Por Jenaro Villamil | Homozapping
15 de julio del 2015.-Un balde de agua helada cayó en el avión presidencial cuando el comisionado Monte Alejandro Rubido le confirmó al primer mandatario que Joaquín El Chapo Guzmán había cumplido su advertencia: fugarse del penal de alta seguridad de Almoloya si el gobierno federal negociaba con Estados Unidos su extradición.
La primera versión de Rubido, en la noche del sábado 11 de julio, no ha variado. Es la misma que se ha ido construyendo en medios, en los discursos públicos y hasta en las hilarantes parodias de las redes sociales que se burlan de la narrativa oficial del suceso: en medio de un sistema de vigilancia que nadie había logrado antes burlar, El Chapo Guzmán construyó en menos de año y medio un túnel de 1 kilómetro y medio que conectó directamente a una casa rústica en los alrededores del penal más vigilado por el ejército y la policía federal.
Reportes confidenciales de esos minutos claves en el entorno presidencial revelan que la procuradora general de la República, Arely Gómez, le comentó a Peña Nieto que la versión del túnel podía ser “un distractor”. El narcotraficante más peligroso y buscado en México y Estados Unidos pudo haber salido por una de las puertas de Almoloya, comentó la abogada.
En otras palabras, no fue por un túnel que violó todos los protocolos de seguridad y de sensores en Almoloya sino un túnel de alta corrupción que le abrió la puerta al Chapo, justo cuando no había ningún alto responsable de la política de seguridad nacional en territorio mexicano.
En el entorno presidencial la fiesta de la gira terminó antes de iniciar. Comenzaron los reproches internos. Aurelio Nuño, jefe de la oficina de la Presidencia de la República, le reprochó a Miguel Ánge Osorio Chong, que este episodio era una responsabilidad directa del Secretario de Gobernación, quien pidió concentrar en su dependencia las áreas de seguridad pública e inteligencia. El titular de Hacienda, Luis Videgaray, deslizó un comentario señalando que el secretario de Gobernación debió quedarse en territorio mexicano, ante la ausencia del presidente de la República.
Ciertas o no estas versiones de los roces en el primer círculo del gabinete, lo que fue muy claro es que en el entorno peñista comenzó un operativo de “control de daños” y no de estrategia de seguridad nacional para enfrentar el desafío.
La primera decisión fue no suspender la visita de Estado de cinco días a Francia porque sería una descortesía y eso agravaría la situación. El presidente de la República debía estar “a salvo” de la ineptitud (que no corrupción) de los funcionarios que permitieron la fuga de El Chapo.
¿Puede haber control de daños ante la vergüenza internacional de un sistema de justicia y penal corrompido que se volvió instantáneamente en nota principal de los principales 19 medios internacionales? ¿Puede haber un control de daños que aísle al primer mandatario cuando su estilo personal de gobernar ha sido la centralización y personalización de todas las decisiones, como la comitiva faraónica de su viaje? ¿Qué control de daños puede borrar las palabras de Peña Nieto que calificó de “imperdonable” una nueva fuga de Guzmán Loera en entrevista con León Krauze de Univisión?
Nadie en el primer círculo presidencial ha querido responder a estas preguntas que están en el centro de la tragicomedia de la fuga de El Chapo.
El llamado “control de daños” incluyó sobredimensionar la astucia y la inteligencia de El Chapo Guzmán para minimizar a los máximos responsables de esta fuga.
El túnel físico comenzó a borrar al verdadero túnel de la corrupción, la ineficacia, la frivolidad, la alta traición y la ausencia absoluta de previsión ante un golpe de esta naturaleza.
El primer párrafo del comunicado que Rubido ordenó subir en la noche del sábado 11 ya tenía los primeros indicios de este “control de daños” que resultó peor que un guión de Juan Orol:
“A las 20:52 horas del día de hoy, en el Sistema Permanente de Video Vigilancia del Penal Federal del Altiplano I, se observó (sic) que Joaquín Guzmán Loera se aproximó al área de la regadera dentro de la estancia 20 del pasillo 2, donde habitualmente, además de su aseo personal, lavan sus enseres.
“Al prolongarse la no visibilidad del interno, se ingresó a la celda, la cual se encontraba vacía, por lo que de inmediato se emitió la alerta correspondiente por la probable evasión del mencionado recluso”.
Al parecer, El Chapo era tan obsesivo con su limpieza que decidió irse a la regadera en la noche y a nadie se le hizo extraño. En su conferencia de prensa del lunes 13, Osorio Chong se enredó y abrió las compuertas de más contradicciones en torno a este instante.
Según el titular de Gobernación, justo en esta área “íntima” existía un “punto ciego” que no estaba monitoreado por las cámaras de video vigilancia, en respeto a las convenciones de derechos humanos sobre garantías individuales.
En la orilla de ese lugar, El Chapo se quitó el brazalete que no tenía geolocalizador (GPS) y se bajó por un túnel “de alta tecnología” de 19 metros de profundidad y después recorrió más de kilómetro y medio para finalmente escapar. Todo su recorrido estuvo alumbrado por una instalación de focos que Guzmán Loera fue reventando a su paso para que no lo alcanzaran. El Chapo en una motoneta, quizá auxiliado por cinco personas (¿quiénes eran, de dónde salieron?), recorrió el túnel como repartidor de pizzas y, al mismo tiempo, reventó las bombillas.
En otras palabras, el capo-castor resultó un genio que aprovechó las medidas de derechos humanos para burlarse de Almoloya, del Estado mexicano y de todos.
El control de daños de Osorio Chong tuvo una inmediata respuesta. Este martes 14, la Comisión Nacional de Derechos Humanos desmintió que ellos hubieran sugerido o aconsejado adoptar ciertas medidas que relajaran la seguridad en el penal de Almoloya.
La función de la CNDH “es observar y verificar que en dichos lugares se respeten la dignidad y los derechos fundamentales de la persona, sin que ello inhiba o determine las condiciones de seguridad”.
La Secretaría de Gobernación ha organizado tours al túnel, a la casa y a los alrededores de Almoloya, con el riesgo de que se alteren evidencias y la fuga de El Chapo convierta al propio gobierno federal en el hazmerreír mundial.
Todo con tal de que no nos asomemos al verdadero túnel que permitió su fuga.