Por Letal/ Rincón de Arte y Cultura *
Hoy no es un día común / hoy es un día negro / la realidad otra vez / muestra su rostro siniestro / Al ir abriendo la puerta / un aire violento / me dice sin piedad / que no estas ahí / La Barranca, “Día Negro”
El presente escrito habla de la enorme preocupación de los tiempos brutales, violentos, agresivos, inhumanos, todo ello generado por la violencia o en su caso por el mensaje subliminal de ingerir a través de las palabras, de la vista y del oído “apologías a la violencia”, ya que normalmente asociamos la violencia con el crimen que nos ponen al alcance los medios escritos, televisivos, y en Internet.
¿Nos hemos puesto a pensar qué tanto nos ha rebasado la violencia que la vemos como uno de los actos más comunes y cotidianos que ha dejado de lado la capacidad de asombro? ¿A qué me refiero? Pues a la violencia que generamos con nuestra familia, con los amigos, en los lugares de trabajo, en las redes sociales, en nuestra forma de hablar, en negar a nuestros iguales… Me refiero a la violencia de género, al acoso escolar, la violencia en el noviazgo, a la violencia intrafamiliar, al racismo, al acoso laboral, a la apología de la violencia sexual, a los feminicidios, a la tortura, a la denigración humana, a la pornografía infantil, al maltrato infantil a la esclavitud (que por muy aislada persiste en nuestros tiempos), formas y en muchos casos mimetismo de la violencia misma, lo que ha desencadenado la violencia diaria, convirtiendo la vida en días negros.
Independientemente que sepamos existen culturas con mayores grados de violencia que otras, es sabido que la raíz es casi siempre la educación a temprana edad debido a fenómenos multifactoriales en los que podemos incluir elementos biológicos y psicológicos, pero no debemos dejar de lado el factor social, mismo que puede iniciar desde la infancia.
Desde este punto deseo partir mi preocupación por la forma y la “intención” en que los medios electrónicosmanejan la violencia, desde la televisión hasta los videojuegos e Internet. Para especialistas, como el psicoanalista Enrique Guinsberg, “la televisión es sólo un reflejo de la violencia social y estructural”, que incluye el sistema económico y, en última instancia, provoca que los individuos asimilen esta conducta como “un camino necesario”. De igual forma, expertos afirman que los videojuegos incrementan la violencia entre los jóvenes, aunque tampoco se ha encontrado una relación concluyente. Lo que sí hallaron investigadores como Lawrence Kutner y Cheryl Olson, de la Universidad de Harvard, fue que ciertos patrones de videojuegos se asocian más con problemas conductuales, como el acoso escolar, que con crímenes violentos.
Debemos ser conscientes de que todos los factores que promueven la violencia están tan entrelazados, que no es fácil desligarlos, pero si podemos poco a poco reduciendo su impacto en la vida de todos.
Científicamente está comprobado que el maltrato, el abuso y toda la violencia que no deja “huellas” visibles, provocan cambios, no solamente psicológicos, sino también a nivel fisiológico, e incluso epigenético; esto es, en la forma como se expresan nuestros genes (ver ¿Cómo ves? No. 133). Lo que evidencia que las personas maltratadas a temprana edad son menos sanos en la edad adulta.
Enfoquémonos un poco en ese aspecto, lo que estamos haciendo mal en estos tiempos; somos adultos carentes de una capacidad de asombro y alejados de una “cultura de paz”, convirtiendo a nuestros hijos en un semillero de la violencia; las mujeres (amas de casa) observan sin tomarse un pequeño espacio para la reflexión en programas transmitidos en TV abierta y privadarespecto a la vida de tal o cual narcotraficante, exponiendo a los pequeños a ver estos “programas”, sin darnos cuenta el manejo de una apología de la violencia y la violencia hacia las mujeres (una vez más siguen siendo nuestro “juguete erótico” “nuestro objeto del deseo”).
Actualmente y para muchos les causa un enorme orgullo ver que producciones como “El Señor de los Cielos” ha roto ratings de audiencia, en la cual no solo se “ensalza” la vida de una persona que estaba fuera de la ley, sino además lo recrean como un “galán” que todos los hombres quisieran ser y que todas las mujeres desean. La realidad entre el personaje ficticio y el personaje real dista por mucho en el aspecto físico (pero ese es el negocio “galanes” y mujeres “hermosas” que ponen en la mesa el estereotipo de lo que debe ser una persona “mala” con dinero, mujeres y poder).
No basta con conformarnos saber que las telenovelas son parte de nuestra cultura (misma que no veo por dónde podamos ver con orgullo su creación), y en este caso son los capos mafiosos y asesinos a sueldo quienes protagonizan historias polémicas. Es triste ver como el tema del narcotráfico en las series de televisión ha capturado y seducido al público a lo largo de los años con sus aventuras fuera de la ley.
La rentabilidad del narcotráfico y la vida de los criminales se ha reflejado en títulos como Camelia, la Texana (tomada de la canción “Contrabando y traición”, de Los Tigres del Norte) donde sus actores mencionan la idiotez “es un honor actuar en esta ficción” (Erik Hayser, actor); El Patrón del mal que está basada en el libro “La Parábola de Pablo y el testimonio de sus víctimas”, es la vida de Pablo Escobar Gaviria, narcotraficante colombiano más buscado del mundo; La Reina del Sur, recrea la vida de Teresa Mendoza, joven mexicana originaria de Sinaloa, adaptación además de la novela del escritor Arturo Pérez-Reverte; El señor de los cielos, muestra la historia de Aurelio Casillas, líder del Cártel de Juárez; Rosario Tijeras relata la vida de una mujer criada entre criminales, busca venganza y un modo de vida en el narcotráfico asesinando para adquirir poder lo que la convierte en una sicaria; El capo es una mezcla de las principales líneas de los capos más conocidos de la historia de los cárteles en el continente; Las Muñecas de la Mafiason mujeres que por distintas circunstanciasse involucran conel crimen organizado; La Viuda de la Mafia; Sin tetas no hay paraíso otra adaptación de un libro en este caso de Gustavo Bolívar, que narra la obsesión de una mujer por salir de pobreza; El Cartel: se basa en el libro “El cartel de los sapos”, escrito por el ex narco colombiano Andrés López López, alias “Florecita”, quién además participó en la elaboración de los guiones, en el relata cómo se entregó a las autoridades de la DEA y cómo se convirtió en informante[1].
Todos ellos hombres y mujeres inmersos en las historias del crimen organizado, en la mayoría de los casos personajes rodeados de lujos, joyas, dinero, poder; se trata de crímenes registrados en los noticiarios y en periódicos, y tal parece que existe una necesidad de saber de esos personajes (al menos para las cadenas televisivas, cuya intención es aprovechar la miserable ignorancia en la que estamos inmersos, ya que cifras oficiales marcan al país con un nivel de estudios de primaria).
El gobierno y su responsabilidad
Lo que encontramos en las narconovelas, no son héroes, no son antihéroes,son personas que surgieron que se hicieron y que tomaron el camino con odio, llenas de venganza, llenas de ignorancia, llenas de crueldad. Al respecto, las autoridades de nuestro país no hacen efectiva la ley atribuidas a través de la Dirección General de Radio, Televisión y Cinematografía (RTC) de enfrentar estás marcadas incoherencias, y que a la letra dice:
“La Dirección General de Radio, Televisión y Cinematografía tiene la atribución de regular los contenidos en materia de radio y televisión, es decir, que la transmisión de los programas cumpla con la ley.
Para ello, la Ley Federal de Radio y Televisión establece los parámetros de lo que se deberá transmitir en la programación de un canal de televisión o una estación de radio.
El incumplimiento a la normatividad aplicable, conlleva a la imposición de sanciones por medio de un procedimiento legal.”
De igual forma señala:
Corrupción de lenguaje.- Es el uso de palabras obscenas o en doble sentido, por parte de un conductor, actor o invitado, independientemente del horario en que sea transmitido.
Escenas contrarias a las buenas costumbres.- Son transmisiones contrarias a la moral, que ofenden al pudor, y a la decencia.
Apología de la violencia, el crimen y los vicios.- Son aquellas transmisiones que muestran la forma de cometer delitos sin mostrar las consecuencias de dichos actos, también se considera como tal, cuando se defiende o se expresa admiración por las personas que cometen actos delictuosos, y cuando se defiendan o aconseje cualquier tipo de vicio[2].
La disposición de las autoridades podemos resumirla a la poca importancia y atención, a la normalidad de los tiempos, al darle impulso al negocio de la violencia, y a la banalidad; dejando de lado la “intervención real, efectiva y natural” para intervenir ante el riesgo de tener transmisiones que desde mi punto de vista hacen y recrean una “apología del narcotráfico y de la violencia”.
Obviamente hay personajes ficticios y otros no, sin embargo las adoptamos como parte de una cultura popular. ¿Debemos creer que esas transmisiones son para no repetir hechos y recrear o en su caso contribuir a crear nuevos estereotipos y personalidades con las características de la venganza, lo sanguinario, lo inhumano? Lo que yo supongo es que como en todo está el maquillaje de crear personajes con características de telenovela que le den esa justificación y legitimidad a través de hombres y mujeres que en fondo son buenos, aman, son amigos, son hijos, son padres, aman a sus “madrecitas”, y en estos casos el amor siempre gana aunque dicho amor sea de un malvado y/o malvada.
Es obvio han tomado elementos de los estadounidenses (que no están tan alejados de esta realidad al ser los mejores policías, investigadores, detectives y antiterroristas que la historia de la TV haya visto), nos referimos a la mezcla perfecta polis vs malos.
Dicha mezcla es la fascinación que robustece la pantalla con el crimen, la ley, la justicia, y el romance.
Las “buenas intenciones” o la falacia del maquillaje
En 2011 los principales medios de comunicación del país llámese televisoras, radiodifusoras, periódicos, y portales de internet, firmaron un acuerdo para actuar con “responsabilidad” ante la violencia registrada en aquel entonces[3].
Bajo el nombre Acuerdo para la Cobertura Informativa de la Violencia los medios se comprometieron a “NO HACER APOLOGÍA DE LA VIOENCIA”, así como establecer lineamientos informativos comunes, “no ser voceros del crimen” y proteger a los periodistas amenazados por el narcotráfico.
Se establecieron los siguientes criterios editoriales del compromiso a decir:
Proponer criterios editoriales comunes para que la cobertura informativa de la violencia que genera la delincuencia organizada con el propósito de propagar el terror entre la población no sirva para esos fines.
Establecer mecanismos que impidan que los medios se conviertan en instrumentos involuntarios de la propaganda del crimen organizado.
Definir criterios para la protección de la identidad de las víctimas de la violencia generada por la delincuencia organizada.
Establecer mecanismos para la protección de los periodistas en situaciones de riesgo.
Promover el respeto a la legalidad, el combate a la impunidad y la participación ciudadana.
Sumar al más amplio número de medios al Acuerdo y, de manera especial, a aquellos que se encuentran en las zonas de mayor conflicto.
Crear mecanismos de seguimiento del Acuerdo que permitan conocer el grado de apego al mismo.
De igual forma se determinaron los principios rectores:
El respeto a las libertades de expresión y de prensa.
La independencia editorial de cada medio de comunicación.
La obligación de los medios para informar con profesionalismo.
La responsabilidad social de los medios sobre lo que informan.
Consideraciones finales
Creo hasta el momento podemos afirmar sin duda existe una apología a la violencia, y no creo dependa en este caso del espectador de los ojos con los que lo vea, va más allá el mensaje oculto, los estereotipos, y el consumo de crear falsas identidades a la que normalmente llevamos, nos invitan al juego, a la excitación, a la adrenalina de al menos poder lamer un poco de violencia.
Regresando un poco debemos ver que las cifras han destacado con preocupación que las condiciones sociales, económicas y culturales han llevado por ejemplo a jóvenes sin un proyecto de vida (el cual se ve ridículamente difícil por las grandes idioteces que han hecho los gobiernos por dejarnos más en la pobreza y en la ignorancia).
Entonces las narconovelas ¿son la mezcla perfecta de la telenovela rosa, las series policiacas, los grandes capos, las mujeres poderosas y peligrosas, y el romanticismo que tratan de reflejar la problemática social que afecta a las sociedades? O ¿Pone en estandarte lo glorioso de las producciones televisivas?
Un hecho innegable es esta apología de la violencia de las televisoras, que además contribuyen con “noticias” sensacionalistas (TV Azteca un rey de reyes), lo que es una manera de explotar la tragedia y no respeta que hubo en su momento víctimas de la violencia, la memoria es débil, es tersa, es invisible ante lo que hicieron estos capos cuatreros de la paz.
No podemos desligar los problemas generados por la violencia, por lo que se hace necesaria la verdadera aplicación de las leyes en todos los tópicos derivados de dicha apología ya sean las reformas al sistema penal, la formación de jueces y fiscales, la transparencia y eficacia de las políticas públicas orientadas a enfrentar este problema, etc. etc.
Todo debe tener una reserva en lo que refiere a los temas de seguridad pública y violencia, la realidad no se esconde, y de ahí un punto importante, no niego que exista la violencia, lo que pido es evitar la apología de la violencia. Estoy convencido que no hemos acabado de entender lo que la televisión y sus pobres contenidos representan para nuestra sociedad actualmente, la televisión establece un vínculo muy estrecho y delgado con la sociedad, es esa criatura poderosa que genera valores, creencias, aspiraciones, sentidos y prácticas que trascienden el campo de los espacios de nuestras conciencias, es “un foco de infección”[4]. La difusión de la violencia ejercida por las organizaciones criminales de narcotraficantes y el aparato de seguridad federal, estatal, municipal y delegacional son convertidos en una mercancía de circulación diaria; así somos testigos de cómo los temas de coyuntura mimetizan en el producto de las rancias mazas, las “narconovelas”.
Lamentablemente debemos reconocer que si no hemos actuado ante la presencia de mensajes directos de apologías a la violencia hemos ido consolidando la cultura de la misma, hemos consolidado su presencia con nuestra complacencia del desinterés al tiempo que la estamos justificando como parte de las relaciones sociales en las que estamos inmersos, ¿Pero a costa de qué? Pues simplemente, a través de acciones en las que nos podemos descarnar en busca del prestigio, el poder, la riqueza, el sexo, etcétera. De esta manera no existen, desaparecen los contrapesos ante la magnitud que presenta la ilegitimidad de sus fines, su ejercicio organizado y claramente impune, a partir de un ejercicio de poder destructivo y abusivo que genera la apología de la violencia.
No más…. No más ¡!!!! apologías de la violencia de cualquier tipo encarnados por la competitividad empresarial; por los mensajes de nacionalismo vacío y enajenante del gobierno; por los denigrantes “espectáculos” públicos de los medios de comunicación repletos de una falta de respeto y vulgaridad, que en sus mensajes noticiarios omiten, modifican y exageran aspectos de lo acontecido, construyendo notas con formas encubridoras y poco críticas de la realidad social.
No puedo dejar de lado mencionar que los distintos lenguajes que se emplean en las narconovelas es “morboso” altisonante y contenidos más específicos que de cierta manera forman, modifican, configuran, reflejan, debilitan o robustecen identidades sociales mal encaminadas a ver un mundo que se torna convincente ante los espectadores. Y es convincente porque es el producto de un contexto (la riqueza, la deshonestidad, la ambición, el egoísmo, la competitividad, el hedonismo, el machismo, la violencia, etc, etc.)que padece, en buena medida, muchos de los “valores” que se necesitan rescatar hoy en día y generar una cultura de paz; esto no puede suceder si no existen las condiciones y el verdadero compromiso tomadas por los gobiernos pese a su ineficiencia e ineptitud, o en su caso colusión; y los falsos compromisos de los medios de comunicación que esta vez sean reales y tangibles.
Alguna vez Martin Luther King, dijo “La violencia crea más problemas sociales que los que resuelve”, Juan Pablo Segundo destacó “La violencia jamás resuelve los conflictos, ni siquiera disminuye sus consecuencias dramáticas; y sentenció Isaac Asimov, “La violencia es el último recurso del incompetente”. Yo pienso que la violencia se duplica cada vez que llegamos a lamerla, a masticarla, a tomarle gusto como para tragarla todos los días sin que cause efectos colaterales a la mente, estamos infectados con vómito de engaño y con la mentira subliminal al creer estamos perfectamente bien.
México, Regeneración 20 de mayo del 2015 .* Letal es Colaborador del Corredor Cultural NarvArte
[1] Datos consultados en distintos medios de Internet.
[2] Para mayor información vea http://www.rtc.gob.mx/NuevoSitio/infracciones.php?id_no=7%20
[3]Medios se unen contra la violencia en la Iniciativa México. Firman acuerdo para actuar con responsabilidad y se comprometen a establecer los lineamientos informativos y evitar la apología. Excélsior, 25/03/2011.
[4] El Comunicador. Caifanes. El Silencio.
Corredor Cultural Narvarte
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