La empresa Zara y otras trasnacionales han robado impunemente textiles y bordados de pueblos originarios sin tomar en cuenta a las artesanas.
Regeneración, 25 de julio de 2018.- La marca de ropa Zara, que pertenece a uno de los hombres más ricos del mundo, Amancio Ortega, insiste en robar los textiles de comunidades de México y Latinoamérica, esta vez, puso a la venta una chamarra con el bordado de comunidades de Aguacatenango.
Ver sus textiles vendiéndose en cientos o miles de pesos y de manera masiva, da tristeza a las artesanas que las realizan en los pueblos originarios, compartió María Méndez, bordadora de 39 años, para Animal Político.
La mujer, aprendió a bordar desde los siete años, fue herencia de su madre. Sus bordados se caracterizan por ser de estilo rococó, describe Nayeli Roldán: “margaritas nudos, curcetas o cadenas en el telar de cintura pero apenas gana 150 pesos por prenda”.
Méndez, originaria de Aguatenango, comunidad del municipio de Venustiano Carranza, Chiapas, narró que hace tiempo un empresario chino llegó y le compró varias blusas. Sus diseños fueron replicados en forma masiva y comercializados.
“Sólo vienen para el beneficio de ellos mismos. Por eso no podemos salir adelante”, dijo.
Los bordados de Aguatenango se pueden reconocer fácilmente en las prendas de Zara, que por segunda ocasión robó los bordados de la comunidad; la primera vez fue en 2016, con el diseño de una blusa.
Según Adriana Aguerrebere, directora de Impacto, organización que se dedica a vincular a productores y consumidores para generar comercio ético indicó que las acciones de Zara son plagio.
“Las empresas simplemente ven un beneficio económico. Al dejar atrás el beneficio social de desarrollo integral de comunidades donde ellos son dueños del conocimiento colectivo, también dejan atrás el enfoque de beneficios sociales, ambientales, integrales de desarrollo de las diferentes comunidades tanto de México como del mundo”, dijo Aguerrebere.
“No les llega el mensaje de que tienen que ser respetuosos con las comunidades”.
Este no es el primer caso de plagio de grandes trasnacionales, al menos ocho marcas han robado bordados de artesanas mexicanas para replicarlos de forma masiva, de acuerdo con Impacto, pero poco se puede hacer.
Por el momento, diversas iniciativas para hacer comercio justo se promueven en espera de resultados; uno de los mayores obstáculos son que al ser un conocimiento comunitario, no se puede registrar como derecho de autor ni denominación de origen. No hay una única persona que pueda atribuirse la autoría porque se trata de conocimientos que se transmiten de generación en generación.
“Sigue habiendo mucha pelea de poderes. Pero seguiremos en la lucha de campañas sociales para concientizar al consumidor para que tomen la decisión correcta”, dijo Aguerrebere.