¿Neoliberalismo o Sustentabilidad?
Víctor Manuel Toledo
Tras varias décadas de libre movimiento del capital, inusitada innovación tecno-científica, y una política cada vez más dominada por el poder corporativo, el sueño neoliberal, que prometía bienestar, trabajo y seguridad, se ha convertido en una pesadilla planetaria.
Hoy, los “molinos de viento” se han convertido en gigantescos rascacielos, en centrales nucleares, en máquinas que hacen nuevas máquinas, en cientos de miles de sustancias peligrosas arrojadas al medio ambiente sin precaución alguna, aguas contaminadas, cementerios de ojivas, plásticos, chatarras y materiales radioactivos. Millones de seres humanos excluidos, marginados, explotados o enajenados.
Pero la modernidad industrial moldeada por el capital corporativo (la mitad de la economía mundial la dominan 500 empresas con sólo 1.6 % del total de la fuerza de trabajo), está provocando algo aún más preocupante que todo lo anterior: el quiebre, deterioro o afectación irreversible de los procesos de la naturaleza, por medio de los cuales el planeta ha sido hasta ahora un espacio habitable.
La crisis ecológica de escala global, hoy amenaza no solamente al entramado de la vida sino a la misma especie humana. En la última década, lo anterior se ha hecho presente a través de eventos climáticos inesperados como la secuencia mundial de incendios forestales, las sequías en varios sitios del mundo, el calor canicular que azotó a Europa en 2003 (provocando la muerte de más de 25 mil personas), el derretimiento de glaciares y los cascos polares; y el incremento en número, fuerza y duración de los huracanes. Hoy, el calentamiento global provocado por la contaminación industrial y la destrucción de selvas y bosques, no sólo es un fenómeno plenamente comprobado y avalado científicamente, sino que amenaza en convertirse en un evento global de consecuencias inimaginables.
En este contexto planetario debe ubicarse la actual situación de México. El dilema político del país es por lo tanto un dilema civilizatorio: o se sigue alimentando una modernidad al servicio de las élites, que explota, margina y enajena a los ciudadanos, que incrementa la amenaza ecológica y la descomunal concentración de capital o se avanza hacia una sociedad sustentable, hacia una “modernidad alternativa”, basada en la restauración ecológica, la equidad social, el control ciudadano del mercado y de la política, la democracia participativa y de la recuperación de la cultura y la historia. El dilema de México, como el del resto del mundo, es entre neoliberalismo o sustentabilidad.
En el país existe un vigoroso movimiento de resistencia social frente a los problemas ambientales (minería, presas, agua, turismo depredador, contaminación urbana e industrial, nuevas carreteras, deforestación, destrucción de la biodiversidad), así como de comunidades y cooperativas rurales, de mercados alternativos de productores y consumidores orgánicos, de redes de nuevas tecnologías, de instituciones de investigación científica y tecnológica con responsabilidad social y ecológica y de redes que defienden el agua, fomentan una educación liberadora o inducen y acompañan procesos de autogestión rural y urbana, que construyen el poder social en territorios, localidades y barrios.
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