Por todo esto, me parece que López Obrador salió fortalecido de la entrevista, así que todos hicieron mal su trabajo… pero por supuesto, no se iba a ir sin que Carlos Marín le soltara un último golpe bajo
Por Carlos F. Diez Sánchez
Mucho más civilizados de lo que esperaba se portaron Carlos Marín, Héctor Aguilar Camín, Carlos Puig, Jesús Silva-Herzog Márquez, Azucena Uresti y Juan Pablo Becerra en la entrevista que le realizaron el 21 de marzo a Andrés Manuel López Obrador, candidato presidencial de una coalición liderada por su partido (Morena-PT-PES), en Milenio TV. Cabe, sin embargo, preguntarse si esa era su intención o simplemente no pudieron hacer más… porque el hecho es que evidenciaron una lastimera pobreza intelectual, francamente impropia de la labor periodística.
Creo que no lo vamos a convencer…
Sobre la reforma energética, López Obrador afirmó: «Vamos a revisar los 91 contratos que se han firmado a partir de la reforma energética. […] Esto va más allá de lo político, de lo ideológico, […] lo que sea negocio para particulares nacionales o extranjeros, que afecte la economía nacional, no se puede mantener. El procedimiento para revertir contratos, en su caso, va a ser un procedimiento legal. […] No queremos sorpresas como las de Odebrecht, que son escándalos mundiales. Entonces, sin aspavientos, de manera responsable, garantizando que vamos a actuar siempre en el marco de la legalidad, vamos a revisar los contratos y toda la reforma energética». Su premisa, dice, será la legalidad sin corrupción, todo en el marco de la ley… y deberá repetirlo varias veces, como podrá verse. Afirma que la reforma energética precipitó la crisis en Pemex (Petróleos Mexicanos) y CFE (Comisión Federal de Electricidad).
Está entre sus planes también “cancelar” la reforma educativa. En los dos casos, propone una discusión pública previa y Carlos Marín, tan sagaz como siempre, sintiéndose ya «en Venezuela» (lo que sea que eso signifique), responde: «Quién sabe, [una discusión pública en los medios de comunicación] no la puede ordenar el presidente, los medios tratan lo que quieran tratar». Porque por supuesto, ¿quién va a querer que se les «imponga» debatir sobre la educación en el país, cuando a ellos les corresponde ser el «contrapeso crítico» al poder? Sobra decir que López Obrador contestó lo obvio, que el Estado tiene sus tiempos oficiales y que puede hacer uso de ellos para estos temas. Carlos Marín, te lo aprendiste todo mal. Te quedas a repetir el año.
Carlos Puig hace explícita la presunción del panel todo: las reformas estuvieron muy bien. «Tú ya tienes la impresión (sic) y una intuición, es decir, que tú si crees (sic) que la reforma energética y educativas estuvieron mal»… Con una candidez enternecedora, Azucena Uresti afirma: «Me parece que no lo vamos a convencer aquí». Es que es muy necio, Azucena, ¿qué le hacemos?
Repiten hasta el cansancio (por abundancia de argumentos, claro está) las preguntas en donde se implica que López Obrador se saltaría todo el orden institucional para echar abajo las reformas. He aquí la consigna ‘periodística’ con la que todos estuvieron de acuerdo antes de comenzar la entrevista. Muchas reformas estructurales por aquí y por allá, pero no se hable después de modificar un centímetro el funcionamiento de nuestras impecables instituciones, porque les entra un pavor bastante misterioso.
López Obrador propone realizar consultas a la ciudadanía sobre estos temas, ante lo cual Carlos Marín afirma: «Las equivocaciones de los pueblos suelen ser pavorosas. ¡[Ahí] está la elección democrática de Adolfo Hitler en 1933!» Continuá el argumento implicando que el pueblo es vicioso, criminal y corrupto. Carlos, si contestas una más mal, te vas a quedar sin recreo para que te aprendas bien la lección.
Para rematar con el tema de las reformas, López Obrador dice: «Las llamadas reformas estructurales ni siquiera son una propuesta nacional, es la agenda que imponen desde el extranjero a todos los gobiernos. Esto es demostrable, desde hace 30 año nos tenemos, y es una vergüenza, un programa de desarrollo propio». Ups. Son acusaciones un tanto graves, ¿podría, candidato, ahondar en su dicho? No, es broma, alguien interrúmpalo ya con otra pregunta, por amor de Dios. Gracias, Carlos.
López Obrador ahonda un poco más sobre su argumento a favor de una democracia participativa: «Yo me voy a someter a la revocación del mandato, cada dos años se les va a preguntar a los ciudadanos: ‘quieres que continúe el presidente o que se vaya, que renuncie’, porque el pueblo pone y el pueblo quita. Imagínense lo que nos hubiéramos ahorrado»…
De tumbos varios
En el tema de la seguridad, López Obrador propone atender las causas, enfocándose en los jóvenes: «[También hay que cambiar la estrategia de seguridad] porque es una estrategia fallida, no se puede enfrentar la violencia con violencia, no se puede apagar el fuego con fuego, ese es un error garrafal […] Es inhumano que se desatienda al joven y cuando el joven toma el camino de las conductas antisociales se les masacran», en referencia siempre a la guerra contra el narcotráfico que inició para legitimarse Felipe Calderón. Responde Juan Pablo Becerra: «Bueno, ellos disparan también, Andres Manuel…» Muy interesante y perspicaz observación de un profesional del periodismo. Carlos, parece que no te vas a quedar solo en el recreo. «¿Y usted cree que se puede regresar a los criminales a la universidad?», pregunta Azucena Uresti. Ya veo que es el gran día de las preguntas lúcidas.
A Jesús Silva-Herzog Márquez le parece inconcebible que la Universidad Nacional (UNAM) reciba más estudiantes. De hecho, iría en contra de su autonomía «forzarlos» a recibir más estudiantes. Obviamente el argumento no tiene ni pies ni cabeza, pero bueno, al menos trata de ser original… López Obrador responde: «¿Por qué el rector de la UNAM o el director del Politécnico (IPN) no estaría dispuesto a escuchar un planteamiento del Presidente de la República […] de que se pudiesen recibir a más estudiantes?». Esto por supuesto implica que el gobierno federal les ofrecería un aumento de su presupuesto, tanto a las universidades públicas como privadas. ¿En serio de esa manera se prepararon todos para la entrevista?
Siguiendo con el tema de la seguridad, López Obrador dice: «Si nosotros aquí le habláramos por teléfono al presidente Enrique Peña Nieto y le preguntáramos: ‘Presidente, ¿nos puede decir cuántos homicidios hubo ayer en el país y en dónde?’… No sabría contestar». Interpela Carlos Marín con la mano en el mentón: «Quizá no tenga por qué saberlo, ¿eh?». Pues no, la verdad para qué, si ya sabe que de todos modos el público no aplaude. «Como no puede saber el número de baches que hay en las carreteras federales», añade… para reforzar con un poco de escándalo su argumento, supongo.
Ya en pleno toma y daca, sobre el salario de los altos funcionarios públicos, López Obrador dice: «Son de los mejor pagados del mundo». A lo que Carlos Marín responde: «Eso a mí me da gusto, ¿eh? Quizás eso aminore la posibilidad de que se corrompan». Sin palabras… López Obrador propone cambiar el marco jurídico para que el presidente en funciones también pueda ser juzgado por corrupción y no solo por traición a la patria.
Jesús Silva-Herzog Márquez califica de conservadora la sempiterna ambigua postura de López Obrador de someter a consulta la legalización de los matrimonios del mismo sexo y tiene razón. Lo mismo se podría decir sobre su postura ante la legalización de las drogas. Respecto de temas importantes, para finalizar habla también de cancelar la construcción del nuevo aeropuerto en Texcoco.
Por todo esto, me parece que López Obrador salió fortalecido de la entrevista, así que todos hicieron mal su trabajo… pero por supuesto, no se iba a ir sin que Carlos Marín le soltara un último golpe bajo cuando de nuevo, de la nada, dice: «Aquí como en el dominó, ¿eh? No basta saber. Puede que conozcas ya cómo está la jugada de tus compañeros y de los contrincantes y aunque sepas, pierdes. Te ahorcan la mula». Cualquier coincidencia con el fraudulento sistema político mexicano es, digamos, mera coincidencia.
Cajita de Pandora:
El jueves, 22 de marzo se cumplió un año del asesinato de Miroslava Breach V., con una carrera en el periodismo de investigación de más de 22 años. Se destacan sus reportajes sobre las agresiones por parte del poder político, empresarial y el narcotráfico a los indígenas tarahumaras / rarámuris. Al respecto, ese día escribe Luis Hernández Navarro en el periódico La Jornada: «Una parte de los últimos trabajos periodísticos de [Miroslava Breach] documentaron los estrechos vínculos del crimen organizado con los procesos electorales en [Chihuahua], la política institucional y el mundo empresarial. Fueron su sentencia de muerte». No solo es el asesinato de otro periodista en el país, el estado de Chihuahua tiene el primer lugar mundial en feminicidios, con 34.7 asesinatos por 100 mil mujeres.
Fuente: Rebelión