La resistencia una opción legítima y viable, Marcos López

Hablar de la resistencia civil implica identificar el valor de un trabajo colectivo. Son pensamientos políticos que nacen para una lucha que tiene que ser colectiva, que es como ha venido trabajando la Coordinadora Regional de la Sociedad Civil en Resistencia durante el proceso de nuestra organización. 

 

Capítulo I

Los debates sobre la resistencia civil qué es y qué no es* 

 

Resistir hoy

Alfredo Molano Bravo

Aproximaciones a la resistencia civil

William Tolosa G., ATI

A propósito de la resistencia. Apuntes para una reflexión necesaria

Eugenio Guerrero

La resistencia una opción legítima y viable

Marcos López

 

Marcos López

La resistencia una opción legítima y viable**

 

Hablar de la resistencia civil implica identificar el valor de un trabajo colectivo. Son pensamientos políticos que nacen para una lucha que tiene que ser colectiva, que es como ha venido trabajando la Coordinadora Regional de la Sociedad Civil en Resistencia durante el proceso de nuestra organización. La resistencia civil no sólo es resistencia, porque lo de civil proviene de una sociedad civil entendida ésta como el pueblo. Para no confundirnos, el concepto que interpretamos como pueblo es el que se identifica con los sectores marginados y que podríamos clarificar más si hablamos del campesinado, de las mujeres, de la clase obrera o de la población indígena; es decir, al hablar del pueblo estamos englobando todas las clases o sectores marginados, explotados, oprimidos y sin derechos.

Hablar de sociedad civil es algo que muchos autores definen de manera distinta, y en lo que más coinciden es en que se trata de un espacio público donde la gente pueda expresar sus ideas y sus pensamientos. También se ha entendido como sinónimo de “ciudadanía”, con derechos y obligaciones; término suave que se acomoda mejor a los gobiernos neoliberales, porque para las prácticas políticas es ejercer derechos como ciudadanos por medio de la elección popular, y las obligaciones, es sujetarse a las disposiciones institucionales y pagar todos los impuestos dictados por los órganos del Estado.

El concepto de resistencia civil, o simplemente resistencia, puede tener diferentes significados de acuerdo con la realidad política y el proceso organizativo en cualquier país. Para algunos, hablar de resistencia civil es hablar de un pueblo organizado con un objetivo político de interés social, y hablar simplemente de resistencia podría ser sólo hablar de fuerza armada sin ningún movimiento político que involucre a la sociedad civil.

En México hablar de resistencia civil significa hablar de una sociedad civil organizada con sus propias identidades políticas, que no busca el poder individual, sino el poder popular o un contrapoder del gobierno. Para lograrlo necesita diseñar sus propios procesos de organización con el fin de hacer frente a las políticas del gobierno, con una estrategia bien definida y con participación activa de las bases sociales. Desde luego, todo debe tener un interés colectivo y unos objetivos de transformación del sistema político y económico del gobierno. Si hablamos simplemente de resistencia, entendemos por ello luchas aisladas sin objetivos claros de interés social, que es más una resistencia individual o grupal sin ningún impacto político en la vida nacional.

Ante la crisis política que sufren los partidos políticos en México (manifestada hace poco en los resultados electorales, con un 59% de abstencionismo), porque muchos ciudadanos y ciudadanas retiraron ya su confianza a los partidos políticos como un medio de transformación del sistema político, surge la necesidad y la importancia de ir construyendo la resistencia civil como un espacio político y público donde ya no se necesita un partido político de vanguardia. El proceso de construcción de la resistencia civil tiene como elemento importante la reflexión lenta y pausada, en la cual la propia gente va encontrando el concepto y el significado de la resistencia; es decir, implica un proceso lento y paulatino para la construcción de la verdadera resistencia civil. Para la gente de la base, la resistencia se ha entendido como el conjunto de las formas colectivas de organizarse políticamente, de hacer frente al capitalismo y al mismo gobierno.

También aclaro que la resistencia civil no existe en un solo modelo, sino que presenta múltiples formas de resistencia según las propias historias de cada país u organización. Como ejemplo tenemos en México, considerando que no sólo el Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN) está en resistencia, a muchos grupos, sectores u organizaciones, como es el caso del pueblo de San Salvador Atenco: que se organizó para resistir en defensa de su tierra cuando el gobierno mexicano le había expropiado por decreto presidencial para construir un aeropuerto. Es decir, que la resistencia puede tener momentos muy álgidos y que puede tener un impacto político muy fuerte, pero que puede correr el riesgo de desvanecerse. En un momento de conflicto puede mostrar una respuesta frontal sólida y provocar un fuerte impacto político y social, pero después puede caer en un momento que la teoría marxista define como “reflujo”; y en esta etapa es cuando puede aprovecharse para sistematizar la experiencia de lucha y seguir organizándose para fortalecerse cada vez más.

Una revolución que tiene la finalidad de la toma del poder para realizar un cambio radical del sistema político, es una resistencia fácil de identificar. Pero puede haber una resistencia individual que poco a poco vaya socializándose hasta llegar a una resistencia civil, luego de un proceso lento, y alcanzar el valor colectivo o solidario. En Chiapas y en todo México es más fácil identificar el carácter solidario en las pequeñas comunidades indígenas y campesinas que en los barrios y las colonias de las ciudades; suele ser más fácil que se organice la gente en las comunidades que en las colonias de la ciudad. La política del gobierno ha tratado insistentemente de hacer desaparecer el carácter solidario; es decir, ha implementado programas asistencialistas y paternalistas que no ayudan y sí obstaculizan e inhiben el propio desarrollo de la gente, tratando de hacer desaparecer el carácter solidario de la población.

La resistencia civil no es ningún tipo de acción colectiva espontánea; más bien es un proceso que empieza y no se acaba, que evoluciona y va tomando otras formas. Es una oposición al poder que conlleva una pugna contra el sistema político del Estado. Su objetivo final es producir el cambio social.

En el tema de la acción colectiva espontánea existen teorías que cuestionan el papel de las vanguardias que pueden encabezarla. En este sentido, podemos considerar el reciente movimiento antiglobalización, que no tiene ninguna estructura permanente ni una vanguardia que lo dirija; otro ejemplo muy claro lo acabamos de observar en el tema del ataque y la invasión militar a Irak, que provocó grandes movilizaciones contra la guerra por su carácter profundamente injusto, el cual tocó el corazón de la humanidad entera. En estos casos la movilización puede ser transitoria y, por tanto, no contribuir a una estructura organizativa y mucho menos a un cambio social.

La resistencia parte en concreto de una reivindicación, de un descontento. Como en el caso de Chiapas, la resistencia al pago de las elevadas tarifas de la energía eléctrica nace de un espacio de análisis con elementos de reflexión en el sentido de por qué emprender esta lucha. Ello quiere decir que el motivo de esta resistencia no es tan simple como no querer pagar el servicio de electricidad, sino que existen claros elementos de por qué resistir, como los siguientes:

a) Chiapas es el principal Estado productor de energía eléctrica en el país y, por tanto, ello debe arrojar algún beneficio a la población que habita el lugar de donde sale esta riqueza; porque las presas hidroeléctricas que la producen han dejado graves daños ambientales y económicos, además de haber despojado a indígenas y campesinos de miles de hectáreas cultivables, sin que esos efectos nocivos hayan sido retribuidos de modo alguno a la población local.

b) Chiapas es uno de los dos estados más empobrecidos y marginados, lo cual impide a la mayoría de la población cubrir una tarifa tan elevada.

c) La base de la economía local es la agricultura, la rama más seriamente afectada por las políticas de libre comercio y el Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN, Nafta), el cual ha provocado una grave falta de liquidez que impide cubrir los altos cobros del servicio.

d) La necia obsesión gubernamental, que se niega a ceder luego de diez años de esta resistencia, obedece a los inminentes planes de privatizar la industria eléctrica nacional, para dar a la empresa paraestatal un carácter netamente empresarial, en lugar del sentido social que tenía en años pasados.

e) La administración gubernamental, caracterizada por su gruesa burocracia y por prácticas recurrentes de corrupción y fraudes, es la responsable directa de su baja rentabilidad.

f) Cuando el pueblo comienza a organizarse contra las políticas del Estado y a reivindicar sus derechos legítimos, estamos hablando de que esa resistencia atenta contra el poder hegemónico que busca perpetuar el orden social que pretendemos cambiar.

Si hablamos de la política imperialista de uniformidad global, que trata de desculturalizar a los pueblos indígenas al imponer una “educación” que ignora la enseñanza de lectoescritura en lenguas indígenas, que con su política comercial consumista trata de eliminar los trajes tradicionales, que busca la desaparición del uso tradicional de plantas medicinales en las comunidades indígenas, entendemos entonces por qué la resistencia civil de los pueblos indígenas se basa en enseñar a leer y escribir en su propia lengua, en rescatar y fomentar el significado, la cosmovisión y la importancia del uso de sus trajes tradicionales, y en continuar la tradición milenaria del uso de plantas medicinales. Hablamos de una resistencia que toca lo cultural y lo económico frente al poder hegemónico.

Puede haber resistencias disfrazadas que el mismo Estado fomenta y que llegan a confundir a la población en general. Ésta no es una resistencia genuina, sino una estrategia del aparato de gobierno para desvirtuar la resistencia real que la sociedad civil está construyendo. En este caso podemos citar la política de los medios de comunicación, principalmente la radio, la televisión y los diarios, con cuyo poder desproporcionado se dedican a despolitizar y a tergiversar la información con versiones oficiales irreales, para mantener bajo su control a la población.

Igualmente sucede con los sindicatos oficialistas y las instituciones de gobierno, que se apropian y distorsionan el verdadero sentido de la rememoración de momentos históricos importantes que guardan una relación directa con procesos de lucha del pueblo en la actualidad. En ese sentido, la resistencia civil consiste en rescatar del olvido el verdadero fondo de dichos acontecimientos del pasado, para resaltar los valores de esas justas luchas, los cuales se reflejan en los procesos de la lucha social actual.

La resistencia que es civil consiste en sacar algunos aspectos de lo privado a lo público, velar por los derechos legítimos de toda la población, éste puede ser el caso de los derechos de los pueblos indios. Se trata de apostarle a la construcción de una resistencia organizada, que se convierte en civil para lograr cambios o reformas en las leyes, que sean graduales y continuas, con el objetivo final de hacer una transformación de fondo en la sociedad.

En la práctica no siempre son efectivas las simples reformas, como es el caso de las reformas a la ley de energía eléctrica en México, en cuyos debates se presenta que, mientras diputados y senadores discuten la aprobación o el rechazo a dicha ley, el Presidente de la República y su gabinete están llevando a cabo la privatización del sector. Durante el gobierno de Vicente Fox Quezada la privatización de la industria eléctrica ha avanzado en un 40%, pasando por encima de las legislaciones vigentes, para que México proporcione electricidad al Estado de California (Estados Unidos). Aunque algunos diputados de los partidos de oposición simulen defender la no privatización, esos son sólo engaños para la ciudadanía. En México el único sindicato de carácter nacional que está en lucha contra la privatización de dicho sector es el Sindicato Mexicano de la Electricidad (SME); por eso surge la inminente necesidad de organizar una mayor resistencia civil de todo el pueblo para defender esa industria, que se construyó durante décadas con el esfuerzo y el trabajo de muchas generaciones de mexicanas y mexicanos.

También está el caso de la reforma laboral, que todavía no se completa al 100%; sin embargo, ya los empresarios están haciendo despidos injustificados sin la indemnización debida, alargando la jornada laboral diaria, disolviendo sindicatos y cometiendo una serie de violaciones a las reivindicaciones que durante años fueron conseguidas por las luchas obreras. Nosotros consideramos que el tema de empleo y desempleo está acompañado de una visión gubernamental de la educación sólo de índole técnica y de bajo perfil, sin carácter social, ni político ni humanista, sino de capacitación para reproducir la cantidad de obreros baratos al servicio de la globalización. Desde la óptica política, el gobierno va introduciendo silenciosamente los modelos educativos técnicos, porque éstos van en concordancia con la privatización de la educación, porque los egresados de las escuelas técnicas están siendo preparados para trabajar en las maquiladoras como mano de obra barata.

En todas las actuales reformas a las leyes no se contemplan protecciones para la clase trabajadora ni para el derecho a la educación o a la salud pública. La actuación de las cámaras legislativas no constituye ninguna garantía para la ciudadanía, porque mientras diputados y senadores discuten reformas constitucionales, el poder ejecutivo realiza cambios silenciosos en las leyes secundarias, como una forma “legal” de aplicar los cambios neoliberales que exige la globalización económica, principalmente encaminados a favorecer las privatizaciones.

En conclusión, la resistencia civil es una opción legítima y viable para frenar el avance imperialista y lograr un cambio en el orden social que sea de carácter popular y democrático. Cada vez más se avanza en su proceso organizativo y se le introducen contenidos de autonomía; es decir, conforme avanza la resistencia civil, poco a poco va haciéndose independiente del gobierno, restándole paulatinamente la fuerza política al sistema político gubernamental.



** Indígena tseltal de la comunidad de Petalcingo, Chiapas-México. Estudiante en la Universidad del Instituto de Estudios Superiores «Manuel José de Rojas» en San Cristóbal de las Casas Chiapas, séptimo semestre de la licenciatura en Derecho; con Diplomado en Resolución de Conflictos, impartido por la Universidad Albert Einstein de la Ciudad de México. Ex integrante de un Programa de capacitación Jurídica en materia de Derechos de los Pueblos indígenas promovido por el Centro de Derechos Humanos Miguel Agustín Pro Juárez en la ciudad de México. Actualmente participa en el área de derechos humanos de las Coordinadoras Regionales de la Sociedad Civil en Resistencia.