Infografía: Pablo Alarcón-Chaires.
Desde dos años, 53 ciudadanos, científicos, defensores de derechos humanos y artistas junto con 20 organizaciones campesinas y civiles frenaron la liberación o siembra del maíz transgénico en México, mediante una demanda colectiva. Así, unos cuantos ciudadanos y organizaciones pararon las acciones de las corporaciones (Monsanto, y otras como Pioneer, Dow y Dupont)
por Víctor M. Toledo
Regeneración, 7 de julio de 2015. El mito bíblico parece reproducirse, aunque a una escala infinitamente mayor. En México, las gigantescas y super-poderosas compañías biotecnológicas y agroquímicas buscan desde hace varios años introducir a como dé lugar variedades de maíz transgénico a los campos del país, un engendro de la biología molecular que amenaza la diversidad de maíces nativos, producto de 7,000 años de la domesticación realizada por las culturas mesoamericanas, y cuyo consumo afecta la salud humana (pruebas en ratas alimentadas con esos maíces les generaron tumores malignos). El intento de las corporaciones viola varios tratados internacionales y entra en conflicto con artículos de la Constitución de México. Para colmo las variedades transgénicas no aumentan un gramo los rendimientos del maíz, y requieren de un herbicida química (el glifosato) que es altamente tóxico como lo han señalado científicos de Europa y Sudamérica.
¿Por qué David contra Goliat? Porque hoy se cumplen dos años desde que 54 ciudadanos, científicos, defensores de derechos humanos y artistas junto con 20 organizaciones campesinas y de la sociedad civil lograron algo que parecía imposible: detener mediante una demanda colectiva la liberación o siembra del maíz transgénico en México. Unos cuantos ciudadanos y organizaciones lograron parar de golpe las acciones de las corporaciones (Monsanto, y otras como Pioneer, Dow y Dupont). Ellos son la expresión de más de mil comunidades campesinas e indígenas que se han declarado contra ese maíz biotecnológico y de varios cientos de científicos, artistas e intelectuales. Para que se alcance a visualizar la proeza: solo Monsanto tiene ingresos anuales por mas de 15 mil millones de dólares, mantiene su presencia en varias decenas de países, posee una planta de 26,000 empleados y de unos 20,000 científicos (El número total de miembros del Sistema Nacional de investigadores de México reportado es de 22 mil 408 investigadores).
¿Cuales han sido las reacciones de las empresas y del gobierno de México ante esa demanda legal? Impugnarla. La Sagarpa y la Semarnat -quienes deberían proteger el patrimonio alimentario de los mexicanos, decidieron cuestionar, atacar legalmente y argumentar en contra de las peticiones ciudadanas. Junto con las corporaciones han realizado 93 impugnaciones a la fecha, incluyendo 22 juicios de amparo.
Después de dos años los tribunales federales han resuelto a favor de los ciudadanos. Diecisiete instancias del Poder Judicial Federal, incluyendo la Primera Sala de la Suprema Corte de Justicia de la Nación y una Comisión del Consejo de la Judicatura Federal, han resuelto los 22 juicios de amparo en favor de las peticiones ciudadanas. Ello habla bien del poder judicial y de la necesidad de la opción legal en estos conflictos tan desproporcionados. La batalla final aún no se realiza (se requiere de una decisión que no sea provisional sino definitiva) , pero David va venciendo por ahora a ese gigantesco Goliat, dotado de un inmenso poder económico, tecnológico, diplomático, político y de comunicación de escala planetaria.