Desde una vista área se asemeja a un paisaje lunar con fosas que parecen cráteres; se encontraron estelas completas y dos canales.
Regeneración, 06 de mayo 2016.- El Instituto Nacional de Antropología e Historia informó el día de ayer que se descubrió un paisaje lunar visto desde el aire con todo y fosas que parecen cráteres, estelas y canales en torno a la Plaza de la Luna en Teotihuacán.
La directora del proyecto de investigación, Verónica Ortega Cabrera, aseveró que “nos encontramos frente a un nuevo ombligo de la ciudad, frente a un nuevo centro cósmico”.
“La plaza de la Luna (levantada en las fases finales de Teotihuacán (350-550 d.C) no era como la vemos actualmente. Estaba llena de hoyos, canales, estelas, los edificios quedaban mucho más retirados, y la Pirámide de la Luna era de menores dimensiones”, señaló.
Las excavaciones tienen lugar frente al edificio adosado de la Pirámide de la Luna, en la llamada Estructura A, que es un patio de 25 metros por lado con 10 pequeños altares dentro.
A través de diversos trabajos, se indaga el subsuelo de esa edificación en busca de “los orígenes del espacio ritual de la Plaza de la Luna”, la cual, informó el INAH, debió ser distinta a la que conocemos actualmente.
Cabrera, explicó que el tepetate que conforma la superficie de la superficie de la Plaza de la Luna fue modificado y hecho a semejanza de la “cara de un queso gruyer”, donde se han identificado más de 400 hoyos pequeños de entre 20 a 25 centímetros de diámetro por toda la extensión de la plaza, algunos contenían piedras de río.
El proyecto de investigación comenzó en 2015 y se retomó este año a principios de abril. El objetivo primordial era contar en un mediano plazo con un mapa completo de toda esa zona y con fechas precisas de secuencia ocupacional, lo cual incluye estudios de arqueomagnetismo, para lo que colaboraron expertos del Instituto de Física de la UNAM.
Hasta el momento se han encontrado 5 estelas lisas de piedra verde dentro de las fosas en el subsuelo de la Estructura A, de alturas y pesos que varían entre los 1.25 a 1.50 metros y de los 500 a los 800 kilos, aunque no se descarta que se puedan encontrar más.
El INAH considera probable que las estelas se encontraran originalmente en alguno de los templos que coronaban los basamentos de la plaza, “y que e un momento dado los teotihuacanos decidieron darles un espacio final. Las estelas eran usadas para sacralizar el espacio o legitimar el poder asignado a las deidades”, puntualizó Cabrera.
“Aunque tenemos un contexto todavía por comprender, éste nos habla de la importancia de la pieda verde y de su vinculación con las deidades acuáticas; aquí (la Plaza de la Luna) se han encontrado las esculturas más grandes de la diosa de la fertilidad, Chalchiuhtlicue, y es probable que el culto en este lugar estuviera íntimamente relacionado con ella”, afirmó la directora de la investigación a manera de hipótesis.
También encontraron a escasos 10 centímetros de profundidad, dos canales asociados al altar central de la Plaza de la Luna, los cuales se piensa tenían una función simbólica y no de desagüe.
Ambos inician en las escalinatas norte y sur del altar y alcanzan una longitud de 25 metros, con entre 1.50 y 2 metros de ancho y profundidad de hasta tres metros.
Gabriela Cabrera, quien también se desempeña como subdirectora de la Zona Arqueológica de Teotihuacán, los hallazgos han generado que:
“Por primera vez se sabe que el espacio abierto no necesariamente está vacío de evidencia arqueológica. En general, los espacios públicos de Teotihuacán, la Ciudadela y las plazas de las pirámides del Sol y de la Luna tuvieron un simbolismo más allá del que vemos al final como un programa arquitectónico, urbanístico.
“Tal vez para sacralizar esos espacios hicieron este tipo de modificaciones. En verdad hay todo un inframundo por conocer”, indicó.
Con información de La Jornada y Proceso.