Escasez de agua, una tragedia de los pueblos y campamentos en Mosul

«No hay agua en la zona y son los niños los que van a buscarla al río, pero este agua no es buena para consumir», se lamenta Ahmed Fathi, que vive en el mismo pueblo de Sayramun, anclado en un meandro del Tigris al sur de Mosul.

agua_mosul_irak

Regeneración, 13 de mayo del 2017.-Al borde la carretera, Ruqaya deja su bidón y mira pasar un convoy militar que se dirige a Mosul. Su pueblo, ya liberado de los yihadistas, sigue sin agua potable y esta niña iraquí tiene que ir cada día hasta el Tigris para abastecer a su familia.

Tras el paso de los vehículos, Ruqaya, de cinco años, con un vestido naranja que cubre sus pantalones rosas, retoma su camino hacia el río bajo un sol de justicia y en medio del estruendo de los helicópteros de combate, que sobrevuelan la zona.

Como su padre está enfermo, es ella la que se encarga de ir a buscar el agua para su familia.

«No hay agua en la zona y son los niños los que van a buscarla al río, pero este agua no es buena para consumir», se lamenta Ahmed Fathi, que vive en el mismo pueblo de Sayramun, anclado en un meandro del Tigris al sur de Mosul.

No muy lejos, en esta misma orilla oeste del río, las fuerzas iraquíes, con el apoyo de la coalición internacional liderada por Washington, luchan contra los yihadistas del grupo Estado Islámico (EI) para arrebatarles los últimos barrios que controlan en Mosul, la segunda ciudad del país.

LEER MÁS:  Derecho al agua garantizado con Plan Nacional Hídrico: Sheinbaum

Liberado del yugo yihadista en febrero, Sayramoun está más aislado que nunca. La circulación de vehículos está prohibida en este sector clave, por donde transitan cada día numerosos convoyes militares.

Sin electricidad, la planta más cercana de tratamiento de agua no funciona.

Los habitantes intentan sobrevivir haciendo hervir el agua del Tigris. «Lo hacemos con hogueras o con pequeños hornillos de queroseno porque tampoco tenemos gas», añade Ahmed Fathi.

A pesar de todas estas precauciones, «hemos tenido casos difíciles, no muertes pero sí intoxicaciones», recuerda.

«La situación era mejor incluso hace 60 años. Hemos retrocedido varias décadas», alerta el alcalde Hajj Abu Mohamed que, como otras 70 familias, decidió no permanecer en el campamento donde habían sido trasladados tras la ofensiva de febrero y prefirió volver al pueblo.

Suben las temperaturas

En los campamentos que se multiplican en los alrededores de Mosul, el acceso al agua no es mucho mejor.

Las botellas de agua distribuidas no bastan para la inmensa cantidad de desplazados (más de 400.000 para Mosul Oeste). Y el agua que llega con los camiones no siempre está tratada correctamente.

En el campamento de Hamam al Alil, uno de los mayores de la región, Yaser Ahmed llena su bidón en un depósito colectivo.

«Nos dan botellas pero no es suficiente para beber y cocinar, así que utilizamos este agua después de haberla filtrado y hervido», explica este padre de familia de 37 años. También utiliza las pastillas para purificar el agua que distribuyen en el campamento.

LEER MÁS:  Derecho al agua garantizado con Plan Nacional Hídrico: Sheinbaum

Aún así, no se plantea llevar a su familia a su barrio de Maamun, en la zona oeste de Mosul, donde la población tiene que beber el agua de pozos insalubres.

Varios vecinos explicaron a la AFP que regresaron a sus barrios, después de ser liberados, pero rápidamente decidieron volverse por culpa de la escasez de agua potable.

Aunque ciertas estaciones depuradoras se salvaron milagrosamente de los combates, las redes de suministro sí resultaron muy dañadas, ya sea por los bombardeos de la coalición internacional o por los explosivos de los yihadistas.

Con el verano que se acerca, crece el miedo ante una posible crisis humanitaria. Los 35ºC o 40ºC que marcan los termómetros actualmente en la región de Mosul, en el norte del país, alcanzarán pronto los 50ºC.

«La gente necesita agua potable y todavía necesitará más en las próximas semanas y meses», explica a la AFP la coordinadora humanitaria de la ONU en Irak, Lise Grande.

El programa de Naciones Unidas para el desarrollo, que pilota las operaciones de construcción, «hace todo lo posible para reparar rápidamente las plantas de tratamiento de agua», asegura. «Vamos avanzando pero hay mucho por hacer».

(AFP)