¿Es inevitable que Peña Nieto sea el próximo?

Los medios informativos y los opinadores de la oligarquía que controla el poder lo presentan como un hecho: con la pérdida de credibilidad, autoridad y popularidad que ha sufrido el PAN en sólo tres años de administración calederonista, y con un PRD «fracturado», el próximo presidente de México será –inevitablemente- priísta. Y el que más suena en las encuestas, goza de los favores de los medios y cuenta con el apoyo de Televisa, es Enrique Peña Nieto, el «copetón» y «gaviotón» gobernador mexiquense. El cachorro de la mafia de Atlacomulco, nos quieren convercer, ganaría las elecciones de 2012.

Pero quién sabe. Para empezar, nadie puede asegurar cómo van a estar las cosas en dos años. La inconformidad social crece cada día, al mismo ritmo que la insensibilidad del gobierno espurio. Calderón lleva al país a una inestabilidad y violencia sin precedentes. Es insostenible el castigo sistemático a la sociedad con la caída de los niveles de vida, el recorte de las libertades básicas, el deterioro sostenido de la seguridad, la creciente corrupción, la antidemocracia, la incertidumbre y la desesperanza inoculada desde los medios.

En segundo lugar, está por verse si el PRI, que obtuvo la mayoría de los sufragios en las elecciones de julio de 2009, puede seguir engañando a los ciudadanos con la idea de que representa un cambio. La verdad es que el PRI obedece a los mismos intereses que los gobiernos panistas. Sin embargo, el partido de Peña Nieto aparenta ser opositor y cuestiona al gobierno. Es un juego mediático, un acuerdo entre ellos, para que Calderón pague los costos políticos de los aumentos y así proteger a Peña Nieto, el predilecto de la mafia en el poder.

Muchos están convencidos de que la televisión –al igual que otros de los llamados «poderes fácticos», como los capitales financieros transnacionales, el narco y el gobierno de Washington– posee un poder absoluto y es capaz de hacer presidentes y destruir opositores. Y en parte tienen razón: el secuestro de las instituciones por parte de la mafia político-empresarial se sostiene por los medios informativos electrónicos, que tienen una enorme capacidad de adormecer a la sociedad y de desviar la atención de los verdaderos problemas nacionales. Pero ese poder no es ilimitado; un ejemplo de ello es la existencia de movimientos populares de resistencia que continúan defendiendo los derechos de la gente, la justicia y la democracia, y siguen enfrentando a los poderes políticos y económicos. Si la TV tuviera el poder de acabar con una presencia política, López Obrador no tendría, hoy en día, ni diez seguidores, seis años después de sufrir un bombardeo mediático implacable y cotidiano. Pero tiene millones.

Los movimientos sociales populares y progresistas tienen ante sí la tarea de construir formas de poder ciudadano para detener la embestida económica, legislativa y represiva que se avecina, para contrarrestar las campañas de odio y de manipulación de los medios electrónicos. Con organización de base, dar viabilidad a una alternativa de poder de aquí a 2012; para ello, la resistencia civil pacífica debe impedir el viraje autoritario del calderonato que consuma la imposición del PRI con Peña Nieto. Los ciudadanos concientes debemos garantizar que no se repitan nuevos atracos a la voluntad popular como en 1988 y en 2006, cuando la mafia en el poder se robó la Presidencia de la República.

Si la parte más conciente de la sociedad hace su tarea, no habrá poder empresarial, televisivo ni delictivo que consiga poner en Los Pinos a Peña Nieto o a cualquiera que la oligarquía quiera imponer. Entonces, el cambio verdadero y democrático será inevitable.