Y si bien la demanda de aguacates en Estados Unidos ha suscitado este efecto, mayor aún es la demanda de China, donde las importaciones de aguacates mexicanos han estado creciendo en promedio de 200% anualmente
Por Mark Stevenson
Associaated press
Regeneración, 12 de agosto del 2016.-La gran demanda estadounidense por los aguacates y los ascendientes precios del producto están azuzando la deforestación de los bosques del centro de México, a medida que los agricultores se esfuerzan por satisfacer la demanda.
Los cultivos de esta fruta prosperan en condiciones similares a las de los pinos en los bosques de las montañas de Michoacán, el estado que produce la mayoría de los aguacates en México. Ello ha llevado a los agricultores, a escondidas de las autoridades, a despejar el bosque, sembrar los árboles de aguacate y luego seguir derribando pinos a medida que los cultivos crecen para darles más acceso a la luz solar.
«Aunque aparentemente no tiran el bosque, abajo allí ya están los aguacates creciendo, y tarde o temprano terminan por cortar los pinos o tumbarlos por completo», explicó Mario Tapia Vargas, científico del Instituto Nacional de Investigación Forestal, Agricultura y Pesca de México.
«Empiezan raleando el bosque, lo van raleando, van podando los pinos para que no den mucha sombra al aguacate, y finalmente terminan por ahorcarlos… cortarles la corteza para que se sequen», agregó.
Debido a que los bosques de Michoacán contienen los predios donde hibernan las mariposas monarca, la deforestación es mucho más que un problema académico. Las autoridades han detectado pequeños huertos de aguacates en las zonas donde habitan las mariposas, en la que los campesinos han cortado los pinos.
Lo que es peor, Tapia Vargas indicó que los cultivos de aguacate usan casi el doble del agua necesaria para un bosque denso, por lo cual llega menos agua a los legendarios riachuelos y arroyos de Michoacán, de los cuales dependen la flora y la fauna local.
Greenpeace México destacó que los seres humanos también sufrirán las consecuencias.
«Además de los impactos ambientales que el desplazamiento de las superficies boscosas puede tener sobre la captura y disponibilidad de agua en la región, el elevado uso de agroquímicos y la demanda de grandes volúmenes de madera para el empaque y transporte del aguacate son otros factores que pueden tener efectos negativos sobre las condiciones ambientales de la zona y sobre el bienestar de su población», afirmó Greenpeace en un comunicado.
Desde ya los angostos senderos rurales que serpentean por las laderas de las montañas están saturados de camiones que transportan los aguacates, o que llevan a los campesinos para la faena.
Pero es difícil convencer a los agricultores que abandonen una práctica que les trae tantos beneficios.
«Es un atractivo, muy alto el aguacate, por el precio que tiene», admite Tapia Vargas.
Los precios de este cultivo se elevaron de unos 86 centavos por unidad en enero a 1,10 dólares en julio, en parte debido a un escaso suministro desde México. Y el peso perdió 16% de su valor frente al dólar en el año transcurrido, por lo cual las exportaciones se hicieron más baratas. Los agricultores mexicanos pueden ganar más dinero cultivando aguacates que con la mayoría de las otras cosechas.
Lo que ha impulsado la expansión ha sido el implacable apetito de los estadounidenses por los aguacates. Entre el 2001 y el 2010 se triplicó la producción de este producto en Michoacán, pero las exportaciones se multiplicaron por 10, según un estudio publicado en el 2012 por el instituto de Tapia Vargas.
Y si bien la demanda de aguacates en Estados Unidos ha suscitado este efecto, mayor aún es la demanda de China, donde las importaciones de aguacates mexicanos han estado creciendo en promedio de 200% anualmente.
«Se imaginan para satisfacer al mercado chino», dijo en julio a reporteros el gobernador de Michoacán, Silvano Aureoles.
En el estudio se indicó que la expansión estaba causando una pérdida anual de unas 690 hectáreas (1.700 acres) de bosques entre el 2000 y el 2010.
Ignacio Vidales, otro científico del gobierno que se especializa en aguacates, calcula que la tasa de la deforestación ha amainado, en parte porque las autoridades se están tomando el asunto más en serio.
«Nosotros estimamos que es menos; hay más vigilancia que en otros años», declaró Vidales.
Lo cierto es que las autoridades han estado tomando medidas en el asunto.
El 31 de julio, la policía federal en Morelia, la capital de Michoacán, detuvo a 13 personas y confiscó dos plantas de aguacate y dos vehículos que estaban siendo usados para convertir un huerto deforestado en un cultivo de estos frutos.
Unos 260 pinos y 87 abetos fueron talados en el área de unas 4,7 hectáreas (12 acres) para poder sembrar 1.320 árboles de aguacates, indicó la policía. Aunque cada árbol tardaría siete años antes de madurar, si cada uno produce unos 100 aguacates al año – un estimado relativamente exiguo – los agricultores podrían recaudar hasta 500.000 dólares al año de ese huerto, una fortuna para ellos.
«Es más que todo presión económica», dijo Vidales. «Han visto que el aguacate es más rentable que estar metiendo maíz u otros cultivos anuales, o incluso el bosque».