Desde los orígenes mismos del planeta la dinámica cortical y los cambios en el comportamiento de la biósfera fueron una constante.
Por Carlos A. Seara | Ecoportal
La tierra tardó mil millones de años en consolidar su corteza y más de dos mil millones en iniciar el fantástico y alucinante desarrollo y evolución de la vida. Todo ocurrió en el momento preciso y cuando las condiciones ambientales lo permitieron. En la evolución de la tierra no existe el azar, solo exactitud y sincronismo por ello, los ciclos climáticos se encuentran inscriptos en las capas sedimentarias y en las rocas de la envoltura planetaria y esta causa permite poder leer su historia mediante el estudio y análisis de los depósitos producto de la erosión y geoformas resultantes de la interacción de la tierra con el medio.
No es nuevo para nuestra gran casa, “el Cambio Climático” solo que ahora el homo sapiens ha introducido variantes, por su cuenta, independientes de las naturales y desconocemos cual será la respuesta final porque esa etapa es precisamente la que nos viene acompañando y deberemos soportar con todas sus consecuencias.
En períodos anteriores los fenómenos naturales eran solo eso, fenómenos: grandes erupciones volcánicas; invasiones del mar sobre tierra firme; una atmósfera principalmente compuesta por anhídrido carbónico, gases sulfurosos y nitrógeno; enormes superficies cubiertas por el hielo o transformadas en desiertos de temperaturas extremas.
Con la aparición del hombre los fenómenos se han transformado en catástrofes los ríos inundan regiones humanizadas; los huracanes arrasan poblaciones enteras; los tsunamis provocan devastación; los sismos demuelen carreteras, precarizan la seguridad de grandes centrales nucleares, tendidos eléctricos, infraestructura de todo tipo; las victimas se cuentan por decenas y a veces cientos de miles. Esta nueva raza pensante y caprichosa no atiende las advertencias de la naturaleza; se siente omnipotente, desafía las reglas del ambiente y disputa palmo a palmo los espacios con los factores naturales. Sin embargo, la humanidad está alarmada frente al comportamiento ambiental, a pesar de ello, sus agresiones no han cesado y el medio físico debe hacerse cargo de los atropellos y contaminación de todo tipo. Desde la revolución industrial en adelante, aquél convivir armónico, aquél equilibrio se ha roto y los sistemas económicos vigentes no contribuyen a su restablecimiento, es más, el deterioro crece y crece, y los recursos finitos de la naturaleza se ven en serios riesgos de continuar siendo tales para utilización y beneficios futuros.
Los síntomas del “Cambio Climático” ya se dejan sentir, aún cuando solo han transcurrido diez mil años desde la finalización del último ciclo glaciar del Cuaternario, el “ Würmiense”; las temperaturas se han incrementado; los períodos pluviales han reducido el tiempo de las precipitaciones sin disminuir la cantidad de agua caída; por tanto, la torrencialidad es mayor con las consecuencias que de ella devienen; se ha ampliado la zona de tornados y huracanes; los glaciares se hallan en retroceso; el agua es cada vez más escasa; el hombre ha tenido una activa participación en la tala indiscriminada de bosques que lleva implícito el riesgo de desertificación; la mayoría de los reservorios de agua dulce se hallan contaminados o en peligro de serlo a corto plazo por vía del fracking o de derrames industriales, o de la propia conurbación; la tarea de la potabilización para las urbanizaciones demanda mayores costos porque se requieren más y nuevos insumos químicos y aún así, las enfermedades derivadas de la contaminación de las aguas van en aumento. Los cambios actuales no podemos atribuirlos a la Tectónica de Placas como lo fue ante la disgregación de Pangea y posterior división de Laurasia y Gondwana, hoy y talvez como consecuencia de lo limitado de la presencia del hombre sobre la tierra, hablando en tiempos geológicos, asistimos y nos sentimos víctimas de los ajustes y desequilibrios de menor cuantía de los procesos corticales donde también intervenimos y somos parte sin advertir que los mismos pueden ser consecuencia de ciclos mayores a nivel mundial, cuya gestación ha comenzado.
¿INTERGLACIAL O POSTGLACIAL?
El Cuaternario tiene datados dentro de su espacio temporal, cuatro avances del hielo de magnitud planetaria con influencia, aún más allá de las propias fronteras del ciclo, es que la instalación de cualquiera de ellos sobre la superficie terrestre tiene marcada significación aún a grandes distancias y más cuando se trata del hielo o en presencia de aridez, serían o representarían los dos extremos entre los cuales fluctúan las variaciones climáticas del planeta.
El hemisferio norte, eminentemente continental es donde mejor se han analizado los datos aportados por la Sedimentología y de ellos se puede deducir que los ciclos tanto de avance como de retroceso no han sido uniformes en cuanto a su duración y a lo comprendido por los espacios interglaciales. La línea del tiempo del gráfico que antecede, así lo demuestra.
Extrapolados los ciclos climáticos a nuestros territorios, la resultante ha sido que espacios considerables de la Patagonia, las áreas montañosas y muchos valles de altura quedaron bajo la influencia del hielo o de los congelamientos y descongelamientos anuales, típicos de la erosión periglacial, tal por ejemplo las Sierras de Córdoba y el sector centro occidental de la Pcia. de La Pampa, Argentina.
Trabajos como los de Alfredo Castellanos y Pablo Groeber, destacan los alcances y consecuencias de las glaciaciones tanto en la Patagonia Extra andina como sobre los contrafuertes serranos del resto del territorio nacional.
Hoy uno de los mayores desafíos planteados por el clima es dilucidar si la etapa terrenal que transitamos es un interglacial similar a los anteriores, o se trata de un postglacial frente al cual el régimen climático se apartará definitivamente de las alternancias a que fue sometido durante lo que va del Cuaternario.
Por lo que se puede advertir la presencia del hombre pasa a ser un factor determinante en la dinámica del Cambio Climático acelerando procesos y tiempos, interfiriendo en las variables naturales con la incorporación de nuevos fenómenos y muchos productos cuya digestión a nivel del planeta se desconoce.
La confirmación de una tendencia visibilizará el futuro del planeta y la continuidad de todas las especies existentes, entre ellas el hombre, o la desaparición de muchas de ellas como ya ocurriera en épocas geológicas anteriores.