Por Miguel Martín Felipe
RegeneraciónMx.- Hace algunos días, uno de mis alumnos me comentaba que escuchó a otro profesor suyo aseverar, no sin cierto aire desolador, que ya las cosas no eran como antes y que se notaba en el habla de las nuevas generaciones.
Comentaba que, en las comunidades que se forman en torno a los videojuegos de forma virtual y a nivel global, se escuchaba a los jóvenes hacer “aberrantes” combinaciones de vocablos procedentes de distintos dialectos del español. Aquí me detengo recordando que un dialecto no es una lengua originaria, como errónea y peyorativamente se suele utilizar el término, sino que éste se refiere a la variante de un idioma según la región.
El nuevo dialecto sobre el cual este profesor se escandalizaba, es producto del contacto interlingüístico, o en este caso, interdialectal, que se da dentro de un contexto en que niños de varias partes del mundo hispanohablante interactúan entre sí de manera natural, con interjecciones y léxico sumamente coloquiales, puesto que se trata de un contexto lúdico.
Esto da pie a un fenómeno sumamente interesante, en el que los niños y jóvenes -no aprenden- adquieren palabras originalmente ajenas a su propia variante del español y las vuelven parte de su léxico con toda normalidad.
De esta manera, nos encontramos frases tan peculiares como: «¡Güey! ¿Qué era esa ‘wea? ¡No mames, concha de su ‘mare! ¡Casi me pega una hostia!»
Cabe señalar que este interesante fenómeno se está suscitando sobre todo en comunidades gamer de niños cuyas edades están entre los 6 y los 15 años, aproximadamente. Esta franja etaria coincide con el fin de la etapa de adquisición del lenguaje, aquella en que el cerebro registra como lengua materna el código en el que se comunica el entorno inmediato del individuo, por lo que, con toda naturalidad, las formas expresivas que se comparten cotidianamente pasan a ser parte del léxico.
En otras palabras, estas comunidades desarrollan una variante del español compuesta por chilenismos, mexicanismos, iberismos, argentinismos, anglicismos y demás expresiones que originalmente estaban solo en los dialectos propios de cada región.
En otros momentos me ha tocado atestiguar cómo algunas personas ya en la adultez adoptan iberismos o argentinismos, pero se nota un cierto afán de ostentación, pues es una actitud consciente por parte de quienes están en contacto con manifestaciones culturales como música, cine o literatura argentina o española, y acuden a expresiones de este origen por considerarlas una marca de prestigio. Sin embargo, para el caso de los gamers, se da de una forma natural.
Estos préstamos lingüísticos consisten en palabras coloquiales que en muchos casos son francas groserías. Esto no sorprende, pues el tabú y lo extravagante suelen ser algo muy apreciado en diversos ámbitos y el lingüístico no es la excepción. Y es que hay palabras que resultan sumamente efectivas y por eso son muy apreciadas como préstamos.
Tenemos el caso del adjetivo ‘chingón’, que se ha convertido no solo en una palabra ya bastante recurrente en la publicidad, sino que también es un modismo de exportación que utilizan creadores de contenido ibéricos o caribeños. Aunque si acudimos a autores como Jesús Flores y Escalante u Octavio Paz, encontraremos el repudio a esta raíz por considerarla algo referente al sometimiento. Sin embargo, la efectividad de las formas expresivas se abre paso sin reparar en este tipo de reflexiones semánticas (lo referente a los significados).
Recientemente escuché a un youtuber español decir la siguiente frase, estrambótica donde las haya: «¿Y qué queréis que os diga, peña? ¡Vais a flipar, porque jamás veréis gráficos más berracos, más chingones que estos en todo el mundo mundial!». Igualmente, el español de Colombia hace su aportación.
Otro fenómeno sumamente interesante tiene que ver no con las palabras en sí, que es algo muy evidente, sino con la estructura, que resulta algo más sutil. Si bien la era digital está equilibrando poco a poco la balanza y nos encontramos cada vez a más hablantes de inglés utilizando palabras en español, es una realidad que la industria cultural anglosajona domina en internet, aparte de que siempre hemos estado bombardeados por ella, particularmente en México.
Inconscientemente, muchas personas, generalmente en estratos altos de la sociedad, aplica la sintaxis (orden de los elementos) del inglés a frases en español. Por eso encontramos ejemplos como los siguientes:
Frase original en español | Equivalencia en inglés | Como se dice por influencia del inglés |
«¡Me alegraste el día!» | «You made my day!» | «¡Me hiciste el día!» |
«Me encantó el elenco de la película» | «I loved the cast for the movie» | «Amé el cast de la película» |
«No tiene sentido para mí» | «It doesn’t make sense to me» | «No hace sentido para mí» |
Podríamos hipotetizar que en cierto momento este fenómeno se dio en comunidades en las que se manejan ambos idiomas cotidianamente. De hecho, muchos hispanoparlantes inmersos en la realidad anglosajona utilizan este tipo de formas expresivas, que resultan ser traducciones literales de los verbos que realmente serían aplicaciones incorrectas de los mismos en español.
Sin embargo, como en tantos otros casos, no podemos salir quijotescamente a blandir la lanza de la Real Academia de la Lengua Española, puesto que dicho organismo solo consigna la forma en que se habla el español en cierta franja temporal, por lo que la idea que muchos tienen de ella como organismo rector facultado poco menos que para sancionar a todo aquel que infrinja las reglas, realmente es errónea.
En cierta ocasión, cuando comencé a agarrar monte en una clase de inglés reflexionando sobre estos temas, una alumna de la tercera edad comentaba: «Es que realmente no hablamos como deberíamos». Me vi entonces obligado a refutarla con base en estos mismos argumentos, pero sobre todo le puse un símil que la hizo entender de manera más clara.
Supongamos que estamos en Roma a mediados del Siglo II d.C., y una señora hablante del llamado latín culto, en una plática casual comienza a decir: «¿Ya supieron cómo se anda hablando el latín en la península ibérica? Ay, no. Qué barbaridad. Están destrozando el idioma». Sin embargo, esa variante del latín, que a oídos de los puristas estaba siendo mancillada por el contacto con otras lenguas regionales, más tarde se convirtió en el castellano, el catalán, el gallego, el asturiano y el extremeño; todos ellos constituidos oficialmente a día de hoy como idiomas y asociados a la identidad de los pueblos que los hablan.
Así pues, hoy más que nunca, el contacto entre distintas lenguas y distintos acentos es mucho más palpable y frecuente de lo que fue en épocas pasadas. Se están generando nuevas variantes del español en distintas comunidades y grupos etarios.
El factor de la interconexión global en tiempo real, que se potenció durante la pandemia, ha impactado en el dialecto e idiolecto (forma particular de hablar de cada persona) de todos aquellos que afianzaron su pertenencia a comunidades multiculturales y la lengua es el ámbito en el que esa retroalimentación se ve reflejada.
Quienes enarbolan la bandera del purismo, el supuesto buen hablar y el apego a las reglas de la RAE sin tomar en cuenta la variedad de fenómenos gramaticales con un enfoque descriptivo -que generalmente suelen ser personas de pensamiento conservador- terminan por verse rebasados ante una muy muy peculiar evolución de la lengua donde procesos que cientos de años, hoy se atestiguan en tiempo real.
No hay lengua que se destroce, solo hay hablantes adaptando el código a sus necesidades de comunicación. Y si se encuentran a alguna persona que se empeñe en corregirlos o escandalizarse por estos fenómenos, canalícenla conmigo y platicamos.
Sigue a Miguel Martín Felipe en:
Twitter: @miguelmartinfe
YouTube: Al Aire con Miguel Martín
Facebook: Miguel Martín Felipe Valencia