Descubren en el Templo Mayor el más grande depósito de estrellas de mar

Investigadores del INAH descubrieron en las inmediaciones del Templo Mayor un depósito de caracoles y estrellas de mar, que, por su cantidad se perfila como el mayor depósito de asteroideos que se haya descubierto en la antigua Tenochtitlán

Descubren en el Templo Mayor el más grande depósito de estrellas de mar
La imagen muestra algunos de los organismos hallados en la ofrenda 178 del Templo Mayor.

RegeneraciónMx.- Arqueólogos del INAH, hallaron en la ofrenda número 178 del Templo Mayor el depósito más grande de organismos marinos encontrados en lo que fue Tenochtitlán. Se cree que hace más de 500 años, en la cúspide de su poderío, los mexicas crearon una de sus más elaboradas ofrendas, combinando elementos terrestres como una figurilla de copal y el cuerpo de un jaguar armado con un atlatl –propulsor de dardos. 

La ofrenda descubierta en el edificio circular conocido como Cuauhxicalco, a finales de 2021, por el arqueólogo Miguel Báez Pérez y el especialista Tomás Cruz Ruiz, fue quizá, una de las primeras estrellas que los sacerdotes mexicas colocaron en la ofrenda, por lo que al recibir el peso del jaguar y de todos los elementos se hundió en lo que se cree es una capa de fibra debajo de ella, preservando la marca de su estructura interna y sus 22 centímetros de largo entre sus puntas. Esta situación es inusual, dado que los restos de las otras 163 estrellas están dispersos, debido a la pérdida natural de su materia orgánica. 

“Esta ofrenda es una de las más grandes que hemos encontrado en el Templo Mayor, por lo que, hasta no explorar los 30 o 40 centímetros de profundidad que creemos nos faltan, es difícil saber su significado”, explica el arqueólogo Miguel Báez Pérez.

No obstante, la propia ubicación de la ofrenda, en la sexta etapa constructiva del Templo Mayor, la sitúa en una fecha cercana al año 1500, momento de transición entre los reinados de Ahuízotl y Moctezuma Xocoyotzin.

Durante el gobierno de Ahuízotl, los mexicas establecieron rutas de comercio, a la par de su expansión militar en diversas partes de Mesoamérica, de ahí la presencia en Tenochtitlan de corales traídos del Golfo de México, estrellas de mar provenientes del océano Pacífico, y un jaguar hembra que pudo haber sido traído desde regiones lejanas como el Soconusco, territorio localizado entre lo que hoy es Chiapas y Guatemala.

A partir de fuentes históricas, como la Matrícula de Tributos, y hallazgos previos, los arqueólogos del PTM tienen claro que la ofrenda guarda relación con la guerra, no solo por el atlatl que portaba el jaguar en una garra, sino por la ubicación en el Cuauhxicalco, edificación alineada con el costado sur del Templo Mayor, consagrado a Huitzilopochtli, dios de la guerra.

 

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