29 de septiembre de 2014.-Las organizaciones de inmigrantes han recrudecido sus acciones de denuncia ante lo que consideran una flagrante tragedia humanitaria, con decenas de miles de inmigrantes expuestos a ser deportados en los próximos meses de EEUU. La novedad sustancial es que sus objetivos no son ya sólo los políticos republicanos partidarios de expulsar a los llamados ilegales, sino también algunas de las figuras más reconocidas del partido demócrata. «Ahora que el presidente ha retrasado la posibilidad de hacer justicia a nuestra comunidad», ha escrito Felipe Sousa-Rodríguez, codirector de getEQUAL, «justo cuando nuestras familias necesitan desesperadamente un amigo, el senador Reid ha guardado silencio pese a todas sus promesas».
Sousa-Rodríguez interpela así al senador demócrata Harry Reid, uno de los más firmes defensores en la defensa de los inmigrantes, y que en los últimos días ha optado por mantener un perfil bajo ante la evidencia de que la Casa Blanca ha decidido posponer cualquier acción hasta que no se celebren las elecciones al Congreso y al Senado. Sousa-Rodríguez, cuya hermana, Claudia Sosa, podría ser deportada a pesar de haber vivido más de veinte años en EEUU, repite con su carta lo que ya parece una estrategia decidida por parte de la comunidad latina de exigir responsabilidades a sus tradicionales aliados, esos políticos demócratas a los que acusan de haberlos abandonado justo cuando más necesaria era su ayuda.
Como ejemplo de la tragedia que afecta a millones, United We Dream, otra de las organizaciones más activas, presenta el caso de Miguel Barrueta, que llegó a EEUU en el año 2000,» se estableció en Delaware y trabajó diversos oficios hasta que tuvo suficiente dinero como para abrir su propio negocio, un restaurante. Con tres hijos, el menor de los cuales todavía depende de su padre económicamente, Barrueta se enfrenta a una inminente deportación. United We Dream enfatiza el hecho de que estamos ante un ciudadano ejemplar, sin el más mínimo incidente con la ley, que ha creado riqueza en los EEUU, paga sus impuestos y da trabajo a varios empleados, y que podría ser expulsado a causa de una legislación que no tiene en cuenta que Miguel pertenece a este país, y ésta es su casa».
La ira de los latinos ya pudo sentirla en carne propia Hillary Clinton el pasado fin de semana, cuando se presentó en Iowa para participar en un acto que recaudaba fondos en favor de los candidatos demócratas. Y el resentimiento, la frustración, la ira, viene creciendo desde hace tiempo. Así, a finales del mes de agosto un centenar de activistas se manifestaba frente al centro de detención de Tampa para exigir a Obama que actuase. «He tomado esta iniciativa», comentaba entonces Nestor Ruiz, líder local de UWD, «no sólo por mi padre, que fue deportado en 2006 al que no vuelto a ver, sino por los cientos de padres y madres que se han sido víctimas de la máquina de deportación del presidente Obama y que no han visto a sus hijos en meses o incluso años. No quiero que nadie sufra este dolor». Poco después, y con la mirada dirigida a las encuestas de intención de voto, el presidente anunciaba que retrasaría cualquier medida, y los activistas y líderes latinos prometieron una campaña a gran escala que acaba de comenzar.
(Rianovosti)