Peña Nieto: Gobierno de Mentiras

 

por Pedro Miguel

 
La  primera medida del  gobierno de Peña Nieto  fue provocar y reprimir con  extrema violencia a quienes protestaban por  su  toma de posesión.
 
La segunda fue montar una escenografía de  pluralismo político, unidad nacional y  democracia mediante la incorporación de las oposiciones políticas formales al llamado “Pacto por  México”,  una  maniobra publicitaria con  la que  el régimen aparenta gozar de consenso.
 
Tal vez un  día llegue  a saberse qué les ofreció Peña a los dirigentes formales del Partido de la Revolución Democrática y a los de Acción Nacional para que  aceptaran estampar su  firma  en una simulación que  se contradice en los hechos día  con  día  y que  sirve  de tapadera para consumar modificaciones  legales  lesivas  para la población. Lo que está a la vista, por lo pronto, es el carácter dañino, depredador y privatizador de tales reformas.
 
Las disposiciones laborales aprobadas el año pasado, por ejemplo, fueron presentadas como herramientas para generar empleos, cuando en realidad son  medidas para reducir las conquistas de los asalariados y establecer condiciones de trabajo semejantes a las de la  esclavitud, con contrataciones por hora,  despidos  sin  compensación  y, eso sí, preservación de la opacidad y la antidemocracia en  las  organizaciones sindicales controladas por el gobierno.
 
La llamada “reforma educativa”, presentada como una plataforma para modernizar y dar  calidad a la educación, en realidad es una maniobra que propicia la privatización de la enseñanza y transfiere a los padres de  familia la  responsabilidad gubernamental en el mantenimiento y operación de las escuelas públicas.
 
En cuanto al encarcelamiento de la dirigente charra Elba Esther  Gordillo, es  claro   que fue  un golpe de imagen y un ajuste de cuentas al más  puro estilo  de la mafia, pero la destrucción del gordillato no tiene por intención contribuir a la democratización  del  SNTE, el cual sigue  siendo un aparato de manipulación política y explotación económica de los maestros, bajo el control directo del gobierno.
 
El gobierno de Peña ha presentado su  plan  de  entregar a particulares la industria petrolera como parte de un empeño por  “modernizarla” y “fortalecerla”, y todos los días  asegura que el proyecto no  consiste en privatizar Pemex.
 
En efecto, el plan  peñista no es convertir a Pemex  en una empresa particular, sino  en  mantenerla como una oficina que reparta contratos de exploración, extracción, refinanción y  transporte a consorcios privados, nacionales y extranjeros, una práctica que  actualmente se realiza de manera ilegal,  pues está  prohibida en el artículo 27 de la Constitución.
 
Si el programa privatizador de Peña prosperara, el Estado dejaría de percibir  buena parte de  las utilidades que actualmente recibe por  la  operación de la industria petrolera, pues irían  a parar a manos de  contratistas y concesionarios   particulares.
 
Previendo esa disminución de recursos, el peñato pretende llevar a cabo una reforma fiscal,  a fin  de  compensar, mediante la aplicación del IVA a alimentos, medicinas y libros,  y otras medidas antipopulares, el quebranto al erario que ocasionaría la privatización de  la industria petrolera.
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