Krauze y Aguilar Camín vs. Octavio Paz… y AMLO

(Crónica de un contubernio)

RegeneraciónMx, 03 de enero de 2022.- Diez meses después de la muerte de Octavio Paz (ocurrida el 19 de abril de 1998), Enrique Krauze buscó una alianza con el enemigo y ofensor más recalcitrante del autor de El Laberinto de la soledad: Héctor Aguilar Camín.

“¡Krauze es un miserable! ¡Traicionó la memoria de Octavio! Él nunca hubiera aceptado que ese ingeniero en plásticos abriera las puertas de su revista a la mafia de Aguilar Camín”, exclamó con el rostro encendido Wladir Dupont, periodista y traductor brasileiro, mientras comía tacos al pastor en la taquería El Borrego Viudo, ubicada en avenida Revolución, en la alcaldía Miguel Hidalgo de la CDMX.

Wladir Dupont, quien había sido traductor de Klaus Mann (directamente del alemán), de Christopher Isherwood y Ross Macdonald (directo del inglés) había sido, además, amigo íntimo de Octavio Paz.

El afecto entre el premio Nobel de literatura mexicano y el escritor paulistano se basaba en una admiración mutua. Dupont, que había alimentado durante muchos años una prestigiosa columna en el periódico brasileiro Folha de São Paulo, tenía una sólida formación intelectual: traductor de Neruda, Faulkner, Vargas Llosa y Günter Grass, en 1994 había recibido el prestigioso Prêmio Jabuti, concedido por la Câmara Brasileira do Livro, precisamente por la traducción de La Otra voz, libro de ensayos de Octavio Paz. En esa ocasión, el Premio Nobel de Literatura mexicano (lo recibió en 1990) lo llamó por teléfono para felicitarlo.

Pocos años antes de morir, y ya enfermo, el propio Octavio Irineo Paz Lozano urgió a Wladir escribir en Vuelta. Pero la invitación, debido a la precaria salud del nieto de Irineo Paz, demoró mucho tiempo en concretarse. Wladir no gozaba de la amistad del subdirector de la revista, Enrique Krauze. De acuerdo con el traductor: “el hijo de puta [Krauze] me llenó el camino de púas y zarzas para que no pudiera colaborar de lleno en Vuelta, tal como era el deseo de Paz”. En efecto, las colaboraciones de Dupont fueron escasas. Y tras la muerte del poeta sólo tuvo un par de incursiones más en Letras Libres. El periodista, traductor y ensayista brasileiro, que había tenido flanqueadas las puertas de acceso del autor de Piedra de sol, fue desairado y excluido por el nuevo grupo que, tras la desaparición de Octavio, conformó el empresario Enrique Krauze Kleinbort. Poco después se enteraría de los motivos.

El ingeniero de origen judío decidió no recibir ni atender las llamadas del periodista brasileiro para no empañar el acuerdo que celebró con Héctor Aguilar Camín, a quien Wladir, según dice en entrevista exclusiva para RegeneraciónMx un colaborador cercano al dueño de la revista Nexos, “detestaba con toda el alma (si es que ese cabrón tiene alma)”.

Con un acento que combinaba el español y el portugués (portuñol), Wladir Dupont sostenía: “en septiembre de 1993, Aguilar Camín me dijo que Paz era un viejo narcisista y que estaba en estado terminal. Y yo, que siempre he sido muy riguroso en todo, publiqué el texto en una entrevista, cuasi reportagem jornalístico, en un periódico de Brasil (después te paso unas copias, si quieres), y eso significó mi ruina. Aguilar Camín pidió mi cabeza a Krauze y él, que siempre ha sido un traidor, se la entregó sin chistar. Incluso me acerqué un par de veces a Vargas Llosa, a quien también traduje al portugués, pero siguiendo el consejo de Krauze, el peruano también me cerró las puertas”.

Tras la exclusión de Krauze, Vladir padeció desempleo y, durante algún tiempo, tuvo que trabajar en un templo evangélico: La Iglesia Universal del Reino de Dios (IURD), en Tacubaya, editando un semanario llamado Pare de Sufrir.

Wladir, que pasó una buena parte de su vida siendo corresponsal en México, era en aquella publicación el editor y yo el redactor. Un día, con el rostro encendido por la vergüenza, me pidió que su nombre no apareciera en la publicación de la IURD. El asunto lo abochornaba. Y a mí también, pero menos que a él. En todo caso, me dolía ver cómo Krauze, después de la amistad y respeto que Paz sentía por Wladir, le había cerrado las puertas para que no estropeara su contubernio con Aguilar Camín.

Triste y desdeñado, el políglota Wladir Dupont murió de un paro cardiaco en São Paulo, a los 75 años. A la distancia leí que mi amigo había sido enterrado con una camiseta del equipo Jabaquara de São Paulo, una de las grandes pasiones de su vida.

Wladir no tuvo tiempo de regalarme la copia de aquella entrevista donde Aguilar Camín, de acuerdo con él, había insultado a Octavio Paz. Afortunadamente, después de varios años de indagar en las hemerotecas brasileiras, pude rastrear el texto que desató la ira y animadversión del dueño de la revista Nexos contra el traductor de Octavio Paz al portugués.

En efecto, en un texto publicado el sábado 27 de febrero de 1993, en la sección Cultural del periódico O Estado de S. Paulo, Dupont escribió un trabajo cuyo título era una cita textual de Aguilar Camín: “Octavio Paz está viejo y es narcisista”.

Pero Wladir se había quedado corto. En realidad, el texto no era sólo una entrevista, sino un reportaje en toda la acepción de la palabra y, en donde además de entrevistarlo sin concesiones, el periodista y traductor dio a conocer los servicios intelectuales que Aguilar Camín le había prestado al entonces Carlos Salinas de Gortari.

Aguilar Camín no olvidaría jamás aquella afrenta pública. Con la acrimonia que siempre ha caracterizado al dueño de la empresa Nexos, Sociedad, Ciencia y Literatura, S.A. de C.V., Héctor Aguilar dijo sobre el poeta de Mixcoac: “Paz no es hoy un escritor querido ni respetado… es temido por su virulencia… y es un resentido”.

Pero no paró ahí la cosa. En una segunda parte, Camín continuó denostando e incluso injuriando a Paz cuanto quiso: “El laberinto, que es por lo que se le conoce en el extranjero, no ayuda a entender la realidad…”, (periódico O Estado de Sao Paulo 27-II-93). Cabe recordar que era justamente la época en que Aguilar Camín se sentía intocable, al ser el intelectual de cabecera del entonces presidente de México: Carlos Salinas de Gortari.

Tras la muerte de Paz, Krauze no sólo entregó la cabeza del traductor más notable de Octavio Paz al portugués, sino que también se encogió ante las ofensas que su viejo amigo Aguilar Camín había proferido contra su maestro y protector. “El ingeniero quería pactar con Camín, porque sabía de su cercanía con Salinas y, por su parte, Héctor reconocía que Krauze tenía un vínculo muy estrecho con el PAN. Y de esa forma fue como se unieron los intelectuales de ambos partidos para formar ese caldo espeso que un día se conocerá como el PRIAN”, me dijo con tono profético en el desaparecido bar La Portada, en la colonia Condesa, el propio Aurelio Asiain, en 1999, justo unas semanas antes de que saliera a la luz su revista Paréntesis.

El escritor Carlos Fuentes avaló la reconciliación entre los grupos Vuelta (ahora Letras Libres) y Nexos. Aguilar Camín y Jorge Castañeda Gutman fueron los encargados de convencer a Fuentes de que dejara atrás las ofensas de “la cucaracha ambiciosa”, como le llamó alguna vez a Krauze. El pago sería, de acuerdo con un testigo de los hechos, que “el autor de La muerte de Artemio Cruz sería, tras la muerte de Paz, el máximo mandarín de las letras mexicanas”.

Otra fuente que hoy mismo forma parte del Consejo editorial de Letras Libres cuenta a RegeneraciónMx que, en ese momento, “ya con el recaudo de Fuentes, Aguilar Camín instruyó a su hermano menor, Luis Miguel Aguilar, y a Rafael Pérez Gay para que, desde las páginas de su revista, enviaran aquel texto lisonjero titulado ‘Un saludo a Letras Libres“, publicado a finales de la década de los noventa.

Pero el acuerdo y la reconciliación no pararon ahí. Otra fuente, que actualmente trabaja en la revista Letras Libres, confirma que “Krauze y Aguilar Camín, que habían sido amigos de juventud, estaban dispuestos a recuperar su amistad interrumpida durante décadas. Recordemos que Krauze, que fingió lealtad a Paz, siempre ha tenido el sueño guajiro de ser el sucesor de Octavio”.

Fotos: Especiales

Cuatro meses después de que apareció el texto de Pérez Gay y Luis Miguel Aguilar Camín, en junio de ese mismo año, Enrique Krauze, Aguilar Camín y José Woldenberg decidieron celebrar su componenda con un inocuo partido de futbol entre ambas huestes.

La propia Malva Flores, actual editora de poesía en Letras Libres, en 2010, durante una pelea que tuvo hace poco más de una década con el grupo encabezado por Krauze, contó detalladamente la anécdota en un texto titulado El ocaso de los poetas intelectuales.

La propia Malva, durante una charla con alumnos de un taller de poesía en Xalapa, abundó en los detalles: “En las instalaciones deportivas del Centro Rayo, al sur de la Ciudad de México, los miembros de Nexos y Letras Libres protagonizaron un partido de soccer en una cancha de futbol rápido. Krauze, con una gorra blanca encasquetada en la cabeza, observó a varios de sus empleados jugar: Christopher Domínguez Michael, Julio Trujillo, y Federico Patán. Ahí estaba el hijo mayor de Krauze, León, quien fungió como capitán”.

Aurelio Asiain, otro de los actuales miembros de Letras Libres, sostuvo, enojado y borracho como una cuba, en La Portada, durante un tiempo su lugar preferido en la Condesa: “Seguramente, el imbécil de Christopher [Domínguez] debió haber estado pateando la pelota hacia cualquier parte”.

En ese momento, Asiain, con los ojos inyectados de rojo, aseguró que Krauze había “traicionado a Paz”. Y agregó: “El muy cabrón se quiere quedar con todo. Ayer me llamó por teléfono y me dijo que quiere nombrar a Christopher subdirector de su revista. Y todo mundo sabe que yo me lo merezco” barbotó.

Antes de salir de La Portada, Asiain me invitó a escribir a la revista Paréntesis y me regaló, con dedicatoria, el primer número de la publicación. Acto seguido, y sin que yo se lo pidiera, le ordenó a su novia, una mujer de nombre Adriana: “saca uno de mis libros y dáselo”. La chica, con un respingo, me estiró República de Viento, un librito mediocre al que le fue concedido, en 1990, el III Premio Internacional de Poesía Fundación Loewe a la Joven Creación. “El poemario era un bodrio, pero como Octavio Paz era el presidente del jurado, convenció a Pere Gimferrer de que se lo dieran al estúpido de Asiain”, me dijo años después el propio Fernando García Ramírez. Y agregó: “Es más: el muy imbécil me dedicó ahí un poema en clave de injuria”.

Escribí una sola vez en Paréntesis. Dos semanas después, Ciro Gómez Leyva, en su casa de Coyoacán, me dijo: “No saben en la que se meten. Krauze no se anda con contemplaciones y no creo que la revista dure mucho. Es más: creo que por ahí anda metida la esposa de Samuel del Villar, y eso no es ningún buen indicio”. Acto seguido, el comunicador que actualmente trabaja para Grupo Imagen publicó una entrevista lisonjera a Krauze en la revista Milenio, antecedente del periódico del mismo nombre.

Por otro lado, el escritor y periodista Gonzalo Martré, declaró: “El pacto de Krauze y Aguilar Camín, que afrentó la memoria de Paz, tenía un objetivo: repartirse el botín cultural. Entre ambos grupos se distribuyeron los más altos y jugosos puestos culturales: el INBA, Conaculta, el Fondo de Cultura Económica, las agregadurías culturales, el canal 22, el Once, la SEP, etcétera”.

Quienes en algún momento se dijeron enemigos a muerte, Krauze y Aguilar Camín, han dejado atrás las rencillas que en algún momento protagonizaron.  El encuentro ‘La experiencia de la libertad’, realizado por Vuelta en 1990, y el ‘Coloquio de Invierno’, organizado en 1992 por la revista Nexos, son temas que ya parecen olvidados. Hoy ambos grupos intelectuales, ideólogos del PRIAN, se han dado la mano en defensa de sus privilegios y en franco desafío contra quien, desde su punto de vista, ha sido el encargado de desnudar sus intereses y ha decidido, en un vigoroso gesto sin precedentes, arrebatarles el caudillismo cultural que ejercieron durante sexenios: el presidente López Obrador.

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