Por Fabiola Rocha
Nadie es experto en moda, porque la moda es como el Arte, te puede gustar Jackson Pollock o Picasso… La elección de ropa tiene que ver con aspectos estrictamente personales.
En los primeros meses del año, con la entrega de varios premios de prestigio mundial -como los Globos de Oro, el Oscar, los Grammy, entre otros- , las alfombras rojas se convierten en un momento fundamental para la moda ya que actores y músicos prestigiados lucen sus mejores vestidos y marcan tendencia para el resto del año; los diseñadores más influyentes visten a éstas celebridades, por lo general con préstamos, regalos, o compras millonarias. Si fueras diseñador, sería muy importante que muchos artistas portaran sus diseños símbolos de falso poderío y derroche.
Por otro lado, para los simples mortales, es costoso obtener marcas de gran renombre, -Armani, Versage, Yves Saint Laurent, etcétera- conocidas por su calidad, originalidad y exclusividad; pues en un mundo, como el nuestro, en el que sólo el 1 por ciento de la población tienen la mayor parte de los recursos económicos y en este país que alberga a uno de los hombres más ricos de la tierra, la ropa de diseñador está destinada para un pequeño grupo de personas que puede pagarla.
La vestimenta, es una manera de proyectar nuestras personalidades; en una exposición de arte a mediados del año pasado, una artista citadina llamada Lucila Flores, tocó el tema: en su exposición, muchos vestiditos de su cuerpo poblaron el espacio “Todos los días nos disfrazamos de nosotros mismos y salimos a la calle para proyectarnos en el mundo”. Sin duda la ropa que elegimos cumple con varios parámetros para ser nuestra proyección: estilos, colores, formas, cortes, telas, presupuestos, etcétera.
La compra de marcas caras de ropa deja cierta satisfacción, sustentada en el consumismo voraz y el capitalismo salvaje, pero siempre hay alternativas, una de ellas es la compra de ropa de segunda mano, que nace como la lucha frontal a las grandes marcas y los precios exorbitantes que una prenda puede alcanzar; esta práctica, hecha desde tiempos inmemoriales, ha sido bautizada y promovida por varias celebridades: Vintage.
A pesar de que algunos puritanos aseguran que la ropa vintage es sinónimo de prendas de diseñador conservadas a través del tiempo y que debido a su originalidad y estado, alcanzan precios insuperables; hay otros que definen lo vintage como prendas de vestir bien conservadas de excelente calidad y buen diseño, sin que necesariamente sean de diseñador.
Comprar y usar ropa de segunda mano, puede ser una práctica divertida, de menor costo, así como una buena opción de venta, pero no todo es miel sobre hojuelas, pues a veces, debido a su calidad de viejo, las prendas guardan animales o han estado expuestas a sustancias que pueden provocar infecciones en la piel. Como recomendación hay que dejar orear la ropa por algunos días antes de usarla, lavarla con mucho jabón y a veces, depende de la tela, hervirla hasta eliminando bacterias.
En esto de la moda, jamás hay que olvidar que es un mal necesario, que los estilos varían de persona a persona, que hay que disfrutar nuestras propias tendencias y ser creativos. No hay que olvidar el viejo proverbio: De la moda, lo que te acomoda.