Han pasado 43 años desde que el primer grupo lésbico marchó en la Ciudad de México, algunas ataviadas con una máscara morada para evitar ser reconocidas, ayer 25 de junio la Marcha del Orgullo reunió a más de 256 mil personas entre colectivos, simpatizantes y miembros de la comunidad LGBTTI
RegeneraciónMx.– Han pasado 43 años desde la primera vez que colectivos gay hablaron públicamente de su amor en rebeldía. Ayer, 25 de junio, la Marcha del Orgullo convocó a más de 256 mil personas entre simpatizantes, colectivos y miembros de la comunidad que abarrotaron Reforma y la Plaza de la Constitución.
Los carros alegóricos y disfraces que ayer llenaron de color la Ciudad distan de los usados por los miembros de la comunidad que en 1979 hicieron su primera manifestación pública, para declarar su amor en rebeldía libre de los estereotipos conservadores que reinaban en la época.
La primera marcha gay en la ciudad de México fue encabeza por el Frente Homosexual de Acción Revolucionaria, el Grupo Autónomo de Lesbianas Oikabeth, y el Grupo Lambda de Liberación Homosexual. La mayoría eran hombres etiquetados por la sociedad como desviados, pero entre ellos había un grupo e mujeres, que, además de ser lesbianas eran feministas.
Se trata del Grupo Autónomo de Lesbianas Oikbeth, comando por la pintora Yan María Yaoyólotl Castro, quien cansada del maltrato, decidió levantar la voz, defender sus preferencias sexuales y luchar por sus derechos.
Los contingentes gay marcharon junto a un puñado de estudiantes que protestaron por la matanza del 2 de octubre en Tlatelolco.
De esa época Yan María recordó en el documental Amor en rebeldía su cambio de adolescente a adulta, el momento crítico cuando tuvo que reconocerse como lesbiana y enfrentarse con el profundo rechazo de su familia.
«Ahí me di cuenta que los inicios de este movimiento habían sido muy políticos. Es decir, las mujeres lesbianas no solamente eran lesbianas sino también feministas, eran socialistas y había una búsqueda por transformar el mundo, por un bien mayor”, explicó durante la presentación del cortometraje estrenado en Morelia hace tres años.
Yan María perteneció al primer grupo de mujeres que se unió a las protestas de los hombres homosexuales, al principió sólo marchaban entre 40 y 50 mujeres ataviadas con una máscara morada, que tenían miedo de ser identificadas y que eso les costara la casa o el empleo.
Oikabeth fue el primer grupo abiertamente lésbico, se reunían en la clandestinidad para debatir su papel en una sociedad profundamente patriarcal y para consolarse emocionalmente, puesto que en esa época la homosexualidad estaba considerada como una enfermedad mental que era tratada con terapia de electrochoques o lobotomías.
Yan María recordaría muchos años después como sus amigas y compañeras del movimiento terminaron suicidándose o recluidas en psiquiátricos.
Después de su aparición Oikabeth se incorporó al Movimiento Internacional Socialista y la izquierda tanto feminista como homosexual.
«Al respecto, era tan falso que la revolución y el socialismo implicaran automáticamente la liberación de las mujeres como falso que la liberación de las mujeres implicara automáticamente la liberación de las lesbianas. La realidad era que tanto las mujeres en general como las lesbianas debían de luchar por ellas mismas y para sí mismas, lo cual requería necesariamente de la autonomía. Era evidente que cualquier grupo o sector social que no luchara por sí mismo y por sus reivindicacio- nes específicas sería opacado, subordinado o anulado por los grupos o los sectores más fuertes o dominantes», apuntó Yan María en el primer encuentro de lesbianas en Latinoamérica.
OIKABETH Y LA BSUQUÉDA DE AUTONOMÍA
El grupo Oikabeth, derivado de un acrónimo maya que significa Olin Ikispan Kathuntah Bebezah Thoth, y significa Movimiento de mujeres guerreras que abren camino, comenzó una ardua lucha por la reivindicación de sus derechos como lesbianas feministas, alejadas de las feministas heteropatriarcales y de los hombres.
«Por lo anterior, Oikabeth I (el Oikabeth original, no las otras dos versiones del mismo) concebía a la autonomía como un principio político fundamental para todos los sectores sociales oprimidos y como una condición ineludible para dar lugar a un movimiento social mundial realmente representativo de todos y cada uno de los sectores que componen a la sociedad. Es por esta razón que dicha organización nunca luchó únicamente por “su” autonomía ni por “la de las lesbianas”, sino por la autonomía de todas y cada una de las organizaciones sociales obreras, campesinas, populares, estudiantiles, étnicas, raciales, nacionales, culturales, etcétera, incluidas las medicinas alternativas, la antipsiquiatría, la universidad para el pueblo, la teología de la liberación y las espiritualidades disidentes», reiteró Yan María.
La lucha por los derechos y la autonomía de los colectivos que se asumen como lesbofeministas ha suscitado grietas respecto al feminismo heteropatriarcal, las mujeres homosexuales y las heterofeministas, que hoy en día siguen realizando y concibiendo una estructura propia desde donde mirar el mundo.