Por Jenaro Villamil | Homozapping
Regeneración, 19 de octubre de 2014.-La provocación de La Dictadura Perfecta no pudo estrenarse en el momento más delicado de la vida política del país. Justo cuando en Guerrero está la crisis de los normalistas desaparecidos, la caja de Pandora del narcoestado y un gobernador que emula –como muchos- al Carmelo Vargas de Luis Estrada, esta parodia ácida y lúcida incomoda a los gestores de “cajas chinas” porque los exhibe.
A tres días de su estreno oficial el pasado 16 de abril, La Dictadura Perfecta ya demostró que vuelve a gustar a las audiencias cinéfilas mexicanas. Según los datos preliminares, en su debut vendió 188 mil 655 boletos y obtuvo un taquilla 8.5 millones de pesos, cifras bastante aceptables en un panorama dominado por las cintas palomeras de Hollywood o las comedias amables que sí reciben la bendición de Televisa (que extiende sus tentáculos en la producción y distribución a través de Videocine).
Si es la mejor película de la trilogía más famosa de Estrada –La Ley de Herodes, El Infierno y La Dictadura Perfecta– eso está por verse en los gustos inesperados de los cinéfilos. Desde un punto de vista muy personal, La Ley de Herodes sigue siendo mucho más acabada como cinta, El Infierno más cruda y La Dictadura Perfecta, la provocación más fuerte. Tanto, que públicamente ya recibió acuse de recibo.
Los comentaristas cercanos a los tentáculos de Televisa ya establecieron su “crítica”. El viernes Mauricio Clark, colaborador de Televisa Espectáculos, escribió en su cuenta de Twitter:
“Dicen que cuando vas al cine a ver La Dictadura Perfecta automáticamente recibes una credencial que demuestra tu afición a Morena”.
¡Vaya! Ya ni López Obrador menciona los complots, pero Clark aún cree en ellos.
René Franco ensaya una descalificación similar, con el clásico sello del “canal de las Estrellas” en su columna de Milenio Diario:
“¿Me va a volver a hacer reír la película tan cercana a la realidad actual o esta vez me va a dar un panfleto estilo Aristegui?”.
En Milenio TV los comentaristas de la cartelera de cine descalifican también desde la amargura de quien cree que una parodia debe ser al estilo de El Privilegio de Mandar. En otras palabras, una permanente burla a los políticos –que siempre se la merecerán-, pero nada que afecte al titiritero.
La amargura de los televisos pretende dejar a La Dictadura Perfecta en los territorios de los comentarios de Espectáculos, el reino del infomercial más descarado en nuestra industria del entretenimiento.
La pretensión es muy clara. Que nadie escriba o divulgue en otro tipo de columnas o reseñas lo obvio en la película: la provocación molestó a Bernardo Gómez, el vicepresidente de Grupo Televisa que se ve retratado de manera casi tan exacta como Enrique Peña Nieto.
En esta parodia, los dos personajes más identificables con sus modelos originales son Pepe Harris-Bernardo Gómez y el presidente en funciones que es un clon de Peña Nieto.
La audiencia masiva goza la parodia de Peña Nieto, pero desconoce a Bernardo Gómez. En la sala de cine donde acudí, las risas más jocosas fueron las breves apariciones del presidente en funciones, en especial, con la famosa frase: “no soy la señora de la casa”.
En los pasillos de Televisa, muchos de sus malquerientes gozan de ver a Bernardo Gómez (el titiritero siempre oculto) en sus desplantes típicos de gran extorsionador. Ese cinismo del personaje que recibe el maletín de millones de pesos de Carmelo Vargas y se pone de acuerdo con los telemontajes y las “filtraciones” a modo es el verdadero cáncer de una empresa que se soñó a sí misma como un Estado por encima de todo.
Las deficiencias en la historia de La Dictadura Perfecta o las sobreactuaciones al estilo de una farsa, no dejarán de amargar al único que sabe que, por primera vez, el rey anda desnudo ante las audiencias masivas.