Además de la mansión, la Fiscalía incautó 35 residencias propiedad de Saca y su grupo familiar en todo el país, 46 vehículos, 11 locales comerciales, tres haciendas, seis sociedades comerciales de comunicación conformadas por 16 estaciones de radio y poco más de un millón de dólares encontrados en instituciones financieras.
(AFP).-Una enorme puerta de unos 10 metros de alto de madera fina y con vitrales, es la entrada a la suntuosa mansión que asombra a sus visitantes, en una exclusiva zona residencial con guardias privados en las faldas del volcán de San Salvador, en la periferia oeste de la capital.
Rodeada de terrenos cultivados de café y árboles de pino, la mansión que ha sido valuada en unos ocho millones de dólares, fue incautada este viernes por la Fiscalía al expresidente salvadoreño de 53 años.
«Esta mansión la denominamos como el monumento a la corrupción en El Salvador. Es un palacete con lujos que por lo menos su servidor nunca los había visto», declaró a periodistas el fiscal general Douglas Meléndez.
En la cochera estaban estacionados cinco automóviles de lujo propiedad del expresidente, y que también le fueron incautados.
La opulenta residencia está vacía, y en una de las primeras habitaciones quedó abandonada una caja fuerte, sin nada en su interior.
Saca, que gobernó El Salvador entre el 2004 y el 2009, afronta junto a seis de sus colaboradores un juicio por el desvío de 301 millones de dólares durante su mandato.
El exmandatario y tres de sus colaboradores aceptaron la culpa por los delitos de peculado y lavado de dinero y activos a cambio de un juicio abreviado, para reducir a 10 años la pena de prisión a la que está expuesto.
Además de la mansión, la Fiscalía incautó 35 residencias propiedad de Saca y su grupo familiar en todo el país, 46 vehículos, 11 locales comerciales, tres haciendas, seis sociedades comerciales de comunicación conformadas por 16 estaciones de radio y poco más de un millón de dólares encontrados en instituciones financieras.
Capilla y cancha de fútbol
En el vestíbulo de la casa, dos escalinatas con piso de mármol, pasamanos de hierro forjado y madera, dirigían a otro nivel en donde habían no menos de diez habitaciones para huéspedes dotadas de lujosos detalles: candelabros, pisos de fina cerámica o alfombrados, aire acondicionado y jacuzzi.
El centro de la mansión era dominado por un enorme salón con chimenea, bar y grandes ventanales que daban una privilegiada vista panorámica a la ciudad de San Salvador.
Franqueando una piscina dotada de jacuzzi había varios salones utilizados por la familia del expresidente Saca, como gimnasio, sala de juegos, sala de masajes, sala de belleza, bar, cuarto de música, y una sala de cine con paredes acústicas.
Frente al jardín principal, el expresidente Saca mandó a construir una capilla privada, donde aún permanece una estampa pintada en azulejos del papa Juan Pablo II.
«Es sorprendente el lujo en esta propiedad, parece la mansión de un emir, se nota que no tuvieron miseria en gastar el dinero de los ciudadanos, indigna», comentó a la AFP el jefe de la Unidad de Investigación de Delitos Financieros, Jorge Cortez, quien junto al fiscal general mostró a la prensa las instalaciones de la mansión.
Frente a la casa, resguardada por un gran portón de hierro y altos muros de ladrillo y concreto, se encuentra otra propiedad en la que el expresidente mandó a construir una cancha fútbol provista de iluminación, así como un salón para ejercicios y baile.
A un costado de la cancha figura una sala de «Placas y trofeos», con algunas preseas que Saca acumuló durante su gestión presidencial.
«No voy a descansar hasta lograr que estas instalaciones vuelvan a manos del pueblo, porque se hicieron con dinero de todos los salvadoreños», dijo en tono indignado el fiscal general.
Funes usó mismo método que Saca para malversar
El expresidente de El Salvador Mauricio Funes (2009-2014) utilizó el mismo método que su predecesor, Elías Antonio Saca (2004-2009), para malversar fondos estatales, dijo uno de los fiscales de un juicio contra Saca.
«Lo siguieron haciendo, Funes tuvo que haber seguido haciendo lo mismo (que Saca), aprovechándose de todo», señaló el fiscal, quien pidió el anonimato.
Esto en referencia al uso de un reglamento de la Presidencia y al traslado de fondos estatales a cuentas particulares de empleados y su cobro en efectivo.
El expresidente Saca confesó este jueves que utilizó un reglamento para darle una «aparente legalidad» al uso de fondos en beneficio personal y que le daba la facultad a sus presuntos cómplices de abrir cuentas personales para apropiarse de dinero estatal.
«Dicha normativa me permitía asegurar la aparente legalidad en el manejo de los fondos públicos, aprovechar su uso y apropiármelos en beneficio personal y de otras personas», sostuvo el ex jefe de Estado.
Tres de los exempleados de la Casa Presidencial que enfrentan juicio junto a Saca son procesados en el caso de Funes, acusados de colaborar en la supuesta malversación de más de 351 millones de dólares.
Se trata del exjefe de la Tesorería del Gobierno salvadoreño Jorge Alberto Herrera, del exgerente financiero Francisco Rodríguez Arteaga y del excolaborador Pablo Gómez.
Los primeros dos confesaron los delitos de peculado y lavado de dinero en un «juicio abreviado» a cambio de recibir penas mínimas de entre 3 y 6 años de prisión, mientras que Gómez decidió seguir el proceso «normal».
La abogada de Herrera y Rodríguez Arteaga, Tania Pastor, sostuvo que estas personas valoran la opción de pactar una confesión en el proceso vinculado a Funes, asilado actualmente en Nicaragua, o ser testigos con criterio de oportunidad.
«Cualquiera de las dos posibilidades es viable, ellos pueden convertirse en testigos con criterio de oportunidad, dado que son personas procesadas y no pueden ser testigos comunes. También podría darse otra vez un proceso abreviado», apuntó la letrada.
Según la Fiscalía, Funes comandó junto a su amigo Miguel Menéndez, también exfuncionario y empresario de seguridad, una «estructura sofisticada» que sacó más de 351 millones de dólares a cuentas privadas, cobró más de 292 millones en efectivo y los lavó.
El expresidente fue condenado en 2017 a devolver más de 419,000 dólares al Estado, tras ser declarado responsable de enriquecimiento ilícito por parte de un tribunal civil en un juicio ordenado por la Corte Suprema.
Funes, quien llegó a gobernar bajo la bandera del «cambio» ante la corrupción de administraciones anteriores, es el tercer presidente salvadoreño desde que el país entró a la vida democrática en ser acusado de tomar dinero público.
Además de Funes y Saca, el fallecido exgobernante Francisco Flores (1999-2004) fue procesado por supuestamente apropiarse de 15 millones de dólares donados por Taiwán.