Teódulo Pineda Bahena | Los Angeles Press
Regeneración, 1 de diciembre de de 2014.-Uno de los problemas más graves que padecen los habitantes del estado de Guerrero, además de la impunidad de que gozan sus verdugos, es el secuestro de decenas de jóvenes de ambos sexos para ser utilizados como mano de obra esclava al servicio de las organizaciones criminales.
Ciertamente, un dirigente de la policía comunitaria de Costa Chica y la Sierra de Tlapa ya había hablado sobre de esto, pero radicaba esa situación en una sierra denominada Filo de Caballo la cual se ubica por las inmediaciones de la carretera de Zumpango del Río a Tlacotepec. Sin embargo, esa área que se encuentra próxima a un parque ecológico denominado Carrizal de Bravo, desde hace muchos años, ha sido depauperada despiadadamente, acabando con muchas áreas de densos bosques de encinos, ocotes y madroños.
En parte, esa depauperación fue realizada por proveedores de aserraderos fuera de control y otra causa, fueron los fuertes foliadores que desde aeronaves, avionetas o helicópteros, eran esparcidos por indicaciones de la PGR para acabar con los cultivos de amapola y marihuana que allí se sembraban.
En mi más reciente viaje al estado de Guerrero, tuve oportunidad de conversar con diferentes personas de Iguala y de Cocula, municipios en donde se desarrollaron los trágicos acontecimientos del 25 y 27 de septiembre y que dieron como resultado la muerte de tres estudiantes y la desaparición de otros 43, todos de la escuela normal rural Raúl Isidro Burgos.
La mayoría de las personas con las que conversé en Cocula y Apipilulco (este último poblado ubicado a cuatro kilómetros del primero en dirección sur) coincidieron en que fue prácticamente imposible que los normalistas hubieran sido incinerados en el tiradero de basura de esa municipalidad, como lo afirmaron los detenidos confesos de ese crimen ante la PGR y que diera a conocer Jesús Murillo Karam, titular de esa dependencia.
Y aunque se argumentaron varios factores como el que se dio a conocer de aspectos técnicos bajo los cuales se llevan a cabo las incineraciones en los crematorios de funerarias, el principal argumento es que en esa área la noche comprendida entre el 26 y 27 de septiembre, de las cuatro a las cinco y media de la mañana cayó una fuerte tormenta bajo la cual, hubiera sido más que imposible encender cualquier fogata. Y aún en el resto del día si no se hubieran tenido de manera previa todos los implementos necesarios.
Entonces ¿Qué sucedió con los estudiantes?
Por observaciones directas de algunos de los habitantes de esas poblaciones, quienes solicitaron que se omitiera sus identidades por razones que explicaré más adelante, se sostiene que en todas las poblaciones de los municipios del norte de Guerrero, las redes de informantes (“halcones”) de las organizaciones criminales en contienda se mantienen intactas.
De esta forma, quienes quiera que fueran quienes tuvieron en su poder a los estudiantes, pudieron traerlos de forma itinerante de un lugar a otro, ocultándolos, conforme al reporte de “los halcones” de los movimientos de las corporaciones u organizaciones que llevaron a cabo la búsqueda.
Pero se dijo que no todos los estudiantes desaparecidos podrán estar con vida. Se considera que algunos que fueron levantados heridos, quizá hayan muerto ya. Tal vez una cuarta o tercera parte, pero el resto era para los que los mantuvieron cautivos una carga muy valiosa por varios motivos.
Consideraron la posibilidad de que hubieran estado ocultos en un rancho próximo a la ciudad de Taxco por uno o dos días y que finalmente, hayan sido trasladados a la sierra occidental de Guerrero. Y esta posibilidad fue considerada porque una maestra de Telesecundarias de esa región, afirmó que varias personas vieron la segunda semana de noviembre un convoy de camionetas cuatro por cuatro que pasaron con rumbo a la sierra de Guayameo, llevando jóvenes atados que bien podrían coincidir con la edad y características de los desaparecidos.
Ese nudo montañoso (el de Guayameo) es de los más intrincados de esa entidad y se funde más al oeste con la sierra de Coahuayutla que también es conocida por su impenetrabilidad.
A todo esto, ¿qué razones o motivos podrían tener para trasladar a aquellos lugares a estos jóvenes?
La respuesta que también es conocida por la mayoría de los habitantes de la sierra es que las organizaciones criminales ocupan mano de obra esclava para llevar a cabo los cultivos de amapola y marihuana, esclavos que obtienen con el secuestro masivo de jóvenes de los cuales nunca se vuelve a saber de su paradero.
Precisamente, una compañía televisiva francesa dio a conocer recientemente una entrevista con una madre de familia de Cocula, Gro., quien afirma que el pasado mes de julio, al finalizar el ciclo escolar un comando armado se llevó a unos 30 niños y niñas de la escuela secundaria “Justo Sierra” sin que nada se sepa de su paradero.
¿Qué ocurre, por qué muchas personas saben, sufren y se resignan a padecer ante un sistema de gobierno indiferente, una procuración de justicia incompetente y prefieren callar?
Afirman que sería imposible que los servicios de inteligencia y el gobierno federal no supiera todo eso. Que tuvieron conocimiento de la guerra que se desató entre los Guerreros Unidos del Sur en contra de los de la Familia Michoacana, de la protección de que gozaban los primeros y de todas las tropelías que llevaron a cabo y los dejaron.
Ahora que han “caído de la gracia de sus protectores”, quienes esperan su momento son los de la Familia Michoacana cuyos presuntos líderes, han iniciado una campaña de reclutamiento de la gente que se dispersó a causa de la fuerte presión que sufrieron. Mantienen una existencia de bajo perfil pero al acecho de todo lo que se dice, se mueve y que podrían recuperar a corto y largo plazo en un territorio que fue de ellos por mucho tiempo.
“Las fuerzas federales, la gendarmería, los militares no van a estar aquí toda la vida –afirma un ciudadano de Cocula- en cambio ellos, pueden esperar uno, tres, cinco o hasta diez años. Ya han sobrevivido a dos sexenios ¿Qué les puede durar otro? Por eso hay que andarnos con cuidado, ya nos enseñamos a vivir así…” concluye con resignación.
El próximo 1 de diciembre hay un aplazamiento en contra del Ejecutivo de México para que renuncie a su cargo.
La clase política en la voz de Manlio Favio Beltrones, senador de la República afirma que el momento no es para cambiar de hombre ni de nombres, es para hacer cambio en las políticas públicas para recuperar la armonía y la confianza en el país.
Pero la mayoría de las organizaciones sociales, de estudiantes y algunos sectores como el magisterio, consideran que ya se han realizado de manera irresponsable muchas reformas a las políticas públicas para beneficio de un reducido grupo de magnates y capitales extranjeros. Que el momento es, precisamente para que cambien los hombres y los nombres que están llevando a los habitantes de esta nación a la ruina. Una clase de gobernantes y funcionarios que no han sabido enfrentar y resolver los grandes problemas de la nación.