Artículo de #opinión sobre la serie de Netflix Rompan Todo
La pretensión argentina de hablar de “Rock en América Latina”
Víctor Manuel Guerra García- ENAH
Muchas son las opiniones y juicios emitidos acerca del trabajo Rompan Todo todas desde su punto de enunciación son válidas y necesarias, pero desde mi punto de vista hay que plantear un análisis más profundo para que a partir de él se pueda criticar y darle su justa medida a un material que si bien tiene un importante respaldo económico no deja de presentar deficiencias significativas.
Empecemos con lo primero, Gustavo Santaolalla figura como productor ejecutivo de este trabajo, la tarea de dicho cargo es supervisar y quizás influir en la formación de la historia o el guion, en ocasiones es el segundo al mando de una producción y tiene funciones tales como diseñar la producción y llevarla adelante, en ese sentido pudo acercar y facilitar los contactos con la mayoría de los entrevistados, ¿se nota que interviene en la estructura narrativa de la serie? Si, pero no es el único responsable.
Quienes escribieron el guion fueron Nicolás Entel y Nicolás Gueilburt, el primero es director y productor de cine, co fundador de Red Creek Productions, empresa que produjo el material en cuestión, el segundo es un guionista que ha incursionado en diversos géneros cinematográficos.
Tenemos pues que Entel es parte fundamental de la productora y que la injerencia que tiene Santaolalla es totalmente intencional, de hecho, hasta solicitada, se cuenta con la dirección de Picky Talarico quien ha dirigido los videos de diversos artistas que aparecen en el documental, además de Manuel Buscalia quien funge como productor periodístico, entonces tenemos pues un equipo totalmente argentino, con una cantidad inconmensurable de material grabado (96 entrevistas en total, grabaciones y fotografías diversas) ¿cuál es el problema entonces?
El primero es que por ser una opción viable acuden con quienes existe una cercanía, de ahí que la serie bien pudiera llamarse Santaolalla and Friends, pero incluso este aspecto me parece menor ya que en una situación como la actual pandemia el querer construir un éxito implicaba trabajar a marchas forzadas para emitir un producto rentable, algo en lo que los involucrados tienen experiencia y tienen los medios, pero es quizás la presunción de tener la visión total del rock en Latinoamérica lo que es más problemático.
De entrada, tenemos que lo proyectan como “La Historia del rock en América Latina” se entiende que es entonces un documental donde nos hablarían del proceso del rock en dicha región y que por ende los encargados de la investigación, en este caso el equipo de trabajo de Buscalia, realizarían un planteamiento documentado donde se plasmaría el devenir de esta música, sin embargo, acuden a una situación donde se puedan deslindar muy fácil de los testimonios emitidos, el propio Buscalia menciona lo siguiente en una entrevista para la www.latercera.com:
“Es una historia oral. Los músicos son quienes reconstruyen lo que pasó”[1] al mencionar que se trata de una historia oral desde los protagonistas del proceso es una particularidad muy interesante, sin embargo, construyen desde lo dicho sin complementar ni confrontar dicha información con otros testimonios o material hemerográfico existente.
Tratan de enlazar los testimonios mediante el contexto político de los diferentes países mediante la utilización de tópicos como “represión” o “rebeldía” como si existiera una sola forma de reprimir o una sola forma de ser rebelde, además de señalar una represión hacía el rock sin aterrizar puntualmente que era una represión o censura a los nuevos valores y visiones de la vida que giraban en torno al rock, no había una represión al joven por ser joven en si mismo sino por ser un joven diferente a la expectativa que se construía de la juventud desde el poder.
En palabras del director Picky Talarico: “Algo que siempre decimos es que esta no es la historia de las bandas que hicieron el rock, sino que es la historia del rock. La historia de cómo el rock logró surgir, crecer y avanzar en la región”[1], si tomamos de manera literal esta aseveración vemos que lo que proponen es una historia sin conflictos, aspecto que dicho sea de paso y que en entregas posteriores se abordará, se nota en los testimonios, pero no se desarrolla y que es quizás un elemento que ayuda a construir identidad en cada una de las escenas nacionales.
Los responsables no realizan un trabajo de investigación profunda, más bien lo realizan con material que se tiene a la mano, no plantean la Historia del Rock en América Latina, es muy difícil condensar las diversas pasiones que genera el rock a lo largo del continente, la ausencia de países con una escena rockera interesante como Venezuela, Brasil o de países centroamericanos echa abajo la pretensión de hacer una historia del rock en América latina, debemos tener claro que no hay una sola historia sino una serie de historias. Tratar de concentrar la diversidad en un solo concepto corre el riesgo de homogeneizar y negar la multiplicidad de visiones y experiencias.
[1] https://www.latercera.com/culto/2020/12/17/rompan-todo-la-historia-del-rock-latino-en-netflix-fue-un-trabajo-de-detectives/
[2] https://www.latercera.com/culto/2020/12/17/rompan-todo-la-historia-del-rock-latino-en-netflix-fue-un-trabajo-de-detectives/