Por John Saxe-Fernández | La Jornada
4 de septiembre de 2014.-Fue imperdonable la liviandad, codicia y el profundo desprecio por la salud, seguridad y bienestar de la población mexicana, de quienes, a contracorriente del mundo, desde Los Pinos y el Congreso, le recetaron a la nación, por la vía rápida, el fracking o frack, que perfora la roca con enorme presión y volumen de agua mezclada con elementos de alta toxicidad. Por sus nocivos efectos en salud, flora, fauna, medio ambiente y atmósfera, recibe creciente rechazo y veto global: en Estados Unidos 418 localidades, entre ciudades, condados, municipios, etcétera, la rechazan y/o prohiben.
El Consejo de la Ciudad de Washington DC en defensa de las fuentes de agua del Pótomac, veta la perforación horizontal, componente esencial del frack. Igual en Francia, Luxemburgo, Bulgaria, Rumania, Alemania, República Checa, España, Suiza, Italia, Irlanda del Norte, Argentina, África del Sur.
Para enterarse y sorprenderse de la regresiva mendacidad en que incurren la propaganda oficial y los voceros de PAN y PRI, que se ufanan del despojo energético encubriendo con spots la miseria, enfermedad y muerte que desparraman a lo largo y ancho del país, vale revisar y preguntarse ¿por qué el fracking concita tal rechazo y por qué aquí los altos cargos oficiales, que se supone regulan a favor del medio ambiente, el agua potable y la salud, presentan al frack en versión edulcorada por no decir fraudulenta, como cualquier otra tecnología, gracias a supuestos avances tecnológicos?
Lo que sabe la cúpula petrolera y gasera, por sus propias evaluaciones y estudios, ahora lo vive –y padece– una cada vez mayor masa poblacional en Neuquén, Argentina, Estados Unidos, Europa, África del Sur y el mundo. De ahí el rechazo en aumento, que difumina rápidamente de pueblo a pueblo, de nación a nación, lo peligroso que es para la salud, ambiente y atmósfera el fracking. El Centro de Derechos Humanos y Ambiente, Argentina, señala, entre muchos aspectos importantes que hay comunidades en Estados Unidos afectadas por ráfagas de aire contaminado por escapes de gases como el metano. Según reciente informe del IPCC, el metano tiene un efecto invernadero mucho mayor (100 veces) a lo que se estimaba en relación al CO2.
Evidencia de las fugas de metano la ofreció James Northrup un administrador ya retirado de Atlantic Richfield, entre las primeras 10 corporaciones petroleras de Estados Unidos, quien en una audiencia públca sobre el fracking, calificó la actuación de los voceros de la industria como una vergüenza tanto como a los supuestos apoyos científicos de que la fractura hidráulica es segura, como nos dicen funcionarios gubernamentales y promotores de aquí. A ese tipo de planteos los llamó ciencia basura y, sin más, procedió a citar un estudio interno que sólo circula entre la cúpula de gerentes, que muestra que el 25 por ciento de los pozos frack empiezan a tener fugas de metano a los dos años y el 40 por ciento luego de ocho años, agregando: todo mundo en la industria sabe que las perforaciones de gas contaminan el agua subterránea.: El problema no es si hay escapes sino cuánto se fuga .
Y ya que senadores y diputados prianistas aprovecharon el ímpetu de su blitzkrieg energético contra el pueblo –sugerido en televisión por un intelectual siempre a la sombra del poder– para abrir y legalizar a favor de las mineras el “negocio shale”, ni lerdos ni perezosos los banqueros de allá, dueños de los de acá, ofrecieron los papeles verdes para horadar todo México, sin importar que se contaminaran cientos de miles de hectáreas y decenas de millones de litros de agua por cada pozo fracturado. Piensan fracturar unos 22 mil pozos en los próximos 21 años. Llenos sus bolsillos, se van. Nos heredan tierra y agua envenenada a sabiendas de que la tecnología actual sólo permite recuperar entre 20 y 30 por ciento del agua contaminada. Por lo que el líquido letal queda como amenaza para siempre, para personas y todo tipo de actividades humanas.
La perforación horizontal, serpentea a través de la roca madre miles de metros y en toda dirección, cubriendo muy amplios espacios, mucho más de los que están presentes en las explotaciones gaseras o petroleras convencionales. En la perforación por gas o petróleo convencional sólo hay un pozo por área. La perforación convencional va en busca de un gran volumen de gas o petróleo, atrapado a gran presión en burbujas, que hace que el gas o el crudo brote con fuerza.
La explotación de gas “no convencional, es muy diferente. Devora, destroza y envenena el territorio. Así se aprecia en el mapeo global y por región, sub-región, país y municipio hecho por el Departamento de Energía de Estados Unidos y como dijo Gilberto López y Rivas en un seminario celebrado en el CEIICH y Economía de la UNAM, con el Tribunal Permanente de los Pueblos, la geografía para la contrainsurgencia apoyada por research grants del Pentágono, de tiempo ha cuenta con el mapeo de la tierra indígena y campesina de México.
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