Contra viento y marea ¡La lucha contra la corrupción va!

Diversos teóricos apuntan que la corrupción es consustancial del capitalismo e incluso reconocen que abarca a sociedades postcapitalistas, no se diga estados obreros burocratizados.

Por José Antonio Almazán González

Desde su memorable discurso de toma de protesta el 1 de diciembre de 2018, el tema de la lucha en contra de la corrupción ha sido una constante en el discurso y actuar del gobierno del presidente Andrés Manuel López Obrador. Así lo asentó tajantemente en aquella fecha:

En el periodo neoliberal la corrupción se convirtió en la principal función del poder político, por eso, si me piden que exprese en una frase el plan del nuevo gobierno, respondo: acabar con la corrupción y con la impunidad.”

Hoy, próximos los primeros 100 días de su gobierno y de la 4ª Transformación, la revisión de sus conferencias de prensa, — en las que ha abordado de manera sistemática los grandes problemas nacionales y sus alternativas de solución, — nos muestra que la lucha en contra de la corrupción es una constante que mueve a la reflexión y a la acción organizada.

En las circunstancias actuales, en la que sus críticos de un extremo y otro se dan la mano, la pregunta es inevitable ¿es posible acabar con la corrupción en el marco del capitalismo?.  Diversos teóricos apuntan que la corrupción es consustancial del capitalismo e incluso reconocen que abarca a sociedades postcapitalistas, no se diga estados obreros burocratizados. Los ejemplos están a la vista y la historia los ilustra desde lo que fue la URSS.

Por su parte AMLO sostiene que si posible, y eso es parte del debate, particularmente interesante cuando la respuesta viene de quién es caracterizado por diversos analistas como un gobernante ubicado en el llamado “progresismo” o “nacionalismo de corte radical”, haciendo a un lado a críticos que quisieran el socialismo por decreto.

Para no pecar de parcialidad, echamos un vistazo al Mapa de la Corrupción, elaborado por la organización Transparency International (TI), el cual nos muestra la deplorable ubicación de México en el contexto mundial.  Dicha ONG, que no es tan transparente e imparcial como podría suponerse, reconoce sin embargo que la corrupción es un fenómeno mundial y está presente en todos los países.

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Conforme a su clasificación, a México lo ubica con una calificación reprobatoria de 28 puntos de un total de 100, en el 2018; enviándolo al nada honroso lugar 138, apenas arriba de Guatemala, Nicaragua y Haití, de una lista de 180 países de acuerdo a su Índice de Percepción de Corrupción. Por supuesto, fiel a quienes la financian, a USA le da una puntuación aprobatoria de 71 puntos, colocándolo en el lugar 22 de una lista de 180 países. En el caso de América Latina y el Caribe, el color rojo permea en la mayoría de los países y solo se salvan Chile con 67 puntos y Uruguay con 70 puntos. Devoto al dogma neoliberal Transparency International reprueba también a China con 39 y a Rusia con 28. Incluso Cuba cuya lucha en contra de la corrupción es por demás notable, la califican con 47 puntos.

Nadie podrá decirnos que Transparency International tiene una orientación socialista o populista de izquierda. Por ello llama la atención que en su definición de la corrupción la caracterice como “un obstáculo importante para la democracia y el estado de derecho”, que “agota la riqueza nacional” y “corroe el tejido social de la sociedad”.  “La corrupción, nos dice TI, afecta a las sociedades en multitud de formas. En los peores casos, cuesta vidas. Aparte de esto, les cuesta a las personas su libertad, salud o dinero”. Rematando, “La corrupción también dificulta el desarrollo de estructuras de mercado justas y distorsiona la competencia, lo que a su vez disuade a la inversión.”

Estas citas vienen al caso, pues resulta sorprendente que en esa ofensiva mediática-financiera, que busca frenar el avance, contra viento y marea, del gobierno de AMLO en contra de la corrupción, las llamadas Agencias Calificadoras que se nutren de los mismos fondos y representan los mismos intereses imperiales, ignoren olímpicamente el asunto de la corrupción. Entre estas Agencias Calificadoras destacan Standard & Poor’s, Moody’s y Fitch todas con sedes en Nueva York. Todas ellas, a la par de la Transparency International, con fuertes ligas con el BM y el FMI.

Son estas agencias calificadores de riesgo-pais quienes deciden que gobiernos están actuando conforme a sus reglas, las del imperio, por supuesto. Sin importarles ni el bienestar de la gente ni el desarrollo económico sustentable, autónomo e independiente. Lo de su supuesta lucha en contra de la corrupción y sus indicadores globales son solo una fachada para descalificar gobiernos y alinearlos a sus reglas. Representan los intereses oligárquicos a nivel mundial y local. Atrás de ellas están los Goldman Sachs, Deutsche Bank, JP Morgan, Bank of America, Citizens Financial Group, Citi Group, grandes bancos asociados a las calificadoras, así como los fondos de inversión SAC Capital Advisors y Soros Fund Management.

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El asunto de fondo es una disputa entre la política económica del nuevo Gobierno y los intereses del gran capital financiero, las trasnacionales y los grupos de poder interno, afectados por la lucha en contra de la corrupción.

En palabras de AMLO, “La corrupción fue la causa principal de la desigualdad económica y social. Cuando estábamos estudiando en las ciencias sociales, nos decían que el capital se acumulaba por la explotación que hacía el burgués del proletario. Pues eso, en el caso de México no aplica del todo. Aquí la acumulación de capital se llevó a cabo mediante la corrupción, mediante el saqueo. Aquí el maestro Marx no le atinó siendo tan inteligente, uno de los mejores filósofos del mundo.”

Va llegando el momento en que, aprovechando, por ejemplo, la celebración de la expropiación petrolera, el 18 de marzo, el pueblo salga a las calles, lo mismo en el Zócalo de la Ciudad de México y en todas las plazas públicas, a expresar el respaldo popular a nuestro presidente Andrés Manuel López Obrador. Hagamos la parte de la tarea que nos corresponde, como ciudadanos y como trabajadores, campesinos, estudiantes, jóvenes, adultos mayores, hombres y mujeres libres. ¡La lucha en contra de la corrupción va, contra viento y marea!