-Juárez llama a elecciones y suspende pago de la deuda externa
Regeneración, 11 de enero de 2015. – El ejército liberal hizo su entrada triunfal a la Ciudad de México el 11 de enero de 1861. Con ello, se perfilaba el fin de la Guerra de Reforma.
La llegada de este momento, estuvo marcada por anécdotas, como la de que un militar de origen colimense llamado Filomeno Bravo, tenía instrucciones de pasar por las armas al jefe del ejecutivo liberal e intempestivamente se presentó con un grupo de soldados que, de inmediato prepararon sus rifles para disparar sobre los indefensos prisioneros:
“Tengo instrucciones de pasarlo por las armas” dijo Filomeno Bravo a lo que Juárez le contestó: “Haga lo que usted guste, yo no me puedo defender”; estaban a punto de disparar cuando Guillermo Prieto se adelantó al grupo y vociferando les gritaba a los soldados “¡Alto, los valientes no asesinan!, ustedes no tienen porque matar a un hombre inerme”. El mismo Prieto solamente confesó, años después, que lo único que recordaba era que había logrado convencer a la tropa de no disparar.
Los Conservadores que antes tenían el control de la Ciudad de México, buscaban la anulación de la Constitución de 1857. Por el contrario, los liberales pretendían borrar la herencia colonial, a través de las de Leyes de Reforma. Por eso Juárez proclamó:
“[…]vosotros, de nadie sino de vosotros mismos, aprendisteis a acometer y rematar la empresa gigantesca de la democracia en México. Vosotros domasteis una facción audaz y poderosa y arrojasteis a los vientos sus títulos. Gracias a vosotros, gracias a nuestras legiones inmortales, no existe ya en la tierra de Hidalgo y Morelos la oligarquía armada, ni la otra más temible del clero que parecía incontrastable por la influencia del tiempo, de los intereses y de los prestigios. […] En el estruendo de las batallas proclamasteis los principios de libertad y Reforma, y mejorasteis con ellas vuestro Código fundamental. Fue la Reforma el paladión de la democracia y el pueblo ha derramado profusamente su sangre por hacerla triunfar de todos sus enemigos. Ni la libertad, ni el orden constitucional, ni el progreso, ni la paz, ni la independencia de la nación hubieran sido posibles fuera de la Reforma y, es evidente, que ninguna institución mexicana ha recibido una sanción popular más solemne ni reunido más títulos para ser considerada como base de nuestro derecho público. Por eso mi gobierno la ha sostenido con vigor y ha desarrollado con franqueza sus principios saludables”.
Pronto don Benito Juárez convocó a nuevas elecciones y triunfó en ellas. Tomó posesión como presidente constitucional de la República el 15 de junio de 1861. Su primer decreto fue de suspender la deuda externa por dos años, debido a la ruina en que se encontraba el país. Ello no hizo más que causar el enojo de Francia, Inglaterra y España, quienes más tarde formaron una triple alianza, trasladando escuadras armadas al puerto Veracruzano para cobrar adeudos pasados.
Con información de: El Sol de ColimaFoto: http://mexablog.com/