Uno puede cambiar completamente su percepción del mundo volteando un mapa de cabeza y tratando de acostumbrarse a una orientación con el sur «arriba»
Regeneración, 23 de octubre de 2016.- Se sabe que en el espacio exterior referencias como «arriba», «abajo», «izquierda», «derecha» no tienen sentido, no existen. Si uno mira al planeta Tierra desde el espacio uno se da cuenta que en realidad no existe un «norte» y un «sur», así como no existen realmente las divisiones políticas.
«Hasta donde los astrónomos sabemos, realmente no existe un arriba o abajo en el espacio», explica Daniel Mortlock, astrofísico.
¿Cómo es entonces que los mapas del planeta Tierra terminaron con esa orientación?
Diferentes culturas tenían distintas razones para orientar sus mapas de una u otra forma. Los egipcios, por ejemplo, colocaban el este en la parte superior, pues de ahí sale el sol.
Los cristianos tenían la misma orientación, pero sus razones eran distintas; sus mapas apuntaban hacia el Jardín del Edén, con Jerusalén en el centro.
De acuerdo con Jerry Brotton, un historiador de la Universidad Queen Mary en Londres especializado en mapas, «el norte rara vez se colocaba en la parte superior, por el simple hecho que de ahí es donde viene la oscuridad. El oeste tampoco fue una elección, porque por ahí desaparecía el sol».
Los chinos tomaban más en cuenta el sur, «porque de ahí es donde viene el viento», según dice Brotton, sin embargo los mapas estaban orientados hacia el norte porque el emperador residía en esa parte del país.
Por otra parte mapas antiguos musulmanes sí estaban orientados hacia el sur, pues tenían como destino migratorio el sur.
Por lo tanto, orientar los mapas con el norte «arriba» y el sur «abajo» no es realmente indispensable. ¿Por qué entonces todo el mundo se comportó como un «Babel a la inversa» y terminó con todos los mapas actuales teniendo la misma orientación?
El parteaguas lo marcó Gerardus Mercator en el año 1569, con su «atlas», el primer mapa que tomaba en cuenta la forma esférica de la Tierra y fue de gran ayuda para los navegantes y exploradores.
Sin embargo la decisión de poner el norte arriba y el sur abajo se tomó de manera arbitraria.
La orientación «norte-arriba, sur-abajo» ha tenido como consecuencia una serie de asociaciones positivas y negativas. El norte se asocia con lo bueno, lo deseable y la riqueza, diversos estudios han encontrado esa correspondencia mental, como el de Brian Meier, psicólogo del Colegio Gettysberg, en Estados Unidos.
El especialista mostró a un grupo de sujetos mapas de territorios ficticios y les pregunto dónde querrían vivir. Las personas se inclinaron más al norte.
Meier se dio cuenta entonces que voltear los mapas y dejar el sur «arriba» tenía los mismos resultados. Esto significa que uno puede cambiar completamente su percepción del mundo volteando un mapa de cabeza y tratando de acostumbrarse a esa orientación.
El ejercicio puede lograr que uno vea el mundo con nuevos ojos y volverlo inexplorado otra vez, mirar y percatarse del mundo que damos por sentado por primera vez.
Con información de BBC