El «calentamiento social» se recrudece

aguaPor Víctor M. Quintana S./La Jornada*

Podrán parecer hechos muy distintos y distantes, pero son síntomas del mismo mal que aqueja al planeta. Los disturbios en Baltimore por el asesinato a manos de la policía del joven afroamericano Freddie Gray, de 25 años; las reacciones violentas en Guerrero a siete meses de la desaparición forzada de los 43 de Ayotzinapa, y los narcobloqueos y ataques del cártel Jalisco Nueva generación nos muestran la grave crisis que atraviesan los estados capitalistas. Crisis que genera reacciones indignadas de los oprimidos por él en algunos lados y amenazas abiertas de los prohijados por él en otros. A este incremento cuantitativo y cualitativo de las tensiones y la violencia social lo hemos llamado el calentamiento social.

El 26 de abril hay violentas manifestaciones y se incendian seis vehículos en Chilpancingo porque no hay avance alguno en las investigaciones del caso Ayotzinapa, que el gobierno considera cerrado a pesar de las opiniones en contra de las familias de los desaparecidos y de peritos internacionales. Estalla entonces la violencia de respuesta de la gente a la violencia institucional ejercida de varias maneras por el Estado mexicano: participando en la desaparición forzada de los muchachos, mintiendo, negándose a ir a fondo en la investigación y a castigar a los responsables.

En Baltimore se manifiesta una especie de Guerrero gringo. Si nuestro Guerrero es la síntesis de los impactos del capitalismo actual en los países emergentes: exclusión, depredación de la naturaleza, represión, imbricación con el crimen organizado, etcétera, los motines del principio de la semana pasada en este antiguo puerto esclavista no son sólo redición de los años 60. Son la manifestación del hartazgo que hoy en día sufre una de las minorías más explotadas, más excluidas, más criminalizadas en el país emblemático del capitalismo. Así como en Guerrero o en Puebla reunir los factores jóvenes marginados y policía da como resultado represión y ejecuciones extrajudiciales, así en Baltimore, en Ferguson, o en Detroit, combinar jóvenes afroamericanos ohispanos con policías blancos da por producto la criminalización sistemática o el asesinato de los muchachos.

Unos cuantos datos para ilustrar la situación de los afroamericanos: Freddie Gray y su madre, soltera, fueron indemnizados desde 2008 porque, como todos sus vecinos de una zona desindustrializada en deterioro, presentan concentraciones de plomo en la sangre siete veces mayores a la media de la ciudad. En Baltimore los negros tienen 5.6 veces más posibilidades de ser arrestados por posesión de mariguana, aunque la consuman en la misma proporción que los blancos. Los niños blancos tienen una esperanza de vida seis años mayor que los niños afroamericanos. La proporción de éstos que fallecen antes de cumplir un año es nueve veces mayor que la de los niños blancos. La tasa de desempleo de la comunidad negra es dos veces mayor que la comunidad blanca. El 40 por ciento de los jóvenes de aquélla están sin trabajo. Sólo 56 por ciento de los jóvenes de esta ciudad terminan la secundaria, contra un promedio nacional de casi 80 por ciento.

En Guerrero y Baltimore se evidencia que al no poder incluir a los jóvenes pobres, y no ofrecerles alternativa de vida digna, el Estado capitalista los excluye de sus beneficios. Pero a la vez los incluye en las expectativas de consumo, de todas las formas de disfrute legitimadas y promovidas por los medios de comunicación y los aparatos ideológicos del Estado. Esto genera reacciones de frustración y de indignación de los jóvenes, expresadas de manera violenta en lo privado o en lo público, lo que a su vez genera respuestas criminalizadoras y de represión por parte de las fuerzas del orden.

Otra de las formas del calentamiento provocado por el Estado capitalista es la que se manifestó en el ataque simultáneo del cártel Jalisco Nueva generación en varias poblaciones de ese estado, con 39 narcobloqueos en Guadalajara; el derribo de un helicóptero en Villa Purificación y otras acciones en Michoacán, Guanajuato y Colima. Se dice que es un abierto desafío al Estado y que el resultado de ese ataque es una clara derrota para las fuerzas del orden.

Sin embargo, el fortalecimiento en efectivos, dinero, capacidad de fuego del nuevo cártel es también resultado de la complicidad de los criminales con algunos sectores del Estado; del reclutamiento de sicarios entre el propio Ejército Mexicano, de la estrategia fallida de combate al narcotráfico, que aprehende capos, pero deja intactas las vías de obtención de recursos financieros del crimen organizado. Es también resultado de la capacidad de convocatoria de los capos entre los jóvenes expulsados de los procesos de educación superior o de las actividades productivas.

El capitalismo globalizado ha ingresado de lleno a su fase demencial. Ha incrementado y agudizado todas las formas de violencia desde arriba: despojo de la naturaleza, represión a amplios sectores sociales, sobre todo jóvenes; ataques a migrantes; violencia criminal. Ni el sistema político ni las instituciones son ya capaces de procesar y canalizar todas las demandas y agravios de los excluidos. Los de abajo responden con violencias reactivas, defensivas, a veces con formas dispersas de violencia revolucionaria. Por todo esto puede ser que antes que experimentemos el colapso climático provocado por el calentamiento global, vivamos la dramática transformación generada por el calentamiento social.

Y a propósito, un saludo para el seminario El pensamiento crítico frente a la hidra capitalista, convocado por el EZLN.

México, Regeneración, 8 de mayo del 2015. Fuente: La Jornada