Figuras de la pasión y el Jesucristo revolucionario de Tomás Mojarro

En 1984, bajo la dirección de Rafael Corkidhi, Tomás Mojarro interpretó una versión contemporánea de Jesús, en Figuras de la pasión, el autor interpretaría a un Cristo que era un obrero que luchaba contra el orden establecido y de este modo resignificaba el concepto de religiosidad y fe

Reverso de la película Figuras de la pasión, remasterizada por Conaculta.

Por Martha Rojas 

RegeneraciónMx.– “Estamos en la almendra de la injusticia”, decía el periodista y escritor Tomás Mojarro, quien murió este martes 11 de enero a los 89 años, tras una larga carrera y batalla en pro de los desposeídos.

Cada una de las facetas que “El Valedor” – seudónimo adoptado a partir de una historieta del mismo nombre en la que denunciaba las injusticias sociales de su México, la “estrella polar”, como él la llamaba – recayeron en un mismo punto: la lucha por los desposeídos, por aquellos que quedaban al margen de cualquier esfera política y social y a quienes representó en el universo literario y cinematográfico que protagonizó.
Era a ellos a quienes Mojarro intentaba dar voz y luz; creía que el cambio y la revolución en todas las facetas del espíritu humano eran posibles y reales.

Formado como filósofo y teólogo, carrera que dejó inconclusa en la Universidad de Querétaro, Mojarro practicó hasta el último momento de su vida la coherencia ideológica en su vida personal y literaria, un pensamiento que germinó a los albores del Materialismo Histórico, aquella corriente del pensamiento en la que Marx y Engels habrían de dilucidar que la Historia de los hombres nos es otra cosa que la lucha de clases; un proceso dialéctico entre dos entes, entre la mayoría que tiene su fuerza de trabajo y los menos que poseen los medios de producción, de ahí que Mojarro sintiera la necesidad de que los obreros por fin se dieran cuenta de su condición y promovieran la transformación de ese proceso del que eran partícipes.

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Nacido en el seno de una familia católica radical, en Jalpa, Zacatecas, Tomás Mojarro cuestionó los pilares de la religiosidad, la fe y la bondad. En 1984, se involucró en una producción cinematográfica que muchos, sobre todo partidarios de la derecha, considerarían obscena: Figuras de la pasión dirigida por su coetáneo Rafael Corkidhi, en la que interpretaría una versión muy personal de Jesús.

El filme, calificado de surrealista, está divido en varios capítulos, cada uno de ellos protagonizado por presos y seres que representaban las amargas contradicciones de la condición humana.

El Cristo al que dio vida Mojarro es el mismo ser piadoso que retratan los Evangelios, el hombre que vino a cambiar las conciencias del mundo y a cenar con prostitutas y recaudadores de impuestos porque creía en que la salvación de una oveja sin pastor era más valiosa que la de miles que se ajustaban al corral. Ese Cristo es pues el hombre que hablo de amor y compasión como parte de la redención, el hombre que no era parte de este sistema de cosas, y del que se decía era el primer gran revolucionario.

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Tomás Mojarro interpretó a un Jesucristo obrero que acepta su propia muerte para salvar a sus hermanos perdidos, y antes de morir reparte sus escasas pertenencias para que las aprovechen sus conocidos y necesitados. Es un cristo cercano, humano y sufriente, como el pueblo mexicano.

Ese pueblo por el que Tomás sintió enojo, compasión y ternura.