#Opinión: El monopolio de la verdad (Parte VII)

Por Fernando Valdés Tena

1 de Marzo de 2004, año de los videoescándalos, con un Presidente Vicente Fox empecinado en descarrilar la trayectoria de Andrés Manuel López Obrador, entonces Jefe de Gobierno del DF. El medio sería nuevamente Televisa. Y el instrumento, el Noticiero estelar del sucesor de Jacobo Zabludovsky Joaquín López Dóriga, quien difundiría imágenes de Gustavo Ponce, Secretario de Finanzas del Gobierno del DF, apostando en la zona VIP del Hotel Bellagio de Las Vegas, Nevada.

Bernardo Bátiz —procurador de justicia capitalino— habla al programa para informar que se investiga un fraude de 31 millones de pesos en contra del erario, que Ponce terminaría pagando con cárcel. Dos días después en el programa El Mañanero —conducido por un peculiarmente incisivo y recién incorporado a Televisa Víctor Trujillo, caracterizado como Brozo— el diputado panista Federico Döring exhibe un video en el que se ve a René Bejarano —coordinador del PRD en la asamblea legislativa del DF y quien “casualmente” en ese preciso momento estaba siendo entrevistado por Leonardo Kourchenko en un estudio contiguo de Televisa— recibiendo $45 mil dólares en efectivo en paquetes con ligas dentro de un maletín, del empresario argentino Carlos Ahumada Kurtz.

Bejarano sería requerido ahí mismo por Trujillo a comparecer ante las cámaras, en donde señalaría que los recursos se habrían entregado a la entonces presidenta del PRD Rosario Robles Berlanga, para financiar campañas de propaganda electoral y favorecer a Ahumada —con quien Robles mantenía una relación sentimental que lo acercaría a la administración Lopezobradorista— con contratos de gobierno para obra pública. Esto hubiera provocado la expulsión de Robles del PRD, de no ser porque renunciaría anticipadamente al partido para afiliarse al PRI, hecho que terminaría siendo su perdición al aceptar colaborar 12 años después, como Secretaria de Desarrollo Social y eje rector de la tristemente célebre Estafa Maestra de Enrique Peña Nieto.

Al día siguiente de la exhibición de los videos en Televisa, López Obrador deslizaría la teoría de un complot del gobierno de Fox, orquestado por la dupla del expresidente priista Carlos Salinas de Gortari y el excandidato presidencial del PAN Diego Fernández de Cevallos, para desestabilizar su gobierno divulgando los videos, a cambio de los cuales le habían prometido a Ahumada, 400 millones de pesos de los que sólo terminarían pagándole 68 millones.

El móvil sería revelado por una reunión que habría tenido lugar el 20 de febrero de ese año en el Hotel Presidente Intercontinental de Polanco, entre El Jefe Diego, Carlos Ahumada, el delegado del CISEN en el D.F., Jose Luis Valles López, el agente del ministerio público José Carlos Villarreal y Juan Collado Mocelo, abogado de Raúl Salinas de Gortari —hoy preso en el Reclusorio Norte, quien había llegado a un acuerdo con el gobierno foxista para conseguir la libertad de su cliente.

El Director del CISEN era Eduardo Medina Mora, cabildero de Televisa y añejo amigo de Bernardo Gómez, entonces Vicepresidente Ejecutivo y responsable de las relaciones políticas de la televisora. Alejandro Gertz Manero fungía como Secretario de Seguridad Pública y se había desempeñado previamente en ese puesto, pero en el Gobierno del D.F. de Rosario Robles.

Tras la difusión de los videos, Bejarano fue encarcelado. Ahumada huyó a Cuba, fue atrapado y extraditado a México, donde permaneció 3 años en la cárcel y al salir demandó al PRD y a Robles por varios millones de dólares por la supuesta firma de un pagaré que nunca le liquidaron. Televisa se anotaba un 10 con el gobierno de Fox por la difusión de los videos. El favor sería recompensado con creces al final del sexenio cuando el Secretario de Gobernación Santiago Creel Miranda, les autorizaría 130 permisos para operar centros de apuestas Play City.

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