El inicio de López Obrador en la política fue de un tipo especial, ejemplar. Tanto su formación como sus raíces en la política, su pasado priista, nos llevan a un hombre, una de las mentas más brillantes del México del siglo XX, Carlos Pellicer.
Por Aldo Fabián Hernández Solís.
Regeneración, 02 marzo 2018.- Dos de los ataques más frecuentes contra Andrés Manuel López Obrador son mostrarlo como un candidato poco preparado y señalar su pasado priista como una demostración de que es igual a los demás. Son descalificaciones sin sustento. Una por falsa y la otra porque una revisión de su trayectoria muestra que su inicio en la política fue de un tipo especial, ejemplar. Tanto su formación como sus raíces en la política, su pasado priista, nos llevan a un hombre, una de las mentas más brillantes del México del siglo XX, Carlos Pellicer.
Carlos Pellicer es un universo fascinante, poeta, alfabetizador, político, maestro de secundaria, profesor universitario, gestor cultural y fundador de museos, entre ellos el impresionante de La Venta en Tabasco. Integrante del grupo de Los Contemporáneos fue un hombre que desde muy joven dirigió su vida a servir y amar. En su juventud participó activamente en las brigadas culturales de alfabetización, después militó en el movimiento vasconcelista, para luego ligarse al ala izquierda, cardenista y nacionalista, del régimen pos-revolucionario.
Ideológicamente Pellicer fue complejo se calificaba a sí mismo como de izquierda guadalupana. Un hombre católico y de una espiritualidad fuerte, que mezclaba con convicciones nacionalistas y latinoamericanistas, de independencia, de justicia social y de redención. Estas ideas las llevaba a la práctica, fue desde joven y hasta el final de sus días, un hombre de acción y de servicio.
Su obra no sólo fueron versos, fueron colecciones, museos, discípulos y un amor a ras de suelo a este país. Perteneció a la elite cultural de México del siglo XX, sin embargo, se alejaba de la figura elitista del intelectual. Era un intelectual que caminaba el país, severo en su estudio y comprometido con una idea de nación justa y soberana.
Esta breve semblanza viene al caso ya que de la mano de Pellicer, AMLO se inicia en la política. El poeta ejerció una fuerte influencia en AMLO que se define como de “izquierda pelliceriana”. Sí, Pellicer fue candidato al senado por el PRI, sin embargo, siempre estuvo ligado a las luchas de izquierda y a la vertientes nacionalista revolucionaria. Fue investigado por la CIA que lo veía como un hombre de izquierda radical y se cuenta que a escondidas daba apoyo material al partido comunista.
Las trayectorias marcan distancias. El pasado político de AMLO está muy lejos del de la elite corrupta neoliberal (sea priista o panista). Sus antecedentes lo ligan al pueblo, a un horizonte de justicia social, al cardenismo y a Pellicer. Entendiendo esto, se aprecia la congruencia de AMLO, su inicio y su presente como una lucha de ideales, primero a lado de Pellicer y hoy en el movimiento amplio que se aglutina en su figura y en MORENA. Un pasado brillante que muy pocos políticos pueden presumir y ninguno de los que disputan actualmente la presidencia.
La formación de AMLO es a contracorriente del deber ser neoliberal. Educado en escuela pública, egresado de la FCPyS de la UNAM, conocedor como ninguno del país, escritor de libros (más de 15), un sabio de la historia mexicana y poseedor de una cultura humanista. Parte de su formación humana y sentimental viene de su amistad con Pellicer. Imaginemos a AMLO veinteañero recorriendo las ruinas de Palanque con Pellicer, compartiendo charlas, historias e inquietudes, un privilegio intelectual que deja huella.
Pero no es sólo Pellicer, AMLO tiene y ha tenido una estrecha relación con una parte de la intelectualidad mexicana, destacando su profunda amistad con Carlos Monsiváis y con José María Pérez Gay. Lo que nos muestra un hombre culto y sensible, con interlocución con el campo intelectual. El buscar presentarlo como “ignorante” o “poco preparado” es una calumnia o en el mejor de los casos mirar la preparación con los parámetros del poder neoliberal. En dónde simplezas como un titulo en el extranjero, saber inglés y repetición de los discursos hegemónicos, son los mejores referentes de preparación. Los tecnócratas neoliberales representados por Ricardo Anaya y José Antonio Meade, tan frívolos, tan estudiados, tan doctorados, no conocen su país y tampoco a Carlos Pellicer. Gesticulan una formación tecnocrática que esconde mediocridad e ignorancia.
El poder mediático es poderoso, fue capaz de hacer a Peña presidente. Tildar a AMLO de ignorante y señalar sin mayor análisis su pasado priista, son formas de manipulación. Señalamientos simples para descalificar que, sin embargo, no se sostienen si se analiza con objetividad y seriedad. Y es que analizando no todos los políticos son iguales, algunos son lo contrario de otros.