Filipinas declaró “estado de anarquía” tras atentado

La medida determina la mayor presencia de militares y policías en todo el país para combatir amenaza terrorista.

 

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Regeneración, 03 de septiembre de 2016.- El presidente de Filipinas, Rodrigo Duterte, declaró «estado de anarquía» en el país tras el atentado que sufrió este viernes su ciudad natal, Davao, que dejó alrededor de 14 muertos y decenas de heridos ordenando una movilización general del ejército en el sur del país.

Medios locales ya confirmaron que Abu Rami, un portavoz del movimiento islamista Abu Sayyaf, había asumido la autoría de esta trágica acción.

El llamado «estado de anarquía», constituye un hecho inédito en la reciente historia del país e implicará el despliegue de las fuerzas armadas en el territorio nacional, posibles toque de queda en algunas localidades y la alerta roja que ya se encuentra vigente en instalaciones estratégicas como el aeropuerto de Manila.

«Esto no es la ley marcial. No tiene nada que ver con la suspensión del recurso de Habeas Corpus. Pero sí nos encontraremos con más controles», señaló el mandatario que consideró el atentado como una afrenta personal pues la explosión sucedió mientras se encontraba visitando la ciudad.

El secretario de Comunicaciones del gobierno, Martin Andanar, afirmó que los responsables de esta acción utilizaron «un mortero como artefacto explosivo improvisado», que estalló sobre las 23:00 hora local en un concurrido mercado nocturno de la urbe, creando el caos.

Consciente de la triste memoria que dejó la declaración de la ley marcial durante la égida de Ferdinand Marcos -que con esa medida dio inicio a su autocracia-, Duterte se quedó a un paso de adoptar una determinación tan drástica pero reconoció que ha pedido una ofensiva de los uniformados contra Abu Sayyaf, una formación extremista donde alguno de sus líderes se han declarado leales al Estado Islámico (ISIS) que actúa en Siria e Irak.

«Estamos en un periodo extraordinario. Hay una crisis en el país a causa de las drogas, las ejecuciones extraordinarias, y ahora un entorno de anarquía violenta», dijo Duterte.

Las disposiciones del mandatario incluyen el bloqueo absoluto de Davao, donde los medios de comunicación filipinos dicen que se han multiplicado los puntos de vigilancia de los uniformados.

«Tengo miedo de salir a la calle. Las carreteras están cortadas y no se permite salir a nadie de la ciudad. Hay amenazas (rumores) de bombas por todas partes. Estamos aterrados porque Davao solía ser la ciudad más segura de Filipinas. Es algo inusual», declaró Leonor Rala, una estudiante residente en Davao a la medios locales.

Sita a mil 500 kilómetros de Manila, Davao -donde residen 2 millones de personas- es la principal villa sureña de la nación y donde Duterte ejerció como alcaldedurante casi dos décadas.

La metrópoli ya había sido sacudida por dos atentados en 2003 que se atribuyeron a milicias islamistas y que causaron cerca de 40 muertes.

El número dos de la municipalidad local, Paolo Duterte, el hijo mayor del presidente, reconoció que disponía de informaciones sobre un inminente atentado desde hacía 2 jornadas.

Abu Sayyaf había difundido un comunicado el pasado día 1 en el que advertía que se disponía a lanzar una oleada de ataques como respuesta a la ofensiva militar que enfrenta desde la semana pasada.

Hora antes de que se produjera el suceso de Davao, el mismo Duterte anticipó una posible «represalia» de los insurgentes «ya que les estamos dando duro».

Al menos 45 islamistas, uniformados filipinos y paramilitares aliados del ejército han fallecido en los combates que se libran en la isla de Jolo -el principal bastión de Abu Sayyaf- desde esa fecha.

Las fuerzas armadas locales han movilizado a más de 8 mil uniformados en esa acometida que sus propios responsables han reconocido que es la mayor que se ha organizado contra el grupo radical que se estableció en la década de los 90 y que se ha ganado una triste reputación con sus habituales secuestros y decapitaciones.

Más de 6 mil civiles huyeron de las inmediaciones de los escenarios donde se han desplegado los militares, según reconoció el gobernador de la provincia de Sulu.

Otro representante de Abu Sayyaf, Alhabsi Misaya, comunicó a medios locales que su movimiento disponía de mil combatientes «listos para la jihad» en lo que definió como una «última» pelea «hasta la muerte».

Vía El Mundo