¿Puede matarse a la democracia? ¿A quién se mata? ¿Qué es lo que pretende matarse al eliminar a otro?
Por José Cueli/La Jornada
Jacques Derrida pronunció magistral conferencia en la Universidad de California (Riverside) en abril de 1993. Esa ponencia inauguró el coloquio internacional titulado Whither marxism? (¿A dónde va el marxismo? Título que jugando con la ambigüedad también puede traducirse como, ¿Está marchitándose el marxismo?
Con agregados y precisiones esa conferencia dio paso al texto Espectros de Marx (El estado de la deuda, El trabajo del duelo y la Nueva Internacional,publicado por Trotta, 1995).
El texto abre el tema del apartheid que, lamentablemente sigue vigente en diversos escenarios (Ayotzinapa), con diferentes personajes y bajo nuevas modalidades, ya que la exclusión, vejación, opresión, y explotación de individuos parece ser uno de los macabros temas protagónicos del siglo pasado y el actual. Si bien ha sido un elemento siempre presente en la historia de la humanidad el incremento vertiginoso de individuos que viven en infrahumanas condiciones va al alza.
Derrida coloca el acento en el tema y empieza por decirnos: “Un nombre por otro, la parte por el todo: siempre podrá tratarse la violencia histórica del apartheid como una metonimia. Tanto en el pasado como en el presente. Por diversas vías (condensación, desplazamiento, expresión, representación), siempre podrán descifrarse a través de su singularidad muchas otras violencias que se producen en el mundo (…) la vida de un hombre, tan única como su muerte, será siempre más que un paradigma; otra cosa que un símbolo. Y esto es precisamente lo que nombre propio debería siempre nombrar”.
La muerte de Chris Hani, comunista declarado, fue perpetrada por un emigrado polaco y sus cómplices. La justificación del asesino: era comunista a quien atacaban. Intentaban con ello interrumpir unas negociaciones y sabotear una democratización en curso. Este héroe popular de la resistencia contra elapartheid resultó peligroso e intolerable, porque había decidido consagrarse de nuevo a un partido comunista minoritario renunciando a posibles cargos gubernamentales en un país liberado de la segregación racial.
Pero, en realidad, ¿a quién mataban esos asesinos? ¿Qué representaba simbólicamente Chris Hani? ¿Puede matarse a la democracia? ¿A quién se mata? ¿Qué es lo que pretende matarse al eliminar a otro? Estas preguntas requerirían de una reflexión más profunda. Y para ello este texto de Derrida ayuda como hilo conductor revisitando el marxismo, y más allá de ello, los espectros de Marx que perviven entre nosotros.
Derrida no propone simplemente una relectura del Manifiesto del Partido Comunista y de la obra de Marx. Confiesa que hacía decenios que no releía el Manifiesto (algo que, reconoce, no representa tan sólo algo azaroso) y que bien sabía que allí lo esperaba un fantasma. El primer nombre del Manifiesto, y en singular, es espectro. Un espectro asedia Europa: el espectro del comunismo.
Según Derrida, la experiencia del espectro, como la pensaron Marx y Engels, describió o diagnosticó cierta dramaturgia la Europa moderna sobre todo la de los grandes proyectos unificadores. Sería importante interrogarnos también sobre los espectros que animan en la actualidad no sólo la violencia, sino los proyectos supuestamente unificadores (globalizadores) y el insaciable imperialismo que forzosamente quieren implantarnos las naciones poderosas. ¿No sería conveniente, ante la amenaza imperialista, revisitar y dejar hablar a los espectros de Marx?
Regeneración, 11 de septiembre del 2015. Artículo publicado en el periódico mexicano La Jornada, foto tomada de las redes sociales