Por El Colegio Nacional de Buenos Aires*
A miles de kilómetros de distancia del municipio de Tixtla, el eco de Ayotzinapa resuena en Cutral Có, localidad petrolera de la provincia del Neuquén, en Argentina, poco más de 35 mil habitantes. Allí, el Instituto Superior de Formación Docente número uno dedicó el actual ciclo lectivo a los 43 estudiantes desaparecidos de la normal rural mexicana. Toda su comunicación sale con ese membrete. En el instituto les causó una gran impresión una foto publicada en Infonews (http://goo.gl/28owwQ).
En ella, 43 alumnos del Colegio Nacional de Buenos Aires (UBA), sentados en cuatro filas, ponen sobre sus pechos una serie de letras pintadas en blanco, con las que escriben el mensaje: Vivos se los llevaron. Vivos los queremos. Ayotzinapa. CNBA. UBA. Sobre las piernas de seis de los que están en primera fila penden las banderas de México y Argentina. La imagen forma parte de la muestra fotográfica Todos somos Ayotzinapa, organizada por el fotógrafo Marcelo Brodsky en el Pabellón Rojo de la 41 edición de la Feria Internacional del Libro de Buenos Aires, en solidaridad con los normalistas rurales desaparecidos. La feria, impresionante esfuerzo de difusión editorial, está dedicada en esta ocasión a la ciudad de México. Poco antes de iniciarse la feria, los libreros de América Latina que asisten al acto se tomaron una foto en solidaridad con los estudiantes mexicanos de la Normal Rural Raúl Isidro Burgos. En la instantánea, cerca de 300 personas dijeron a los padres de las víctimas y al mundo: Los profesionales del libro latinoamericano estamos con Ayotzinapa.
La ceremonia de apertura de la fiesta del libro comenzó con un minuto de silencio en homenaje al escritor uruguayo Eduardo Galeano y el recuerdo de los 43 estudiantes mexicanos desaparecidos en Iguala. El ministro de Educación de Argentina, Alberto Sileoni, pidió justicia para ellos. La exposición fotográfica Todos somos Ayotzinapa exhibe conmovedoras imágenes tomadas en casi todo el mundo en las que se expresan manifestaciones de apoyo, simpatía y solidaridad con los alumnos de la Raúl Isidro Burgos. En la era de las selfies, que entronizan la autorrepresentación y el culto al yo por encima de cualquier otra cosa, la muestra reivindica un lenguaje visual distinto en el que, a través de un retrato grupal, se pone en el centro a una comunidad imaginaria trasnacional unida fraternalmente en la tragedia y la exigencia de justicia. Marcelo Brodsky, el organizador de la exposición en la Feria del Libro, es un reconocido artista visual con vínculos estrechos con México, que lleva años trabajando alrededor de los derechos humanos y el arte. Su ensayo fotográfico Buena memoria, una conmovedora historia de las desapariciones forzadas en Argentina (http://goo.gl/7Velvg), es, de acuerdo con el editor Guido Indij, posiblemente la muestra de un artista argentino de mayor circulación internacional.
Marcelo forma parte del Organismo de Derechos Humanos Asociación Buena Memoria y de la Comisión Pro Monumento de las Víctimas del Terrorismo de Estado, que supervisa y coordina la ejecución del Parque de la Memoria junto al Río de la Plata. Se ha propuesto transmitir a los jóvenes la experiencia del terrorismo de Estado en Argentina promoviendo el diálogo de las generaciones afectadas por las consecuencias de la dictadura militar. Impulsa la plataforma Visual Action para denunciar, esclarecer e informar sobre los actos de terrorismo de Estado que ocurren en la actualidad.
Su arte hace memoria. La imagen de los jóvenes del Colegio Nacional de Buenos Aires solidarizándose con sus compañeros de Ayotzinapa, presente en la muestra, evoca la fotografía de Brodsky titulada 1er año, 6ta. División, 1967 (http://goo.gl/mw8Xcq), una de sus obras más famosas. En la fotografía original en blanco y negro, intervenida por Marcelo en 1996 y adquirida por la Tate Modern Gallery, aparecía un grupo de estudiantes de primer año del Colegio Nacional de Buenos Aires. Sobre ella el artista escribió una serie de textos sobre la vida actual de cada uno de sus compañeros, entre ellos su hermano desaparecido. Los argentinos –me contó Marcelo mientras me mostraba el Parque de la Memoria, donde se rinde homenaje a los detenidos-desaparecidos y asesinados por la dictadura militar de su país y me narraba la lucha contra el olvido– hemos tenido una sensibilidad particular con Ayotzinapa por muchas de las cosas que pasaron aquí. En el Monumento a las Víctimas del Terrorismo de Estado, erigido frente al Río de la Plata, están inscritos los nombres de 10 mil 700 nombres de los 30 mil desaparecidos. Fundamental en esta solidaridad ha sido la labor de las Madres de la Plaza de Mayo. El dolor ha hermanado a esas incansables mujeres con los padres de familia de los estudiantes de Ayotzinapa.
Desde los primeros días de la tragedia, la asociación levantó la voz contra la atrocidad y les hizo llegar a los familiares de los desaparecidos mexicanos su compromiso y compañía. “Los asesinados –señalaron– no han muerto: viven en cada uno de ustedes, que lucha y levanta sus banderas, banderas de libertad y resistencia.” Y, sin ambigüedad, son muchas las que señalaron al responsable de la tragedia: fue el Estado. Según Fernando Buen Abad –experto en comunicación mexicano casado con una argentina y que da clases en Buenos Aires–, México estaba ausente en Argentina y apareció con la desaparición de los 43.
Una parte muy importante de la sociedad argentina ha descubierto el México de hoy mediante Ayotzinapa, y ha visto en esa tragedia todo contra lo que ha luchado durante años. El eco de la movilización de los padres de los 43 para exigir la presentación con vida de sus hijos se ha amplificado en Argentina. No en balde el Equipo Argentino de Antropología Forense trabaja al lado y con la confianza de ellos. La sonoridad de ese eco es la garantía de que las pretensiones gubernamentales de dar carpetazao al asunto están condenadas al fracaso. La noche del 26 de septiembre en Iguala no se olvida.
México, Regeneración, 16 de mayo del 2015. Publicado en http://www.cnba.uba.ar/colegio