En la Olimpiada de la Corrupción en México compiten todos los funcionarios públicos y los empresarios corruptos que tengan acceso al presupuesto público. Los ciudadanos otorgarán las medallas a los personajes más corruptos de México, de acuerdo con la percepción pública y la información disponible.
Eduardo Wilson / Especial para Regeneración.
Regeneración, 22 de agosto de 2016. El término corrupción proviene del latín y significa en sentido estricto “hacer pedazos algo”. En su acepción general la palabra corrupción se asigna para nombrar abusos de poder, quebranto de leyes o reglas, conductas negativas, o comportamientos éticamente reprobables.
La organización Transparencia Internacional ubica año con año mediante una cierta metodología a todos los países del mundo dentro de un ranking cuantitativo que va de lo menos a lo más corrupto.
En 2014, México fue clasificado en el lugar 103 (de 175), es decir fue colocado dentro del rango del 40% más corrupto del mundo (https://www.transparency.org/cpi2014/results ).
Sin embargo, dado que ese reporte internacional se limita a evaluar a los gobiernos (el sector público de los países), el análisis no refleja la realidad nacional pues en México la corrupción se encuentra ampliamente extendida a otros muchos sectores.
Hoy, que casi se termina la Olimpiada Río 16, los mexicanos bien pueden organizarse y entre familiares, amigos, colegas y compañeros de trabajo armar sus propias percepciones acerca de la corrupción mexicana.
En este caso se trata de otorgar medallas a los más corruptos (algo nada fácil). Las categorías son numerosas: desde presidentes, servidores públicos, diputados y senadores, y empresarios, hasta jueces, prelados y sacerdotes, periodistas, líderes sindicales, científicos y árbitros deportivos.
La tarea es inmensa, casi descomunal, pero bien vale la pena organizar estas olimpiadas y hacer públicos sus resultados, individuales o grupales.
¡Manos a la obra¡