La fusión de un par de estrellas de neutrones, fue el primer evento cósmico observado por su luz como por las ondas gravitacionales que expidió.
Regeneración, 24 de diciembre de 2017.- Este año y gracias a las ondas gravitacionales, reconocidas por el Premio Nobel de Física, Carl Sagan, se pudo conocer la existencia de las kilonovas, el resultado del choque de dos estrellas de neutrones.
“Es algún sitio algo increíble está esperando a ser conocido”, dijo el astrónomo luego de teorizar sobre el asunto, que fue anunciado en 2016 y que significó para los expertos una nueva faceta de la astronomía en la que no sólo se observa el universo sino que además se escucha.
Este tipo de observación y estudio de las estrellas, abrió una nueva ventana que este año, confirmó la existencia de la fusión de las estrellas de neutrones, que a su vez generó una kilonova, sobre lo que se había teorizado 30 años antes.
La fusión de estrellas fue observada en agosto del 2017, y se trató del primer evento cósmico observado por su luz y por sus ondas gravitacionales.
Una fusión de estrellas de masa muy concentrada -una cucharadita de café de una de ellas pesaría mil millones de toneladas- que se produjo a 130 millones de años luz de la Tierra y que en su explosión liberó otras respuestas.
De hecho, lo primero que se detectó fue una ráfaga de rayos gamma, lo que proporciona evidencias de la relación entre ambos fenómenos y, no menos importante, se observó que la colisión liberó enormes cantidades de oro, platino y uranio.
También con los ojos fijos en el espacio, este fue el año de la sonda Cassini, que puso fin a 20 años de travesía espacial convertida, tal y como estaba previsto, en un meteorito sobre el cielo de Saturno.
Cassini estuvo al pie del cañón hasta que se quedó sin combustible y, justo antes de desintegrarse, transmitió valiosos datos sobre la atmósfera del planeta.
Era el final de una brillante misión que comenzó en 1997 y que supero todas las espectativas, pues Cassini localizó numerosos satélites y, sobre todo, la posible habitabilidad de las lunas Encélado y Titán, que es un «mundo» muy parecido al nuestro, con mares, lagos, montañas, dunas y nubes.
Otra misión que este año batió un récord al cumplir 40 años fue el Proyecto Voyager de la NASA, dos sondas que tenían una misión de exploración de unos cuatro años y que cuatro décadas después siguen su viaje, que les ha llevado a adentrase mucho más allá del Universo conocido mientras siguen enviando datos a la Tierra.
Entre sus muchos hallazgos destacan la confirmación de que es posible utilizar la gravedad de la órbita de un planeta para impulsarse hasta el siguiente, el avistamiento de volcanes activos en Júpiter o el descubrimiento de seis nuevas lunas en Neptuno.
El sueño de encontrar vida en otro planeta sigue vivo con el continúo descubrimiento de nuevos sistemas solares. El que más espectación levantó este año fue TRAPPIST-1.
Formado por siete planetas, como el Sistema Solar, tres de ellos son rocosos y están en la zona habitable de su estrella, lo que posibilita la existencia de agua líquida.
No menos titulares acaparó hace unas semanas los últimos resultados del telescopio Kepler, que ha descubierto dos nuevos exoplanetas, uno de ellos en el sistema Kepler-90, con lo que suma ocho y le convierte en el más parecido al Sistema Solar.
Pero lo realmente importante no fue localizar nuevos exoplanetas, sino la forma de hacerlo, a través de la inteligencia artificial, toda una primicia, gracias a una colaboración con el gigante tecnológico Google.
Un año que terminó con el anuncio del presidente estadounidense, Donald Trump, de que volverán a enviar seres humanos a la Luna para establecer una base que facilite llevar una primera misión tripulada a Marte.
Un proyecto sin fecha precisa y que supone no pocos retos tanto humanos como tecnológicos, pero que para Trump supone «soñar a lo grande», como asegura que su país está haciendo de nuevo.
Vía El Universal