El náhuatl, una de las lenguas originarias de México, hasta hace pocos años estaba prohibida en Tetelcingo, Morelos. Decían que era «cosa de indios». Pero ahora, tres días a la semana, los niños de este municipio de Morelos toman clases en el idioma de sus abuelos.
Regeneración, 21 febrero 2017.- El Náhuatl, era una lengua que hasta hace pocos años estaba prohibida en Tetelcingo, Morelos, porque era cosa de indios, ahora tres días a la semana, los niños toman clases con este método práctico.
Cuando el maestro les pregunta si les gusta el idioma, muchos alzan la mano para responder que sí, porque está bonito o porque pueden entenderse con gente de otros pueblos. Pero entre todos ellos, suena una respuesta más sencilla y contundente: porque puedo hablar con mi abuelito.
En el salón del grado 5º B de la escuela primaria Plan de San Luis la rutina del médico y el paciente es uno de los momentos preferidos de los alumnos. Con una bata y un estetoscopio de plástico en la mano, uno de los niños juega a ser doctor y escucha a su compañero decirle: miech cucúa no kuaitl (me duele la cabeza).
Entre risas y juegos, los alumnos escuchan al profesor Verónico Xixitla y repiten a coro todo lo que les ha enseñado: los colores, los adjetivos, los números, las estrofas del Himno Nacional en náhuatl.
Construir ese vínculo entre dos generaciones que de otro modo estarían cada vez más separadas es una de las satisfacciones más grandes de Verónico Xixitla, quien desde hace 30 años se dedica a cantar y a enseñar una lengua que sigue viva, pero podría desaparecer si no se le cuida.
Cuando un padre no le enseña el idioma a su hijo, se va perdiendo la identidad y hasta la fe de vivir. El problema es que la gente ya no habla náhuatl porque sienten que es sinónimo de marginación, lamenta el profesor, quien realiza su actividad de enseñanza de manera voluntaria.
En esta comunidad de Morelos revitalizar al náhuatl no es sólo una cuestión de rescate cultural. La enseñanza de esta lengua forma parte de un proyecto de construcción de municipios indígenas autónomos, inspirado en la lucha zapatista, que está por dar sus primeros pasos.
La historia de los municipios autónomos en Morelos comenzó en septiembre de 2014, cuando el gobierno estatal lanzó un decreto que permitiría a las comunidades indígenas formar gobiernos que se conduzcan de acuerdo con sus usos y costumbres, sin confrontarse con el marco legal existente.
El cineasta y activista social Francesco Taboada, coordinador de la reforma política de las comunidades indígenas en Morelos, explica en entrevista que dicha iniciativa finalmente aprobada por el Congreso local en junio de 2016 tuvo su origen en una demanda histórica de los pueblos originarios de que se respetaran sus propias formas de gobierno.
Es una propuesta inédita, porque está inspirada en la autonomía de las comunidades zapatistas (de Chiapas) y es la primera ley que permitiría la creación de municipios indígenas en coordinación con el Ejecutivo, indica el también maestro en estudios mesoamericanos.
El equipo de trabajo que redactó el proyecto de ley se basó en documentos como el Plan de Ayala y diversos manifiestos zapatistas de 1910, así como en las declaraciones de la selva Lacandona del Ejército Zapatista de Liberación Nacional y en experiencias recientes de autonomía de los pueblos yaqui, rarámuri, purépecha y kikapú, entre otros.
Las comunidades son depositarias de un sistema político y social mucho más antiguo que los municipios, pero que ha sido relegado y combatido por la homogeneización que impone la cultura dominante del país. La multiculturalidad ha sido desplazada por un sistema monoétnico que además no funciona, subraya Taboada.
Por tal razón, en los municipios indígenas autónomos se apostará por fortalecer estructuras de democracia participativa como la asamblea y el tiachkame (o consejo de principales y ancianos), basadas en sus usos y costumbres, donde las autoridades son electas a mano alzada y en muchas ocasiones ni siquiera perciben salario, pues han sido designadas para servir.
Hasta la fecha la comunidad de Tetelcingo ubicada a 44 kilómetros de Cuernavaca forma parte del municipio de Cuautla, pero es justamente la histórica falta de atención de esas autoridades lo que motivó que decenas de habitantes se organizaran para aprovechar el decreto de municipalización aprobado en junio de 2016.
Nos han abandonado, dice el activista Tirso Clemente cuando se le pregunta por qué quieren formar un municipio indígena autónomo. Desde siempre, cuenta, el único interés de los alcaldes de Cuautla ha sido robarse los impuestos que le cobran a los cerca de 40 mil habitantes de Tetelcingo, pero sin reconocer a sus delegados ni atender sus necesidades básicas.
En el ayuntamiento hay mucha corrupción y para ellos es una cosa normal. Todos los recursos se quedan en Cuautla, lo que nos entregan es muy poco y carecemos de muchas cosas: pavimentación, red de drenaje, agua potable. Si tenemos el recurso más directo, podríamos fomentar varias escuelas y centros de salud, y saldríamos adelante, asevera.
Entre los requisitos legales que deberán cumplir las comunidades interesadas en convertirse en municipios indígenas autónomos Tetelcingo, Hueyapan, Xoxocotla, Cuentepec y posiblemente Coatetelco están el comprobar que ya existían desde antes de la fundación del estado de Morelos, en 1869, y que tienen una organización social propia, que incluye el idioma y los usos y costumbres.
Algunas de las características de dicho sistema buscan evitar la confrontación o los castigos excesivos y privilegian los intereses de la colectividad, afirma Clemente, quien considera que en muchas ocasiones este esquema no se ha entendido de forma adecuada.
Cuando ocurre un conflicto entre dos personas, ejemplifica, uno de los métodos de conciliación que se ponen en marcha en las comunidades indígenas consiste en llamar a los padres de los involucrados y hacer que éstos dialoguen con sus hijos y con la otra familia para resolver el problema.
En caso de que éste sea más complejo, se puede convocar a los abuelos o a más familiares para tratar de solucionarlo. Hay algunas ocasiones en que es necesario detener a uno de los acusados o decomisarle sus pertenencias, pero se les devuelven al momento de reparar el daño. Sólo cuando la ofensa es muy grave, se puede correr a alguien de su comunidad, agrega.
La suerte de Tetelcingo como el primer territorio autónomo indígena de Morelos se definirá en las próximas semanas. Además de presentar varios documentos al gobierno central del estado para cumplir los requisitos legales, los promotores de la iniciativa realizarán una serie de conferencias magistrales para informar sobre las implicaciones de este proyecto, y una consulta abierta a toda la población para saber si respaldan la que sería una histórica municipalización.
Con información de Fernando Camacho y La Jornada