Urgen derogar Ley Atenco en Estado de México

Ley Atenco es una amenaza para la ciudadanía. Piden nuevo marco jurídico y se pronuncian por liberar al menos a 16 activistas que son presos políticosRegeneración, 27 de agosto del 2018. Tras la derrota del Partido Revolucionario Institucional (PRI) en las pasadas elecciones dentro de su bastión histórico, el Estado de México», organismos defensores de derechos en la entidad pidieron la derogación de la Ley Atenco, la liberación de al menos 16 activistas presos así como garantizar el derecho al agua, educación, la labor de los periodistas, así como proteger y brindar apoyos a los pueblos indígenas.
La Ley Atenco «es una amenaza para la ciudadanía», declararon en conferencia de prensa en Toluca, integrantes del Centro de Derechos Humanos Zeferino Ladrillero y el colectivo Fuego de la Digna Resistencia.
Aseguraron que la Ley Atenco viola y no garantiza los derechos humanos.
Se debe garantizar el derecho al agua, educación, la labor de los periodistas, así como proteger y brindar apoyos a los pueblos indígenas, señalaron integrantes de dichas agrupaciones.
Para los defensores de derechos es necesario que el trabajo legislativo incorpore y abra espacios a los integrantes de los diversos pueblos y comunidades al trabajo legislativo.
Aseguraron que para el Estado de México es necesario crear un nuevo marco jurídico que garantice los derechos humanos.
Afirmaron que dicho proceder estaría «en concordancia con los principios expuestos por el presidente electo Andrés Manuel López Obrador».
Pugnaron porque la nueva administración federal,  el Congreso de la Unión, así como el congreso mexiquense, junto con el pueblo se alíen «para la defensa de las personas más vulnerables”.
«Sólo con el trabajo de las comunidades se podrá construir de manera real y profunda la democracia a favor del respeto a los derechos humanos y conquistar, aún más, garantías individuales de forma constante», aseguraron.

La ley Atenco, un poco de historia

La Ley Atenco es la forma en que colectivos y medios de comunicación han nombrado la Ley que Regula el Uso de la Fuerza Pública aprobada por el Congreso del Estado de México en donde se regula el uso de la fuerza pública y empleo de armas, incluyendo letales, para el control de la seguridad pública.
Antecedentes
En los primeros días de mayo de 2006, en la comunidad de San Salvador Atenco se presentaron una serie de hechos represivos de la Policía Federal Preventiva de México, la Agencia de Seguridad Estatal del Estado de México, la policía municipal contra habitantes del pueblo, militantes del Frente de Pueblos en Defensa de la Tierra (FPDT) y otros adherentes a La Otra Campaña del EZLN.
Los hechos dejaron como resultados el fallecimiento de Alexis Benhumea y Javier Cortés, la detención de 207 personas -entre ellas 10 menores de edad-, 146 detenciones arbitrarias, la expulsión de cinco extranjeros y quejas contra elementos policiacos por presuntas vejaciones y violaciones sexuales a 26 mujeres.
Posteriormente a los hechos descritos en el poblado de Atenco, se presentó la ley para regular el uso de la fuerza pública legaliza el empleo de armas, incluidas las letales y deslindando las responsabilidades.
Dicha Ley es uno de los antecedentes de la Ley de Seguridad  aprobada por el gobierno de Enrique Peña Nieto.
El gobernador del Estado de México (2011-2017), Eruviel Ávila, envió​ al congreso, en diciembre de 2015, una iniciativa para regular el uso de la fuerza pública.
Con los votos a favor de los diputados del PRI, PAN, PRD y en contra de los diputados de Morena fue aprobada el 17 de marzo de 2016 y publicada al día siguiente en el diario oficial​ del Estado de México.

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El Centro de Derechos Humanos Zeferino Ladrillero
El Centro de Derechos Humanos Zeferino Ladrillero (CDHZL) es una organización no gubernamental sin fines de lucro, de carácter civil, autónomo, independiente, apartidista, plural, diverso y democrático.

¿CON Z DE ZAPATO?

¿Por qué nos decidimos llamar CDH Zeferino Ladrillero?
En una tarde de principios de julio de 2011 en uno de los campamentos que Alianza Única del Valle mantenía en el predio “Guadalupe” de Nicolás Romero, Estado de México, defendiendo de forma legal y legítima el derecho a la vivienda digna de cientos de personas, se encuentran Marco y Geovani niños de apenas 6 años de edad, hijos de familias en resistencia y lucha.
Marco y Geovani están aprendiendo a escribir y a leer; la posibilidad de plasmar en sus cuadernos palabras que piensan y pronuncian los tiene extasiados y aprovechan toda oportunidad para preguntar a los adultos si están escribiendo bien.
Caminan dentro del campamento y se encuentran a uno y a otra compa y les preguntan su nombre y lo escriben de inmediato: Juan, Fer, Mari, Beto, etc. cada respuesta que reciben queda asentada en sus libretas y su satisfacción es mucha cuando les dicen que lo escribieron correctamente.
En su andar por los espacios del campamento Geovani y Marco se encuentran a uno de los Coordinadores de la organización, uno de los responsables de zona en el municipio de Naucalpan, encargado de la difusión y promoción de los Derechos Humanos entre las bases de la Alianza. Este coordinador es muy respetado, es el mayor de toda la organización, tiene más de 7 décadas que camina este mundo y al menos 30 años dedicados a la defensa de su pueblo, su nombre: Zeferino Ladrillero.
Marco se acerca con confianza, la sonrisa de aquel hombre transmite la seguridad suficiente como para que Geovani también pretenda unirse a la próxima plática, pero prefiere mantener distancia, a diferencia de Marco nunca ha platicado con Don Zeferino.
– Acércate Geovani – dice Don Zeferino al tiempo que le extiende la mano. Con el rostro chiveado Geovani camina y nota que las manos morenas de aquel señor parecieran están recién aradas, tiene poco que Geovani vio a su papá trabajar unas tierras.
– ¿Qué te pasó en las manos? – pregunta Geovani con un tono de preocupación.
Las arrugas y manchas de las manos de este hombre hacen suponer a los niños que le deben doler. Marco hace un gesto de que aprueba la pregunta y espera también respuesta.
– He vivido – responde parsimoniosamente y con un gesto de orgullo Don Zeferino acomodándose los grandes lentes que usa.
– ¿Y duele vivir? – insiste Marco con inquietud.
Ante tal pregunta Don Zeferino opta por platicarles de su vida, ese ejercicio propio de los abuelos, se acomoda en su silla e inicia la palabra. Don Zeferino les cuenta que por la pobreza en la que creció en un poblado mexiquense cercano al Nevado de Toluca no tuvo la oportunidad de asistir a la escuela, fue hasta la adolescencia que aprendió a leer y escribir y de forma autodidacta.
Sin cumplir los 20 años conoció a la mujer que sería su esposa y madre de sus 8 hijos. Obrero entre semana y árbitro de fútbol llanero en sábado y domingo eran las fuentes de ingreso para la humilde familia. Los misterios de la vida le imponen la obligación de multiplicar sus trabajos. Taxista, vendedor de zapatos, camionero, cooperativista, trailero.
Sin embargo su vocación siempre fue trabajar en la defensa de los derechos de su gente, de sus compañeros de trabajo, de sus vecinos, incansablemente preparándose, estudiando y creciendo diario como ser humano, construyéndose y doliéndose, luchando. Siempre crítico y firme en sus convicciones de que la vida de todos y todas debe ser digna.
Los niños comienzan a inquietarse, toda una trayectoria no se puede reducir así como así para efectos de brevedad, luego entonces Don Zefe opta por sembrar ideas de esas que siembran las personas honorables antes de que estas criaturas continúen su interesante recorrido.
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Zeferino Ladrillero les dice a los niños que un día crecerán y comprenderán que las leyes deben ser racionales, deben proteger al débil, evitar abusos, propiciar la paz con justicia y dignidad, de lo contrario es derecho y deber de toda persona honesta rebelarse contra las leyes absurdas, autoritarias que imponen y explotan.
Marco y Geovani se voltean a ver entre ellos. Marco con esa inteligencia asombrosa que caracteriza a los niños que crecen en la lucha enuncia en tono categórico – ¡ya ves!. Don Zeferino se sorprende ante dicha expresión.
Geovani explica a Don Zeferino que tenían la sospecha sobre la mentada “ley de gravedad” como una de esas creaciones absurdas – ¿cómo está eso de que se nos impida volar? – dice indignado el infante.
Don Zeferino se sorprende y sonríe peinando su barba que no alcanza a cubrir su rostro pero le da una imagen singular.
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A lo lejos se escuchan los gritos de Doña Gaby otra importante luchadora social, compañera de Don Zefe, quien llama a comer a todos los niños y niñas.
Doña Gaby llega al lugar donde Don Zefe platica con Marco y Geovani.
– Ándele, ándele ámonos a comer, dejen descansar a Don Zefe – dice Doña Gaby al tiempo que aplaude en señal de prisa.
Marco recuerda que tienen que escribir el nombre de don Zefe, saca su lápiz y escribe: “Ceferino”. Geovani con la intención de mejorar la propuesta escribe: “Seferino”.
Ambos presentan su cuaderno a Doña Gaby para recibir la aprobación de su escritura.
– Está mal escrito – sentencia Doña Gaby devolviendo a ambos autores sus cuadernos.
– Se escribe con Z – Afirma con orgullo la señora Gaby.
– ¿Con Z de zapato? Pregunta Marco.
– Con Z de Zapata mijo – dice doña Gaby quien acaricia el hombro de su compañero de lucha.
Con información de El Sol de Toluca y del Centro de Derechos Humanos Zeferino Ladrillero.
 

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