Académicos podrían cambiar el mundo, si dejan de hablar solo entre ellos

Estudios revelan que en promedio, un artículo académico es leído apenas por tres personas. El sistema universitario y sus políticas, responsables de la lejanía entre la academia y el mundo real.

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Por Savo Heleta

Regeneración, 01 de abril de 2016.-La investigación y el pensamiento creativo podrían cambiar el mundo, esto significa que los académicos tienen un enorme poder. Pero, según los académicos Asit Biswas y Julian Kirchherr, la inmensa mayoría de los académicos no están definiendo los debates públicos de la actualidad.

En cambio, su trabajo queda asentado la mayoría de las veces en publicaciones académicas que son leídas solamente por sus pares (otros académicos). Biswass y Kirchherr estiman que en promedio un artículo académico se lee por apenas 10 personas.

Cerca de 1.5 millones de artículos revisados por pares se publican anualmente. Sin embargo, muchos son ignorados incluso entre comunidades científicas –el 82% de los artículos que se publican en humanidades (revistas) no se citan siquiera una vez.

Esto sugiere que una gran parte de las grandes ideas y muchas ideas que podrían cambiar el mundo no se están haciendo del dominio público. ¿Por qué, entonces, los académicos no están haciendo más para compartir a un público más amplio?

Al parecer hay tres razones: una estrecha idea de lo que los académicos deben o no deben hacer, una falta de incentivos de parte de universidades o gobiernos, y una falta de entrenamiento en el arte de explicar conceptos complejos a una audiencia no académica.

 

La “misión” intelectual

Algunos académicos insisten en que no es su trabajo escribir para el público en general. Ellos sugieren que ello significaría que están “abandonando” su misión como intelectuales. No quieren sentirse como si estuvieran haciendo demasiado simples ideas y argumentos complejos.

El contra argumento es que los académicos no pueden operar alejados de los verdaderos problemas del mundo real.

Ellos podrían estar produciendo ideas e innovaciones importantes que podrían ayudar a la gente a entender e incluso comenzar a acercarse a problemas como el cambio climático y conflictos relacionados con inseguridad alimentaria o enfermedades.

 

Falta de incentivos

Otro problema es que las universidades tampoco dedican esfuerzos significativos para animar a los académicos a salir de sus salones de clase y laboratorios. Globalmente hay muy pocas instituciones que ofrezcan incentivos a sus académicos para escribir en los medios más populares, aparecer en radio o televisión o compartir sus investigaciones y opiniones con el público a través de estas plataformas.

“En Sudáfrica, donde soy director de investigación y enseño, los incentivos se limitan a métodos de publicación formales. Instituciones individuales como el Departamento de Alta Educación y Entrenamiento ofrecen recompensas por publicar libros, capítulos en libros, monografías o artículos en diarios acreditados y consultados normalmente por otros académicos.

El departamento paga a universidades más de 100 mil dólares por cada unidad publicada, por ejemplo, un artículo en una publicación académica. Estos financiamientos se otorgan a universidades que usan sus propios esquemas de desembolso de subsidios para dividir los fondos de la institución. En algunos casos, los académicos reciben más financiamientos por artículos en publicaciones internacionales que en nacionales.

Catriona Macleod de la Universidad de Rhodes, en Sudáfrica, ha argumentado que estos incentivos financieros son un ejemplo de la “mercantilización de la investigación” y que esto es malo para la beca.

Macleod dijo a la Universidad de Noticias del Mundo: “El sistema de incentivos es un instrumento de embote que sirve al propósito de aumentar los ingresos de las universidades en vez de apoyar la producción del conocimiento en Sudáfrica: la cultura de ‘publicar o perecer’ es una realidad en las universidades de todo el mundo.

“Y los académicos no tienen otra opción más que seguir en este sistema. Sus carreras y promociones dependen casi totalmente de su récord de publicaciones académicas, así que ¿para qué considerar comprometerse con el público en general?”

 

Aprender a escribir

Hay un tercer factor que detiene a los académicos para escribir a audiencias más amplias: aunque les gustaría no siempre saben cómo empezar ni cómo hacerlo.

Escribir un artículo para una publicación académica es un proceso muy diferente a redactar uno para aquellos que no están dentro de la academia. Naomi Wolf y Sacha Kopp relatan en un artículo que examina el caso:

“La escritura académica tiene el beneficio del rigor académico, una amplia documentación y pensamiento original. Sin embargo, la transmisión de nuestras ideas se ve obstaculizada de forma rutinaria por una gran cantidad de jerga dirigida a nuestros pares académicos.

“Las universidades tienen aquí un rol qué jugar ofreciendo cursos y talleres a sus académicos y estudiantes. Esto puede ayudar a desarrollar habilidades de escritura de no ficción”.

 

Tiempo de un cambio

Los académicos necesitan empezar a tener un rol más prominente en la sociedad en lugar de quedarse como observadores que escriben desde dentro de sus torres de marfil y publican sus descubrimientos detrás de escaparates digitales costosos.

Las políticas universitarias y gubernamentales necesitan volverse más claras en relación a lo que esperan de sus académicos. Publicar investigaciones en medios que sólo leen otros académicos es y siempre será importante. Pero debería haber más incentivos para animar a los académicos a compartir sus investigaciones al público en general.

Hacer este tipo de trabajo debería ser considerado para promociones y debería otorgar recompensas tanto para universidades como para académicos.

La calidad de la investigación académica y la innovación son cruciales. Es igualmente importante, no obstante, llevar las ideas más allá del mundo de la academia. Podría hacer una enorme diferencia en la vida de las personas.

 

Traducido de The Conversation.