Por Nil Nikandrov, Aporrea*
Las observaciones hechas por el periodista venezolano, José Vicente Rangel, son consideradas por lo general como bien informadas y precisas. Recientemente en el programa televisivo «Los Confidenciales» informó sobre el trabajo del personal adicional en las estaciones de la CIA en América Latina.
Según Rangel, por lo menos 500 refuerzos han llegado a las embajadas de Estados Unidos y a otras entidades norteamericanas en América del Sur con el propósito de ayudar a otros agentes en sus escaladas subversivas y actividades de espionaje.
Estos agentes se están concentrando en países tales como Venezuela, Bolivia, Argentina,Brasil,Ecuador y Cuba.
Pero esto no significa que otros gobiernos estén seguros de las actividades policiales del imperio. A pesar de lo leales que algunos gobiernos pudieran parecer bailando según el ritmo de la política de Estados Unidos, las agencias de inteligencias norteamericanas están sistemáticamente reforzando su personal encubierto en México, Guatemala, Colombia, la República Dominicana, Perú, Chile y otros países.
Se están deliberadamente infiltrando las oficinas presidenciales y de gobierno, como también los altos mandos de las fuerzas armadas y a las agencias de inteligencia y de contra-inteligencia nacionales. Los norteamericanos están forjando alianzas de tal modo de crear una vanguardia de cómplices que los ayude a contrarrestar a cualquier enemigo en este continente, especialmente al interior de los «regímenes populistas.»
Las posiciones operativas de los servicios de inteligencia norteamericanos en América Latina se han expandido y son ahora capaces de llevar a cabo operaciones de desestabilización. En años recientes, tales intentos se han llevado a cabo reiteradamente en Venezuela, Bolivia, Ecuador y Argentina, cuyos gobiernos han resistido los planes de Estados Unidos que pretende asumir el control del Hemisferio Occidental bajo el pretexto de crear una zona de libre comercio de las Américas.
Los esfuerzos de la CIA para implementar una «revolución de colores» en Venezuela durante el 2002-2003 quedaron en nada. El Presidente, Hugo Chávez, no solo sobrevivió sino que se desplazó exitosamente para unificar a América Latina. Su sucesor, Nicolás Maduro, se mantiene leal a los principios de la Revolución Bolivariana mientras vigorosamente resiste los intentos de Estados Unidos para socavar sus logros desarrollando una conspiración económica y financiera y estimulando las provocaciones de la oposición radical.
Una estrategia similar está siendo utilizada por la CIA contra el gobierno de Cristina Fernández de Kirchner en Argentina. En Bolivia y Ecuador, las estaciones de la CIA han tratado de desestabilizar a los gobiernos legítimamente elegidos con la ayuda de fuerzas policiales, cuyos jefes han estado tradicionalmente bajo la influencia de instructores norteamericanos.
El Presidente de Ecuador, Rafael Correa, por muy poco escapó a la muerte cuando los rebeldes rodearon el edificio en el que sus escoltas lo protegían, mientras francotiradores entrenados por la CIA disparaban hacia las ventanas de su refugio durante varias horas.
A una pandilla de militantes traídos desde Europa, utilizados por la CIA para la realización de actos terroristas, se les confió la tarea de asesinar al Presidente Evo Morales. Según investigadores bolivianos, las estaciones de la CIA en Irlanda y Hungría conformaron los grupos.
Con toda claridad la CIA en América Latina está preparando la exacerbación de la situación. La vigilancia electrónica de la NSA, a pesar de las advertencias hechas por Edward Snowden, Julian Assange y otros, continúa aun mayor intensidad. La información obtenida por la NSA está siendo distribuida a los servicios respectivos dentro de la comunidad de inteligencia de Estados Unidos, dependiendo de su área de especialización. La CIA es el principal consumidor de estos materiales, los cuales emplea para planificar sus «revoluciones de colores» como también para el chantaje, reclutamiento, provocaciones, campañas propagandísticas subversivas y otras. Debemos tener en cuenta que cada gobierno de Estados Unidos, desde Bush hasta Obama, ha centrado la recolección de inteligencia, tarea que ha sido de la responsabilidad de incluso los denominados «empleados limpios» de varias agencias y en especial del Departamento de Estado. Esto ha sido motivado, según ellos, por la necesidad de acelerar la lucha contra el terrorismo.
En un memorándum firmado en la época de Condoleezza Rice pero aprobado por sus sucesores, se encargó a los diplomáticos norteamericanos reunir información sobre instalaciones militares, sistemas de comunicaciones utilizados por los países anfitriones, cómo se protegía a los dirigentes políticos, donde vivían y donde estacionaban sus automóviles, sus direcciones electrónicas, sus números telefónicos, etc., etc. Uno de los componentes de esas tareas resulta particularmente perturbador –encargar a los diplomáticos reunir información sobre el estado de la salud de «los seleccionados», incluyendo información sobre su estabilidad mental. También se menciona la necesidad de conseguir materiales visuales, huellas dactilares y «material biológico» –esto último, según los expertos, es para ser empleado en la planificación de asesinatos selectivos empleando moderna tecnología.
Brasil y Venezuela, como también China y Rusia están incluidos en la lista del Departamento de Estado como altas prioridades para los informes de inteligencia de parte de los diplomáticos en América Latina. Los delegados de estos países deben ser rastreados permanentemente, no solo en América Latina sino en todo el mundo.
Pero la verdadera cacería es por ciudadanos rusos. Con el objeto de aumentar la efectividad, los servicios de inteligencia de Estados Unidos emplea un amplio arsenal de provocaciones y duplicidad. El piloto Konstantin Yaroshenko, acusado de narcotráfico, fue enredado en este tipo de trampa. Según agencias de prensa, un elemento femenino de la embajada de Estados Unidos en Colombia entregó una grabadora a un ciudadano local que era un agente de la DEA que operaba bajo el pseudónimo de «Santiago». Luego de varios encuentros entre la agente y el piloto, las grabaciones de video y audio, debidamente editadas, fueron presentadas en un tribunal de Estados Unidos, aunque una parte significativa de su contenido había sido borrada, esta impactó en el veredicto. Ciudadanos de Brasil, Argentina, Venezuela, Nicaragua y de muchos otros países han sido victimados por semejantes operaciones y su implicancia es siempre la misma: ¡Los latinoamericanos no pueden evitar cooperar con la CIA!
No obstante, la agencia tiene un registro de ruta en América Latina que le pone los pelos de punta incluso a los gobiernos que son leales a Washington.
Una de las ominosas recomendaciones de la CIA, al estilo táctico de la Gestapo, fue la creación de un campo para prisioneros en la base militar de Estados Unidos en la Bahía de Guantánamo en Cuba para sospechosos de actividades terroristas o ser cómplices del Talibán.
En el mes de diciembre del 2005 Condoleezza Rice habló en defensa del campo haciendo hincapié en el hecho que de ese modo la CIA «había detenido los ataques terroristas y había salvado vidas inocentes en Europa, como también en Estados Unidos y otros países. Respecto de la denuncia sobre cárceles clandestinas, la Rice de manera arrogante declaró que «es cuestión de aquellos gobiernos y sus ciudadanos decidir si ellos desean trabajar con nosotros en la prevención de ataques terroristas contra sus propios países.»
En el mes de diciembre del año pasado, el Comité Selecto del Senado sobre Inteligencia, publicó un documento de 500 páginas sobre el empleo de la tortura por parte de la CIA para extraer información de parte de individuos sospechosos de ser terroristas. La versión completa de la investigación contiene casi siete mil páginas e incluye detalles sobre «las técnicas mejoradas de interrogación» utilizadas por la CIA y que su revelación fue considerada demasiado peligrosa debido a que podría desatar represalias. El documento original fue redactado de tal modo de sacar los nombres de las cárceles clandestinas en Europa y Asia, como también los nombres de los jefes de la CIA quienes aplicaron la tortura a los prisioneros y al personal que las llevó a cabo. Fueron particularmente cuidadosos para borrar la información sobre «las técnicas mejoradas de interrogación» empleadas en Guantánamo.
El Secretario de Estado, John Kerry, también ha tratado de suprimir otros hechos mencionados en el documento, alegando que su publicación pondría en peligro las vidas de diplomáticos norteamericanos en el extranjero. Solo la intervención de organizaciones por los derechos humanos impidió ese intento. Ahora la Human Rights Watch, la American Civil Liberties Union y otras organizaciones están tratando de conseguir los nombres de aquellos que crearon las cárceles secretas e introdujeron la práctica de la tortura. Pero sus esfuerzos han sido bloqueados por el director de la CIA, John Brennan. La misma excusa se repite –que la publicidad pone en peligro las vidas de sus empleados.
Es importante para Brennan retener a su personal experimentado luego de las grandes reformas en la Agencia que él mismo ha diseñado.
Cierta información ha sido filtrada hacia la prensa acerca del carácter de la planeada reorganización. En vez de tener departamentos especializados de la Agencia y un servicio analítico separado de inteligencia, serán creados centros de fusión que serán responsables de regiones específicas y de amenazas sistémicas a la seguridad de Estados Unidos. Brennan considera de manera específica que debido a que la CIA durante demasiado tiempo ha estado enfocada en las guerras de Afganistán y de Irak, como también en las operaciones en el Norte de África y en otras remotas regiones incluyendo a Ucrania y ahora tales amenazas están empeorando en América Latina. Las alianzas que se están elaborando en este continente y la formación y fortalecimiento de las organizaciones regionales tales como la CELAC, UNASUR, MERCOSUR, ALBA y otras, han debilitado la posición de Estados Unidos en el Hemisferio Occidental.
Washington está preocupado por la penetración que están realizando China y Rusia, no solamente en el comercio y la economía sino también en cuanto a tecnología militar y exploración espacial. La construcción del Canal de Nicaragua con la asistencia de China, Rusia y Brasil es otro síntoma de la derrota geopolítica de Estados Unidos.
Dada la típica arrogancia norteamericana, fracasos de esta magnitud son para ellos difíciles de tragar. De este modo, están tratando de vengarse cuando simultáneamente tratan de desestabilizar a los estados «populistas» incitando una guerra civil en Venezuela. Las tropas frescas que están llegando a las estaciones de la CIA ya están iniciándose en estas nuevas tareas.
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Fuente: Aporrea.org