Por: Bernardo Bátiz V.
En el hermoso libro de Elena Poniatowska, que es al mismo tiempo la biografía de Guillermo Haro, una discreta novela de amor (con su pizca insinuada de celos) y un repaso de la historia del México reciente, encontramos además y principalmente una lección de ética política y de probidad intelectual; el motivo, el hilo conductor del relato, es la intensa vida de un hombre con vocación científica, movido al mismo tiempo por su patriotismo y su firme carácter, preparado para afrontar obstáculos y desengaños y dispuesto a guiarse siempre por ideales y principios.
El oportuno libro nos pone a los mexicanos de hoy frente al espejo de lo que hemos llegado a ser, en contraste con lo que podemos y debemos ser; para nada anula ni apaga la esperanza de un futuro promisorio; por el contrario, nos lo presenta como posible. Hacía falta algo así en las librerías, especialmente hoy que vivimos el intento del último abandono y rendición del patrimonio nacional, la entrega de hidrocarburos y electricidad. El libro nos muestra que no hay esfuerzo sin fruto ni son inútiles las convicciones firmes, el trabajo y el apego a los ideales. No debía quedar ningún estudiante de educación media o superior sin leer El universo o nada: biografía del estrellero Guillermo Haro (Seix Barral, 2013).
Esta obra, la más reciente de Elena Poniatowska, debiera ser leída por el joven presidente de México; nunca es tarde para empezar o para revisar el rumbo, por el acartonado secretario de Educación Pública y por todo el gabinete en pleno, por los rectores de universidades, de tecnológicos, de escuelas de pedagogía, todos los maestros mexicanos, toda la clase política y especialmente quienes a lo largo y ancho del país con togas y birretes se otorgan títulos y reconocimientos unos a otros y, si no fuera mucho pedir, debieran leerlo nuestros legisladores, distraídos en tonterías y frivolidades, ansiosos de resaltar su imagen, pero incapaces de darse cuenta de que han aprobado a ciegas la entrega del país.
El arte salva, la literatura nos reivindica. En México, el libro de Elenita, como se le conoce con afecto, nos enseña que no necesitamos volver los ojos ansiosos a otras naciones y a otros modelos para salir adelante; que podemos, si así nos lo proponemos, salir adelante, que tenemos dentro del país y en nuestra propia historia, guías, modelos y conductores capaces de mover a México hacia su regeneración.
En el transcurso de los años del neoliberalismo se ha abrumado al pueblo mexicano con la pobreza, la desinformación y el temor; se ha inducido la indolencia, que se provoca y cultiva, y hemos visto cómo aparentemente se pierde todo y no queda otra solución que no venga de fuera. Así se nos presenta y parece, porque todo es ya de extranjeros y nada o muy poco de mexicanos; los bancos, las minas, los puertos, las comunicaciones, la industria y ahora se amenaza con el campo, todo se entrega paulatinamente a las ambiciones de los grandes empresarios y sus cómplices, conscientes o inconscientes.
Ante el panorama desolador, a pesar de que hay resistencias al atropello y se va despertando la conciencia del daño que se hace a la nación mexicana, no está por demás ni sobra un apoyo tan oportuno a la titubeante esperanza, como el libro de la escritora tan reconocida y premiada con justicia por sus indudables merecimientos. La lección moral de este libro es el llamado al rescate de la fibra ética que se va perdiendo, es una convocatoria a vencer el cinismo, la autodevaluación a que nos llevan, la corrupción política y a que el pueblo, del que formamos parte, se reconozca a sí mismo, rescate la soberanía que le pertenece, que hoy se pone en entredicho y se organice para volver a ser el protagonista de su historia.
Quien se deja atrapar por la lectura de El universo o nada encontrará, además de una excelente obra literaria, pintura de personajes aún cercanos, recuerdos y anécdotas; toda una época de historia patria que va quedando atrás, pero que no podemos olvidar y, por el contrario, tener presente como una lección en estos momentos cruciales. La vida del astrónomo Guillermo Haro, esforzada, cuesta arriba, es un ejemplo sin desperdicio; admira, además de su vocación por la ciencia, sus descubrimientos y estudios del firmamento, su convencido empeño en que la educación es el camino del rescate de nuestra nación; su fe en el esfuerzo, así como el compromiso por las causas del saber racional, de la observación rigurosa y la confianza en que la capacitación de seguidores y discípulos es el camino correcto de elevación y verdadero progreso del país; el relato de una vida con sus vicisitudes y altibajos, ejemplar en muchos aspectos, y tan bien contada, nos alienta a no flaquear. Gracias a la autora; su libro no podía ser más oportuno.