Por Fabiola Rocha
Regeneración 21 de diciembre de 2015.- Un remolino de gente anda por la calle, el calor golpea con fuerza y marea; todos están entre borrachos y sobrios, incluso los niños corren dando vueltas afectados por el sol. A los costados, atrincheradas en las aceras, miles de personas miran, resguardadas en la sombra, el andar de los danzantes de las ocho regiones del Estado de Guerrero, el Paseo de Pendón comenzó.
Litros de mezcal se reparten entre los valientes que forman parte de la procesión, pero también los que soportan la resolana merecen uno, dos… varios tragos. Es un estado general, ese, entre la embriaguez y la sobriedad, pareciera que el Paseo del “Pendón”, la especie de bandera creada por el pintor Francisco Alarcón Tapia, es sólo un pretexto para compartir bebidas y risas con la familia, los amigos, los extraños.
“El mezcal es muy guerrerense, tradicional de Chilpancingo, originalmente se daba para que se pudiera aguantar el recorrido, porque es un muy extenso”, contó Lucero Chávez, Señorita Flor de Nochebuena 2014-2015.
Ciento noventa años respaldan la tradición, celebrada anualmente el domingo previo a la nochebuena, misma que consiste en el paseo por toda la ciudad, del pendón, la bandera; el certamen de belleza “Señorita Flor de Nochebuena”, El “Porrazo del Tigre” y marca el inicio de las festividades por la Feria de San Mateo, Navidad y Año Nuevo, dijo Lucero Chávez, la ex señorita Nochebuena, quien es considerada “la chica más bella y con conocimiento de las tradiciones del pueblo”.
El certamen de belleza se instauró como una forma de integrar a las féminas en la celebración, en la que además muestran danzas tradicionales de todos lados del Estado.
A lo largo de 6.5 kilómetros van bailando Los Tlocololeros, Los Diablos, Los Moros, Los Negros Cabezones; se hacen Danzas Aztecas, la Danza de los Nitos, la de los Viejos, Torito Cocinero, La Tigrada, la de los Diablos de Teloloapan; y culminan con el tradicional “Porrazo de Tigre”, pelea de los cinco hombres más fuertes de cada barrio de Chilpancingo.
“Es una lucha de poder donde se demuestra quién es el tigre más bravío”, describió Lucero.
“Creo que es parte de la naturaleza del ser humano demostrar quién es el más fuerte y quién realmente tiene el poder”.
No nada más en la plaza de toros se pelea, también en las calles para pasar, en las barras para conseguir una cerveza o para que ningún gañán meta la mano a tu hielera despojándote de la botella.
“Ese negro se robó la de Buchanan’s”, dice alguien
“Pero como cualquiera puede andar armado, tratamos de no pelear”, responde la ex reina.
Una fiesta que tira hacia la anarquía, parece como si mientras dura, todo estuviera permitido, nadie tuviera miedo de travestirse o mostrarse tal y como es.
“Estamos cayendo en la anarquía”, relató Lucero, “aunque se han hecho esfuerzos por rescatar las tradiciones, y eliminar eso, ya es casi parte de la tradición”.
Todos parecen contentos, al ritmo de banda, pero luego suena la salsa y otros se menean eufóricos. Ensordecidos por la música, los gritos de los desaparecidos no son escuchados ni aquí ni en ningún otro estado, si acaso se encuentra una gorra que satiriza: “Ayotzi, bebe bebe”.
Durante las celebraciones, miles de personas disfrutan del folclor; aquí no hay miedo, pero se respira violencia, y aunque inmersos en la fiesta, todos están a la expectativa, temerosos de alguna riña, del sonido de un disparo; mas cada vez que pase por la cabeza la idea del peligro, otro trago llegará para aliviarte la pena.