La crisis en Guayaquil: los estragos del neoliberalismo | Tercera parte

Una ciudad llena de contraste donde se mezclan los grandes negocios comerciales y la opulenta riqueza de la clase alta del Ecuador frente a las imágenes desgarradoras de los barrios populares que buscan de forma desesperada salir de la crisis
ataúdes de cartón repartidos por la alcaldía

Regeneración, 14 de abril de 2020. Tercera y última parte del análisis sobre la crisis que vive la ciudad de Guayaquil en Ecuador.

 

La crisis en Guayaquil: los estragos del neoliberalismo

Tercera y última parte. La modernización del socialcristianismo

 

José Luis García Hernández*

 

“Para entonces Guayaquil era una perla en ruinas.

Saqueada, destruida, sumergida en corrupción y basura.”

Ecuavisa, Semblanza de León Febres-Cordero.

 

“[…] Podredumbre física y moral que constituyen el más fiel reflejo de lo que actualmente es Guayaquil, ciudad que ha topado fondo […]”. Estas fueron algunas de las palabras pronunciadas por León Febres-Cordero en 1992, cuando asumió la alcaldía de Guayaquil. Llegó a través del Partido Social Cristiano, heredero de los principios del Partido Conservador ecuatoriano del siglo XX: modernización permanente del Estado y libre mercado.

Desde aquel año, la historia de Guayaquil ha estado marcada por el socialcristianismo y sus liderazgos, que se erigieron en una identidad y un orgullo guayaquileño excluyentes de una amplia parte de la población. Una identidad blanca, un orgullo blanco. Era necesario diferenciarse de las otras regiones del Ecuador: del indígena de la sierra, del afrodescendiente de la costa.

Desde 1992 sólo ha tenido tres alcaldes: Febres-Cordero (1992-1996), Jaime Nebot Saadi (1996-2019) y Cynthia Viteri (actual alcaldesa) todos del Partido Social Cristiano que llegó para perpetuarse en una ciudad tan desigual. Administraciones que tienen una visión dominante de la ciudad, de sus espacios, de sus habitantes. Sus discursos siempre están encaminados a la salvación de Guayaquil a través de la modernización de la ciudad, lo que ha implicado la creciente privatización de los servicios municipales, de lo que ellos y ella han denominado una limpieza social y moral de la ciudad.

Frente a esto, no cabe extrañarnos de las decisiones que está tomando su actual alcaldesa, después de tres semanas de ausencia, para contener la crisis social y sanitaria que vive la ciudad de Guayaquil. Por ejemplo, cercar las zonas de mayor contagio y aislarlas, utilizando a las Fuerzas Armadas y a la Policía Nacional. Se trata de las zonas más pobres de la ciudad, que han sido el afeamiento y un estorbo para el progreso de la ciudad. Zonas que no ha podido “modernizar” el socialcristianismo.

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Estamos ante una alcaldesa con decisiones torpes. Basta recordar que el 18 de marzo, en medio de la declaratoria del Estado de Emergencia Sanitaria, Viteri envió a obstaculizar las pistas de aterrizar del aeropuerto de la ciudad, José Joaquín de Olmedo, ante la llegada de dos vuelos humanitarios provenientes de España y de los Países Bajos que repatriarían a ciudadanos de aquellos países.

A través de un vídeo de su cuenta de Twitter asumió toda la responsabilidad de aquella decisión. Argumentó que la tripulación provenía de Madrid y que ésta se quedaría en un hotel aguardando para poder despegar en los próximos días y, por tanto, ella no permitiría que la tripulación se quedará en Guayaquil, pues provenía de uno de los focos de infección de Europa.

El Comité de Operaciones Emergentes (COE), el único ente que marca las acciones en el Ecuador en el Estado de Emergencia Sanitaria informó que la alcaldesa había violado una decisión estatal dificultando la actividad aérea planificada en este contexto. Se empezó a manejar que la Fiscalía General del Ecuador investigará dicha situación, pues podría ser procesada penalmente.

El 19 de marzo, un día después de esto, Cynthia Viteri anunció a través de su cuenta de Facebook: “el día de hoy me informaron que he sido contagiada de coronavirus” y, por tanto, se quedaría en su casa. Desapareció de la escena pública. Pasaron al menos tres semanas para que Viteri regresará a sus labores, días en que se agudizó la crisis en Guayaquil y comenzaron a aparecer las escenas desgarradas de la población más pobre de la ciudad. Los medios de comunicación ya no hablaron del evento del 18 de marzo.

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Viteri sólo apareció el 27 de marzo para “culpar” al gobierno central de lo que estaba ocurriendo en Guayaquil. Y que sería ella quien salvaría a su ciudad. Se trata de un mensaje en el que habla de inoperancia del gobierno, de la ineficacia de las autoridades, del colapso de los hospitales. Al parecer en ese momento olvidó que ella era la alcaldesa de Guayaquil. ¿O será que vio la oportunidad de lanzar su campaña electoral para las próximas elecciones presidenciales del 2021 convirtiéndose en “La Salvadora” frente a un gobierno central inoperante?

Decisiones torpes y “logros” que juegan con la dignidad de la gente. Después de la difusión de lo que ocurre en Guayaquil por parte de sus habitantes, la alcaldía de la ciudad ostentó que repartiría ataúdes de cartón “para brindar una digna sepultura” a las personas fallecidas, pues había logrado que empresas privadas donarán cajas de cartón.

Una ciudad llena de contraste donde se mezclan los grandes negocios comerciales y la opulenta riqueza de la clase alta del Ecuador frente a las imágenes desgarradoras de los barrios populares que buscan de forma desesperada salir de la crisis.

 

 

* Maestro en Sociología Política por el Instituto de Investigaciones Dr. José María Luis Mora. Licenciado en Relaciones Internacionales por la FCPyS de la UNAM. Integrante del Centro Académico de la Memoria de Nuestra América (CAMeNA) de la UACM y profesor de asignatura en el Centro de Relaciones Internacionales de la FCPyS-UNAM.