#Tequio: Despertar

Por José Alfredo Gutiérrez Falcón

RegeneraciónMx.- En 2018, había 52.4 millones de pobres en México, según datos del Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social (Coneval). Esto equivalía al 41.9% de nuestra población. En medio de este preocupante panorama, Andrés Manuel López Obrador llegó a la Presidencia de la República con dos propuestas fundamentales: acabar con la corrupción y por el bien de todos, atender primero a los pobres.

No se puede negar que el gobierno de la Cuarta Transformación Nacional, está destinando una parte importante del presupuesto a sectores que por décadas permanecieron en completo abandono. En 2022, la Secretaría de Bienestar tendrá un presupuesto de 296 mil 858 millones de pesos. El programa que más se ha incrementado en esta dependencia, es la Pensión para adultos mayores. En 2019 inició con 100 mil millones de pesos y para 2022, se asignarán 238 mil millones. Lo anterior, en virtud a un aumento progresivo de este derecho que la 4T ha elevado a rango constitucional, y por la disminución en la edad de las personas para recibir este apoyo, pasando de 67 a 65 años.

Con un enfoque garantista, el Plan Sectorial de Bienestar reconoce como sujetos de derechos, a los adultos mayores, la niñez en orfandad, personas discapacitadas, pueblos indígenas, campesinos, migrantes y refugiados. La atención a estos desafíos traerá de manera irremediable, la profundización de estos temas, así como la reactivación económica y política de los sectores más vulnerables del país quienes, por primera vez en muchas generaciones, tienen confianza en el gobierno. El reto que tiene ahora AMLO, es que su gobierno tenga la capacidad para escuchar y atender estas voces, emergidas como una bocanada de aire fresco, desde lo más profundo de México.

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Tal es el caso de los Pueblos originarios. El día 26 de septiembre del presente año, asistí a una asamblea nacional de gobiernos indígenas, en la ciudad de Yuriria, Guanajuato. Con la presencia de 25 representantes, se tomaron decisiones en torno a la nueva realidad proindígena del Gobierno de México. Su esperanza en López Obrador les ha permitido imaginar acciones del gabinete federal inspiradas en la filosofía y los sistemas de gobiernos ancestrales. Ante el evidente fracaso de la democracia representativa, López Obrador ha sido el precursor de la democracia participativa, al grado de someter a consulta pública el próximo año, su permanencia en el poder. Mientras esto ocurre, los pueblos indígenas ya están pensando en instituir el calpulli como un nuevo sistema de gobierno en México.

En términos generales, la palabra calpulli proviene del náhuatl calpolli, que significa “casa grande”. Era una unidad política, religiosa y militar, dentro de las ciudades, reunida en torno a su jefe llamado calpuleque. Estas demarcaciones contaban con tierras de cultivo comunales y eran autosuficientes. El calpulli tenía su propio gobierno constituido por un Consejo de ancianos. Una característica de esta organización es el trabajo comunitario. En el estado de Oaxaca, a esta labor de ayuda mutua entre los pueblos originarios, se le llama Tequio. Una vez que se ejerce, se alcanza el merecimiento para ocupar algún cargo público.

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Estamos ante un despertar de diferentes sectores de la población, inspirado en la Cuarta Transformación Nacional. Ahora lo que sigue es que todas y todos despertemos, asumiéndonos como parte integral de los demás. Los mayas expresaban este sentimiento de unidad con su saludo. Al encontrarse con alguien le decían: «IN LAK’ECH», que significa «yo soy otro tú». Al recibir estas palabras, su interlocutora contestaba: «HALA KEN», que significa: «tú eres otro yo».

Según la profecía, el 13 de agosto del presente año, se levantó el resguardo del conocimiento profundo de los pueblos originarios de México, transmitido por la tradición oral en 500 años de resistencia. Estemos atentos.

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