio de la “ambición” de la minera Almanden Minerals, empresa canadiense que quiere escarbar sus entrañas para sacar oro y plata.
Leticia Ánimas
Regeneración, 1 de noviembre de 2016. Ixtacamaxtitlán, Puebla.- La batalla va a ser larga, adelanta el antropólogo Julio Glockner a los pobladores de Ixtacamaxtitlán que ascendieron y descendieron el cerro de Acolhua, asiento del rey Tenamascuicuitl, y en un ritual sincrético purificaron sus corazones y sus mentes, y pidieron fuerza para continuar la defensa de su territorio de la “ambición” de la Almanden Minerals, la empresa canadiense que quiere escarbar su entraña para sacar oro y plata.
Al tetel del rey prehispánico se llega atravesando –casi en caída libre– algunas milpas y nopaleras cargadas de jugosas tunas rojas, semilla de pipicha y un sinnúmero de plantas medicinales, desde la comunidad de Tenamigtic, donde sus pobladores han hecho cercas y casas sobre algunos vestigios prehispánicos en el cerro que culmina en la cabeza de la serpiente que forma la cordillera.
Mientras caminan como en procesión, cuentan que las montañas de uno de los municipios más extensos de la Sierra Norte de Puebla, además de los codiciados metales preciosos, están colmadas de leyendas, como la de una pareja que fue engullida por el monte que se formó con la falda del vestido de la mujer que poco a poco va perdiendo la forma al derrumbarse algunas rocas. “Cuando la falda se acabe, también será el fin del mundo”.
A plomo, allá abajo corre el exiguo y transparente caudal del río Apulco y pueden verse las casas y los templos de casi una decena de poblados asentados en su ribera: El escenario no podía ser mejor para el tercer ritual con el que los opositores a la minería conmemoran un año más de lucha, pero también piden fuerza a los cuatro puntos cardinales y a los elementos de la naturaleza, para poder continuar.
Cargaron un cántaro con agua, chayotes, manzanas, peras y maíz. Los sahumaron con copal. También trajeron una bocina para danzar la flor menudita, el xochipitzahuac, uno de los sones dedicados a los 24 Señores Floridos y un estandarte de la Virgen de Guadalupe, la que está asentada en el obligo de la luna, igual que México.
Vinieron a ofrendarle a la tierra, a devolverle y agradecerle sus frutos. A dar gracias por la belleza de la vida, a pedir fuerzas para luchar y trabajar, para no perder su espiritualidad y el amor por la naturaleza. “Venimos a ofrendar a esta tierra adolorida, amenazada por los proyectos de muerte”.
La Almaden Minerals estima que el proyecto Tuligtic le dará un promedio anual de 130 mil onzas de oro y 7 millones 798 mil onzas de plata, al menos durante los primeros 14 años. Una onza de oro vale 1 mil 300 dólares, es decir tendrán un ingreso anual bruto de 332 millones 758 mil dólares.
Según la empresa las ganancias que obtendría por la explotación de la mina en Ixtacamaxtitlán no tienen comparación con lo que ha entregado a los pueblos: en su página web informó que ha generado 70 fuentes de trabajo y que ha invertido en salud y educación. Los pobladores dicen que además de adueñarse del edificio de la presidencia auxiliar de Santa María Zotoltepec, hizo una biblioteca y compró el ultrasonido para la clínica, y ahí hay que parar de contar.
En cambio, la empresa canadiense anunció que perforará pozos de agua y monitoreará el comportamiento de los mantos freáticos a través de estudios hidrológicos y ambientales, e informó del hallazgo de nuevos yacimiento de oro y plata a una menor profundidad que sus exploraciones anteriores en el proyecto Tuligtic.
La empresa ahora solicitará una licencia ambiental para hacer excavaciones para la búsqueda y control del líquido vital, y admitió que ya está haciendo algunas perforaciones con la finalidad de verificar las aguas subterráneas y superficiales. Van por todo.
HISTORIA Y CULTURA CONTRA LAS MINERAS
Contra esto, explica el académico Julio Glockner, su cultura y su historia, están jugando un papel fundamental en los argumentos jurídicos que se han vertido en el Juicio de Amparo que iniciaron contra las concesiones otorgadas a sus espaldas a los mineros, por la violación a sus derechos a la información y a la consulta.
La empresa Almaden Minerals no puede continuar sus trabajos en tierras de Ixtacamaxtitlán porque hay una orden judicial que se lo prohíbe, continúa el antropólogo que hizo el dictamen para demostrar la importancia de los pueblos y las montañas que serían dañados de concretarse la intención de hacer una mina a cielo abierto.
“Es un trámite que me pidieron, pero el proceso va a continuar tal vez por más de un año y creemos que el veredicto va a ser a favor de las comunidades”, explica.
“Las leyes mexicanas y los convenios internacionales les dan el derecho a ser informados y consultados y sólo con su consentimiento se puede hacer proyectos de ese tipo. Los derechos comunitarios están garantizados por el convenio 169 de la OIT que ya es ley constitucional y debe haber una consulta, pero no como las que están haciendo: simuladas, para hacer la voluntad de los empresarios o de los funcionarios coludidos con ellos”, añade.
Les dice, cosas que ellos ya saben, que las mineras que explotan oro son de las más destructivas, que envenenan el ambiente, los manantiales, los mantos freáticos, que vuelven a la tierra estéril. Que las empresas los engañan con que van a crear muchos empleos, que les regalan ropa y otras cositas para ganarse la voluntad de la gente.
Los llama a tener el ánimo muy en alto porque la batalla será larga y sólo unidos lograran frenar a la minera que quiere destruir este lugar. Les dice que en otras partes de la Sierra Norte también se está luchando y que entre más crezca la oposición a estos proyectos más éxitos tendrá esta lucha.
Trepan en Acolhua en peregrinación, llegan arriba con el jesuita José Rosario Marroquín, quien desde el evangelio explica cómo las empresas quieren “seducir a los pueblos”, saquear su riqueza, cambiarla por trabajo mal pagado, ni siquiera para todos, contaminación y destrucción, igual que cuando Jesús fue “tentado” en el desierto.
Dice que los dos rituales, el prehispánico y el católico, sirven para no flaquear, para encender el ánimo, para resistir y para extender la solidaridad.