5 lecciones cruciales para la izquierda del nuevo libro de Naomi Klein

No puedes luchar contra el cambio climático sin luchar contra el capitalismo, afirma Klein en su libro Esto cambia todo. Klein sostiene que los programas de comercio de emisiones de carbono crean incentivos perversos, permitiendo a los fabricantes producir más gases de efecto invernadero perjudiciales, con solo pagar para reducirlos.También arremete contra opciones supuestamente limpias como el gas natural.

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22 de septiembre de 2014.-En sus libros anteriores: La doctrina del shock (2007) y NO LOGO: EL Poder de las marcas (2000), la escritora y activista canadiense Naomi Klein aborda temas como la “terapia de shock” neoliberal, el consumismo, la globalización y el “capitalismo desastre,” documentando de manera extensa las fuerzas detrás del aumento de la desigualdad económica y la degradación ambiental de los últimos 50 años. Pero en su nuevo libro, Esto cambia todo: Capitalismo contra el clima, (en las tiendas a partir del 16 de septiembre) Klein proyecta su mirada al futuro, argumentando que los peligros del cambio climático exigen acciones radicales de manera inmediata para prevenir una catástrofe.

Ciertamente Klein no está sola al señalar lo urgente de la amenaza, pero lo que la diferencia del resto es su argumento referido a que el capitalismo—no el carbono—está en la raíz del cambio climático, que nos conduce de manera inexorable hacia un Armagedón ambiental en la búsqueda de lucro. Esto cambia todo, es un libro que vale la pena leer completo, una o dos veces, pero a continuación presentamos algunos de los puntos clave.

1. Las soluciones de tipo parche no funcionan.

“Sólo los movimientos sociales de masas pueden salvarnos ahora. Porque sabemos hacia donde se dirige el sistema actual, si se deja sin control.”

Gran parte de la discusión que rodea al cambio climático se centra en lo que Klein descarta como “soluciones del tipo parche”: arreglos amigables con las ganancias como innovaciones tecnológicas de primer nivel, planes que establecen topes a la cantidad de emisiones de carbono y un mercado para las mismas, y alternativas presuntamente “limpias” como el gas natural. Para Klein, dichas estrategias son demasiado limitadas y tardías.

En su interminable crítica de la participación de las corporaciones en la prevención del cambio climático, ella demuestra cómo “soluciones” beneficiosas propuestas por numerosos think-tanks (y las empresas que los sostienen) realmente terminan agravando el problema. Por ejemplo, Klein sostiene que los programas de comercialización de créditos de carbono generan incentivos perversos, al permitir a los fabricantes producir mayor volumen de gases de efecto invernadero perjudiciales, solamente pagando para reducirlos. En el proceso, los esquemas de comercialización de créditos de carbono han ayudado a las corporaciones a ganar miles de millones -permitiéndoles obtener beneficios con la degradación del planeta. En cambio, Klein afirma, necesitamos liberarnos del fundamentalismo del libre mercado e implementar planes a largo plazo, regulaciones más estrictas para los negocios, más tributos, más gasto gubernamental en la materia y sustituir las privatizaciones por el control público de la infraestructura clave.

2. Necesitamos arreglarnos nosotros, no al mundo

“El planeta tierra no es nuestro prisionero, nuestro paciente, nuestra máquina o, nuestro monstruo. Es todo nuestro mundo. Y la solución al calentamiento global no es reparar el mundo, sino arreglarnos a nosotros mismos”.

Klein dedica un capítulo completo del libro a la geoingeniería: el campo de investigación, liderado por un pequeño grupo de científicos, de financiadores y figuras de los medios, que tiene como objetivo combatir el calentamiento global alterando la tierra en sí misma — cubriendo los desiertos con material reflectivo para enviar luz solar de vuelta al espacio o incluso opacando el sol para reducir la cantidad de calor que llega al planeta. Sin embargo, los políticos y gran parte del público global han planteado inquietudes éticas, de salud y ambientales respecto a estos experimentos científicos propuestos para el planeta, y Klein advierte acerca de las consecuencias desconocidas de crear “un mundo Frankenstein,” con varios países lanzando proyectos de manera simultánea. En lugar de restablecer el equilibrio ambiental, Klein afirma que estos “arreglos tecnológicos” sólo perturbarán aún más el equilibrio del planeta, creando un sinnúmero de nuevos problemas, que demandarán una interminable cadena de ulteriores “arreglos.” Klein escribe, “La tierra—el sistema que brinda sustento a la vida—tendría que recurrir a una especie de respiración asistida, conectada a máquinas de manera continua para evitar caer por completo en algo monstruoso.”

3. No podemos confiar en el financiamiento corporativo “bien intencionado”.

“Una gran cantidad cantidad de progresistas han abandonado el debate del cambio climático, en parte porque pensaron que los grandes grupos verdes, provistos de dólares provenientes de la filantropía, tenían este asunto cubierto. Esa creencia, resultó ser un grave error.”
Klein critica duramente los vínculos entre las corporaciones y los principales grupos ambientalistas, así como también los intentos de los “multimillonarios verdes” como Bill Gates y el fundador del Grupo Virgin, Richard Branson de usar el capitalismo para combatir el calentamiento global. Cuando la principal causa del cambio climático es el capitalismo, según Klein, no tiene sentido esperar que las corporaciones y los multimillonarios antepongan el planeta al lucro.
Por ejemplo, aunque la Fundación Gates financia gran parte de los principales grupos ambientales dedicados a combatir el cambio climático, en diciembre de 2013, invirtió al menos $1.2 mil millones en BP y ExxonMobil. Además, cuando los principales grupos verdes se vuelven dependientes de los fondos de las corporaciones impulsan una agenda corporativa. Por ejemplo, organizaciones como Nature Conservancy (TNC) y el Environmental Defence Fund (EDF), que han recibido millones de dólares de donantes corporativos pro-fracking, como Shell, Chevron y JP Morgan, están promoviendo al gas natural como una alternativa más limpia a los combustibles fósiles, como el petróleo y el carbón.

4. Necesitamos desinversiones y reinversiones.

“El principal poder de la desinversión no reside en que a corto plazo perjudica financieramente a Shell y Chevron, sino que erosiona el permiso social del que gozan las empresas de combustibles fósiles y presiona a los políticos para impulsar legislación dirigida a reducir las emisiones en general.”

Los críticos del movimiento de desinversión del carbono a menudo sostienen que las desinversiones tendrán impacto mínimo en las finanzas de los contaminadores. Pero Klein afirma que esta línea de razonamiento se olvida de lo central, citando el argumento del activista de la desinversión Cameron Fenton que sostiene que “nadie está pensando que vamos a llevar a la bancarrota a las empresas de combustibles fósiles. Pero lo que podemos hacer es destruir sus reputaciones y quitarles su poder político.” Más importante, la desinversión abre la puerta a la reinversión. Unos pocos millones de dólares que no llegan a las manos de ExxonMobil o BP significa dinero que puede ahora ser invertido en desarrollar infraestructura verde o empoderar a las comunidades para relocalizar sus economías. Y algunas instituciones como facultades, organizaciones benéficas, fondos de pensión y municipalidades ya han recibido el mensaje: Klein reporta que 13 escuelas profesionales y universidades norteamericanas, 25 ciudades norteamericanas, alrededor de 40 instituciones religiosas y una gran cantidad de importantes fundaciones se han comprometido a desinvertir en acciones y bonos ligados a combustibles fósiles.

5. Enfrentar el cambio climático es una oportunidad para abordar otros asuntos sociales, económicos y políticos.

“Cuando quienes niegan el cambio climático afirman que el calentamiento global es una conspiración para redistribuir la riqueza, no lo hacen (sólo) porque están paranoicos sino porque también están atentos.”

En La doctrina del shock, Klein explicó cómo las corporaciones han explotado las crisis alrededor del mundo para beneficio propio. En Esto cambia todo, ella sostiene que la crisis del cambio climático puede servir como un llamado de alerta para la acción democrática generalizada. Por ejemplo, cuando en 2007 un tornado destruyó gran parte de Greensburg, Kansas, el pueblo rechazó los enfoques de arriba hacia abajo para la recuperación a favor de esfuerzos de reconstrucción basados en la comunidad que aumentan la participación democrática y creó nuevos edificios públicos amables con el medioambiente.

Hoy,Greensburg es uno de los pueblos más verdes de EE.UU. Para Klein, este ejemplo ilustra cómo las personas pueden usar el cambio climático como un motivo para reunirse con el objetivo de construir una sociedad más sostenible. También pueden, de hecho deben, generar una transformación radical en nuestra economía: menos consumo, menos comercio internacional, (parte de relocalizar nuestra economía) y menos inversión privada, y mucho más gasto gubernamental destinado a crear la infraestructura necesaria para una economía verde. “Implícita en la transformación,” Klein escribe, “está una mayor redistribución, para que más personas puedan vivir cómodamente dentro de los límites de la sustentabilidad del planeta.”

Traducción del artículo » 5 Crucial Lessons for the Left From Naomi Klein’s New Book» pulbicado en These Times el 21 de agosto de 2014