Peña Nieto, PRI, PAN y PRD hicieron reuniones secretas para acabar con Slim: NYT

El mismo Estado que convirtió a Carlos Slim en el hombre más rico de México, se ha convertido en el nuevo rival del empresario, para ello aprobaron la ley de telecomunicaciones

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Regeneración. 11 agosto 2016.- En un extenso artículo del diario The New York Times, titulado “Carlos Slim tiene un nuevo rival: el mismo Estado que le ayudó a crear su fortuna”, el texto inicia afirmando que el mismo Estado que lo convirtió en el hombre más acaudalado de México y, por algunos años, del mundo, se ha convertido en el nuevo rival del empresario Carlos Slim Helú, cuyo grupo de compañías se extiende desde el control de la telefonía móvil y fija, el Internet, la construcción de infraestructura y la industria petrolera.

Su fortuna se calcula en 50 mil millones de dólares, cifra que lo puso durante algunos años en la cima de la lista de multimillonarios de Forbes. Sus años de riqueza en México le permitieron expandir sus negocios a lo largo del continente americano con compañías que tocan casi todas las facetas de la vida moderna: telecomunicaciones, bancos, construcción y comercio minorista, entre otros.

El diario relata que en su objetivo de regular el sector de las telecomunicaciones en el país, cuyas tres cuartas partes recaen en empresas de Slim, el gobierno del presidente Enrique Peña Nieto y los tres partidos políticos más importantes hicieron a un lado sus diferencias y mantuvieron reuniones secretas para socavar el dominio del empresario.

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Detalla que esos encuentros sucedieron a menudo entrada la noche, en diferentes lugares de la Ciudad de México para evitar filtraciones, hasta que la legislación estuviese casi lista.

Una vez que se llegó a un acuerdo, los legisladores consagraron la ley en la Constitución para desviar las impugnaciones legales características de Slim y establecieron tribunales especiales para que las resolvieran.

El diario señala que el plan que tramaron para aumentar la competencia en la industria de las telecomunicaciones, convertido en ley desde hace dos años, comenzó a tener efecto, al citar que las ganancias de América Móvil cayeron 24 por ciento en 2015 y casi 44 por ciento en el primer semestre de este año.

Lo que más ha cambiado y es más importante aquí son las autoridades y su actitud hacia su imperio, explicó a The New York Times Ernesto Piedras, director general de Competitive Intelligence Unit, empresa consultora y de investigación. Es la primera vez que Slim no tiene una copia de todas las llaves.

Aun así, los cambios han hecho poca mella en la porción de mercado que pertenece a Slim, quien retiene casi 70 por ciento del mercado de telefonía móvil y cerca de 65 por ciento en telefonía fija.

Slim enfrenta una competencia real por primera vez. Este año las autoridades mexicanas determinarán si las nuevas medidas son suficientes para restringir el dominio del empresario; sin embargo, él se ha anticipado a la regulación del sector de comunicaciones y ha ingresado en otros sectores, como el de energía.

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Slim otorgó un préstamo de 250 millones de dólares a The New York Times, de cuya empresa controladora ahora es el principal accionista, recuerda el diario estadunidense. Sus compañías construyen y alquilan plataformas petroleras y pozos de extracción, operan represas en Panamá y construyen gasoductos en México y en Estados Unidos. Incluso está haciendo negocios con el alumno más famoso de Halliburton, Dick Cheney, al invertir junto al ex vicepresidente en WellAware, una empresa emergente de servicios de software relacionados con la extracción de petróleo de Texas.

El proyecto de 13 mil millones de dólares del Nuevo Aeropuerto de la Ciudad de México también tiene el sello de Slim: en el diseño participan un yerno arquitecto y otro pariente político.

Aunque el dominio de Slim y sus ganancias pueden estar en riesgo en México, su riqueza ya no depende de ello, dijo James R. Jones, ex embajador estadunidense en México en los noventa.

El artículo completo de The New York Times puede leerse en español en la siguiente dirección: http://nyti.ms/2aEchDR.

 

Con información de The New York Times